August: Osage County, la familia asfixia

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August: OsageCounty

 

Mujeres. Protagonistas. Una familia disfuncional, quizás la familia más disfuncional de la historia del cine americano. Las mujeres de una familia que siguieron caminos diferentes y que ahora debido a una crisis familiar tienen que volver a casa, tres hermanas que se reúnen con una madre, de esas madres que jamás quisieras tener. Esa es la historia de August: Osage County, la película de John Wells.

 

Basado en la aclamada obra de teatro del mismo nombre del dramaturgo estadounidense Tracy Letts y que él mismo adapta para la pantalla asegurándose que se mantiene fiel al original. No se resiente, ni nos hace pensar que proviene de una obra de teatro. La asfixiante y calurosa atmósfera que rodea a esta familia y la casa de los padres donde sucede la historia hace que no sea así.

 

La película empieza con una cita de T.S. Elliot, que el padre de la familia Weston Sam Shepard recita: “Life is very long”. Extraordinario resumen en cuatro palabras de la historia que vemos en pantalla, con un Sam Shepard que aparece poco pero que llena la pantalla, con su voz y sus miradas. Y una Meryl Streep haciendo de matriarca de la familia, Violet, que seguramente va camino del Oscar. Una madre cruel, desquiciada, desbordada y descontrolada adicta a las pastillas y a menospreciar a sus hijas y a todo el que se le pase por delante.

 

august: osage county

 

Se han reunido porque su padre Beverly, profesor y poeta laureado ha desaparecido. Violet padece cáncer de boca y se automedica con píldoras como si fueran caramelos, no es la primera vez que lo hace. Su marido se dedica a beber y vivir entre sus libros de poetas. Su hija mayor huyó lejos de su madre y vuelva ahora con un matrimonio que se desmorona y una hija rebelde que la odia a muerte, temiendo convertirse en un reflejo de su propia madre y de sus propios sentimientos. Ivy es la hija que se quedó y que los sufrió mientras las demás volaban buscando sus propias vidas. La que nunca es suficientemente buena, la que siempre está allí y la que siempre paga los platos rotos. Y Karen es la alocada que va de un hombre a otro, a cual peor, en busca de la felicidad que nunca conoció y que probablemente nunca conocerá. Un bonito panorama al que se unen una hermana de la madre que menosprecia a su hijo y con un marido que está al borde de mandarla a la mierda.

 

Esto no es una comedia, aunque tienen momentos de humor necesarios en este despliegue de mala baba, palabras hirientes, mentiras, secretos turbios y dolor que baña, mejor dicho literalmente inunda a esta familia. Una historia brutal y dolorosa que se te clava en las entrañas. Para ello, el buen hacer de su gran elenco ayuda y mucho. Una Meryl Streep soberbia a la que desprecias desde el segundo uno. Julia Roberts como la hija mayor, la escena antológica de la comida familiar no tiene desperdicio, desbocada y animal, mostrando los límites a los que estas personas son capaces de llegar. Con esa patada en la boca que es su: “I’m running things now!” con la vena de la frente a punto de estallarle. Se olvida una incluso que es Julia Roberts. Ewan McGregor como su marido, un poco desaprovechado, aunque aquí las protagonistas son las mujeres indudablemente, sobre todo el tándem madre-hija/Streep-Roberts. Abigail Breslin como la hija de Roberts y McGregor. El inconmensurable Sam Shepard como el patriarca, con pocas escenas pero que no necesita más, con su voz ya crea el personaje. Juliette Lewis como la hija pequeña y Dermot Mulroney como su prometido. Julianne Nicholson cono Ivy la hija que se queda. Margo Martindale y Chris Copper como los tíos y Benedict Cumberbatch como el hijo de estos.

Y todos ellos, atrapados por el calor de agosto en Osage County, con esas praderas inmensas que nunca se acaban. Las Plains. Como dice el personaje de Bárbara: “Aquí no hay ningún sitio donde esconderse”. Un personaje más, opresivo que se suma al desmoronamiento a la velocidad de la luz de esta familia que ha perdido pie hace mucho tiempo y que ahora parece que dará sus últimos estertores.

 

AUGUST: OSAGE COUNTY

 

Por suerte, acaba la película. Y no porque sea una mala película, sino todo lo contrario porque es tremendamente doloroso e hiriente ver como se desploman uno detrás de otro, todos y cada uno de los personajes, como se desploman y se autodestruyen, como se consumen en su propia mierda, en su propia rabia y en su propio dolor.

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