Set to Sea. Surcando el mar de la vida.
En cuanto tuve en mis manos Set to Sea, supe que me iba a enamorar de esta pequeña joya del cómic con la que vuelve a sorprendernos Tyrannosaurus Books. La obra originalmente publicada por Fantagraphics Books, es el debut de Drew Weing, ilustrador de Athens, Georgia. Desde entonces ha publicado también The Creepy Casefiles of Margo Maloo que podéis leer online aquí y junto a su mujer, la también ilustradora Eleanor Davis, Flop to the Top, un cómic más orientado al público infantil.
Pero antes de eso, volvamos a Set to Sea, su obra debut. Una obra sorprendente, por su historia, por su dibujo, por su detallismo. Un pequeño libro, casi de bolsillo, que nos cuenta las aventuras de un poeta. Sin un duro, lo echan de allá a donde va, mira los escaparates de las librerías con nostalgia, sufre de falta de inspiración y en medio de una borrachera, es secuestrado por unos marineros para embarcarlo en un velero a recorrer el mundo. Está escribiendo un poema titulado “I set to sea” que no acaba de convencerle, pero todo cambiará. Ese es el inicio de esta delicada y sorprendente aventura en la que el protagonista madurará como persona y crecerá a medida que los viajes y las experiencias le cambien y le transformen.
El dibujo de Drew Weing es detallado hasta el milímetro. Y optó casi sin querer, por hacer del cómic una escena por página. Dibujándolo casi como un experimento hasta que fue creciendo de tal manera que, lo que al principio le costaba unas horas en dibujar, se convertían en tres o cuatro días de arduo trabajo. Y eso se nota. En los detalles, en el trazo de las uñas, en los pelos de una barba, en las olas del mar, en esa ballena gigante que se alza majestuosa, en el asalto pirata que marcará un antes y un después en su vida marinera,…Cada página una historia en si, una expresión de sentimientos y emociones marinas. Una vida bañada por las olas del mar, plagada de aventura marina, de un mundo que ya no existe en el que aún quedan lugares por descubrir, sentimientos por vivir, emociones por experimentar,…
Deudor del Popeye de E.C. Segar o los grabados de Gustave Doré, Weinig dibuja en su pequeña casa junto a sus tres gatos y su mujer. Y dibuja creando mundos espectaculares, aventuras sin igual y personajes entrañables. A veces incluso sin diálogos. Las imágenes valen más que mil palabras, dicen. En este caso valen más que mil emociones incluso. Un cómic que se lee en un suspiro y se disfruta como si hubieras visto la eternidad.
