Sitges 2015. El horror, el fantástico, el más acá y el más allá

Ya está aquí el 48 Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya con su alfombra profondo rosso, su desfile zombie y su habitual –y muy entregada- concurrencia de vivos. Del 9 al 18 de octubre, nueve días para dejarse llevar por nuestros instintos más básicos: asustarse por muy previsible que sea el sustito (recordad: el bote no lo daréis por lo que veáis en la pantalla, sino por el achuchón del audio), retorcerle el brazo (o lo que sea menester) al vecino, aplaudir sin entrar en dilemas morales cuando otra cabeza decapitada ruede escaleras abajo…
Como cada año Sitges nos recordará que el mundo se acaba. Into the Forest (Patricia Rozema, 2015) incluye apagón global y fiebre cainita, aunque esperemos que el enfoque no sea tan ñoño como el de Revolution, la canceladísima serie de J.J. Abrams. En I am a Hero (Shinsuke Sato, 2015) el inevitable virus comienza como tiene que ser: haciendo estragos entre los más cercanos al protagonista. En The survivalist (Stephen Fingleton, 2015) se vuelve a demostrar que no acaba de ser buena idea hacer amigos en un futuro postapocalíptico (máxime cuando el vecino es un superviviente motivadísimo, de los que llevan media vida preparándose para el evento, Disneylandia soñada de todo garrulo sin futuro). La dirigida a seis manos Turbo Kid (2015) narra las andanzas retro de un niño superviviente que se dedica a esquivar la lluvia ácida montado en su bici. También nos podemos extinguir con la gripe danesa y bestia de What We Become (Bo Mikkelsen, 2015), que les demuestra a estos escandinavos, tan cooperativistas ellos, que no hay empatía que valga cuando el caos reina. O, barriendo para casa, ese Segon Origen (Carles Porta, 2015), adaptación de la ya clásica lectura de instituto firmada por Manuel de Pedrolo.
Si os dejáis caer estos días por la costa catalana, aquí van una serie de pálpitos; esas recomendaciones a ciegas que hacemos habiendo leído apenas cinco líneas del argumento o apostándolo todo a un director que nos gusta desde tiempos inmemoriales. Lo que viene siendo tirarse a la piscina, vamos.
Cuentan que Miike vuelve por sus fueros en As the Gods Will (2014), que incluye la aparición patillera de deidades sádicas con forma de… de cualquier icono pop de la cultura japonesa que se os pueda ocurrir. Estará presente por partida doble: en Yakuza Apocalypse (2015) mezcla mafia y vampiros. Eso es saber adaptarse a las modas, oye.
Western y ciencia ficción, western y extraterrestres… ¿qué faltaba? Pues sí: western y terror. El acartonado Kurt Russell se enfrenta a una tribu caníbal en Bone Tomahawk (S. Craig Zahler, 2015), que esperemos que sea un cruce entre La noche de los gigantes (Robert Mulligan, 1969) y Las aventuras de Jeremiah Johnson (Sydney Pollack, 1972).
Maggie (2015) es otra de zombies dirigida por Henry Hobson, muy bueno hasta ahora en lo suyo (diseño de títulos de crédito) y con Arnold Schwarzenegger de protagonista. Ya, ya sé: tenéis otras cosas mejores que hacer. Pero aquí la sorpresa es la premisa kafkiana: la transformación, la metamorfosis, la angustia ajena. Veremos.
Una ciudad. Una noche, una toma. Así se anuncia la alemana Victoria (Sebastian Schipper, 2015), un thriller que lo está petando y que entre otras cosas ofrece exactamente eso: un plano secuencia de dos horas en la mismísima Berlín.
El cine hindú es mucho más que Bollywood, aunque uno no siga lamentándose de que no se estrenen entre nosotros ni las muestras más comerciales y cañís de descoque musical. Si queréis ver cómo se las gastan de verdad los indios y lo que pueden hacer con mucho dinero y la historia del héroe nacional Shivudu, preparaos para vivir emociones fuertes en Baahubali. The beginning (S.S. Rajamouli, 2015). El engrudo místico-legendario no hay quien lo entienda, pero el arrebatado torbellino visual cautiva.
Despierta también nuestro interés Coin Locker Girl (Han Jun-hee, 2015), un thriller en los bajos fondos con otra de esas relaciones imposibles madre-hija (adoptiva, en este caso) tan queridas por los coreanos.
De Tangerine (Sean Baker, 2015) sólo ha trascendido la frivolidad técnica: se rodó (perdón, grabó) con un iPhone 5 (esos dispositivos carísimos que además pasan de moda cada 18 meses, sí). Pero es que, por lo oído y leído, la cosa funciona: una transexual compuesta y sin novio sale de la cárcel la mismísima noche de Navidad y… no, no he dicho yo que prometa muchas alegrías.
También le tenemos ganas al documental alrededor de la figura de uno de los directores más inclasificables del mundo mundial, el hijo bastardo de Murnau y Flaherty, aunque nacido a destiempo. Todo sobre Guy Maddin en The 1000 Eyes of Dr. Maddin (Yves Montmayeur, 2015).
A los que os gusta conocer la respuesta a la habitual “¿qué fue de…?” estáis de enhorabuena. Los clásicos modernos incluirán a Kiyoshi Kurosawa (Journey to the Shore, 2015) o Paolo Sorrentino (Youth, 2015) y Tsui Hark continuará con sus odas a la unificación de China en The Taking of Tiger Mountain (2014). Anton Corbijn (Control (2007), El americano (2010)) vuelve ahora con Life (2014), una fantasía alrededor de James Dean y la mítica sesión fotográfica para la revista homónima (y albergaríamos más esperanzas si uno de los protagonistas no fuese Robert Pattinson, en pleno síndrome Matthew ‘en realidad soy un actor’ McConaughey). Gaspar Noé (el hombre que escandalizó a medio planeta con Irreversible (2002)) vuelve con Love (2015), otro pornete de autor. Takeshi Kitano lleva sus fríos dramas yakuzas al terreno del conflicto generacional en Riuzo And His Seven Henchmen (2015). Y eso no es todo, amigos: también se presentarán los últimos trabajos de Michael Winterbottom (The Face Of An Angel, 2014) o Wes Craven, que andaba en labores de productor en el filme The Girl in the Photographs antes de su fallecimiento el pasado 30 de agosto.
Los masoquistas tendréis vuestra merecida dosis. Cemetery of Splendour (2015) es lo nuevo de Apichatpong Weerasethakul. Así que ya sabéis: dos horas supuestamente evocadoras que cabrearán a media platea y harán babear a la otra media. Y Charlie Kaufman (si de verdad existe) se atreve ahora con la animación en otra historia de tipos huyendo de su aburrido presente (Anomalisa, 2015). ¿Y qué decir del venerado autor de El maestro de marionetas (1993) o Millennium Mambo (2001), el patrocinador de siestas Hou Hsiao-Hsien? Pues parece haberse pasado al lado ‘Tigre y dragón’ de la vida en The assassin (2015), una de artes marciales hiperesteticista que dejó sin aliento y sin palabras al exigente Cannes. El polaco Andrzej Zulawski vuelve 15 años después de La fidelidad con Cosmos (2015), definida como un “thriller noir y metafísico”. Miedo me da antes de verla.
Las series también encuentran su hueco en el festival. Huid de ese desafortunado tostón titulado Fear the Walking Dead y disfrutad con los estrenos de las segundas temporadas de Fargo o Les revenants, así como pases de episodios de las ya consolidadas Penny Dreadful, Hannibal o Juego de tronos.
Sion Sono viene para llevarse premio con forma de máquina del tiempo (junto a Nicolas Winding Refn, Andrzej Zulawski y Terry Jones) y respaldar tres de sus últimas películas: Tag, Love & Peace y The Virgin Psychics, resultado de un ritmo de trabajo infernal. Colegiales aniquiladas con saña, sexo loco en el país del desinterés sexual, tipos grises que sueñan con ser estrellas del punk… Sono desencadenado.
Aunque las mejores cafradas se las reserva Sitges para las noches. En Midnight X-Treme podremos ver cosas tan bonitas y pedagógicas como Assassination Classroom (Eiichiro Hasumi, 2015). Basta con remitirse al resumen argumental del programa de mano: “un alienígena llega a la Tierra y ofrece un trato al gobierno: entrenará a una clase para que aprendan todas las formas posibles de eliminarlo; si sus alumnos no son suficientemente “aplicados”, aniquilará el planeta en pocos meses”. Esto es lo que en argot festivalero se conoce como “mierda de la buena”.
¿Convencido de que tu jefe es un cabrón chupasangres? Bueno, quizás lo sea… textualmente. Eso nos descubre Bloodsucking Bastards (Brian James O’Connell, 2015): el mejor modo de aumentar el rendimiento es convertir a tus subordinados en no muertos sin horarios (¿no os suena?)
Como habéis podido comprobar, la Sección Oficial a competición de Sitges no es ni mucho menos lo que más nos atrae de la edición de este año. Noves Visions (One o Plus), las especiales que funcionan como perlas de otros festivales, el Panorama Documenta, Seven Chances, los clásicos restaurados (¡no os perdáis la versión 4K de Belladonna of Sadness (Eiichi Yamamoto, 1973)!)… el festín será pantagruélico. Aferraos a vuestro cartón de maíz reventón y cercioraos de vez en cuando de que lo que estéis comiendo sean, en verdad, palomitas.