Cruzando los dedos. Miki Berenyi.

Reconozco que no fui una gran fan de Lush en su momento, y que pasaron algo desapercibidas en mi entorno dentro de todo lo que se movía a finales de los ochenta y a través de los noventa en la música inglesa, pero fue leer las primeras páginas de la biografía de su cantante y guitarrista, Miki Berenyi y saber que iba a leer algo muy pero que muy interesante. El libro se llama Cruzando los dedos.

Miki Berenyi es hija de un inmigrante húngaro, periodista viva la vida, más preocupado por sus ligues que por su hija y de una modelo y actriz japonesa que alcanzó cierta fama tras aparecer en películas como Solo se vive dos veces y que estaba más preocupada por su nuevo marido que por su niña. Aunque Miki vivía en Inglaterra con su padre, este nunca estaba en casa. Su madre se había ido a vivir su nueva vida a Los Ángeles, y aunque la visitaba habitualmente, no tenía una presencia demasiado sólida en su vida. Con ambos padres ausentes y con una vida bastante loca y disipada, hicieron de Miki una persona que huía de las relaciones profundas. En medio de todo esto, también estaba su abuela, que era la que en teoría la cuidaba cuando vivía en casa con su padre, pero que en realidad la maltrataba de formas inimaginables.
Con este caldo de cultivo, no es de extrañar muchas de las cosas que le pasaron a Miki Berenyi. Ella nos lo cuenta en su autobiografía, Cruzando los dedos, que publica en castellano la editorial Contra. A través de la música encontró una vía de escape a toda esa mierda que la rodeaba. Junto a una amiga que conoció en la escuela, Emma Anderson, formó lo que sería Lush y podría decir aquello de: “Y el resto es historia”, pero no. Es mucho más.
En el libro recorremos su historia musical y personal con detalle. La banda grabó a finales de los 80 y principios de los noventa algunos discos con el sello 4AD, alcanzó cierta fama e incluso participaron en uno de las famosas giras del Lollapalooza. Todo esto acabó con el abrupto suicidio del batería, Chris Acland, en 1996, un hecho que dejó destrozada a Miki Berenyi. Pero lo que leemos en Cruzando los dedos es un acto de honestidad brutal en el que la autora se desnuda y cuenta sin tapujos su vida personal, sus traumas, sus relaciones, sus éxitos, sus fracasos, sus miedos y sus diversiones, que de eso también hubo y mucho.
La marcó una traumática infancia con una vida en la que nunca encontraba su lugar, era inglesa pero no lo era porque su aspecto la hacía diferente. Medio húngara, medio inglesa, medio japonesa. No encajaba. Sus padres no eran precisamente un modelo a seguir, bueno, sus padres eran un caso aparte. Los abusos, el abandono, los engaños. De todo eso no se ahorra detalle Miki Berenyi. Y duele. Pero también nos cuenta los inicios de Lush, sus éxitos, las giras de la banda y su efervescente popularidad hasta que dejó de serlo.
Miki Berenyi no tiene miedo de mostrarse vulnerable, al contrario. No se corta tampoco al expresarse sin tapujos y sin pelos en la lengua. El hecho de liderar una banda junto a otra mujer en una sociedad tremendamente machista y en dos géneros como son el shoegaze y el brit pop tan machos, no facilitó las cosas a ninguna de las dos. Pero más allá de todo ello, este Cruzando los dedos es un libro directo, irónico, duro y crudo, emocionalmente brutal que te sorprenderá una y otra vez. Esta es su historia, quizás su compañera de banda explicará otra diferente, pero esta es la de Miki Berenyi. Y tela, lo que ha vivido. Fascinante es poco.