Henry Rollins. Charmingly Obstinate.
Henry Rollins bien merece cruzar el canal de la Mancha y visitar la capital británica. Una ciudad que tiene tanto que ofrecer a cualquier persona que sienta un mínimo de pasión por la cultura. Una ciudad de la que vuelves cargada de libros, discos y experiencias vividas. Teatro, danza, música y por supuesto, spoken work. Hacía ya cuatro años que Mr. Rollins no pisaba la ciudad. Demasiado tiempo. Para los que han seguido su carrera como músico, escritor, actor y todo lo que le echen por delante, verlo solo en el escenario contando su vida, sus experiencias y sus anécdotas no tiene precio, pero también es así para los que no lo han hecho. Y si hay que coger un avión para verlo se coge.
El Barbican se llenó de seguidores fieles, es cierto, como decía en su entrevista para Hard Talk de la BBC, los que van a ver sus shows son conversos, gente a la que no tiene que convencer, que comparten sus ideas. En esta ocasión presentaba Charmingly Obstinate. Irreverente, divertido, sincero hasta la médula, Mr. Rollins consigue hacernos reír sin parar, pensar, cuestionarnos las cosas. Lo hace además durante tres horas. Si, se dice pronto, tres horas sentados en una silla pero que se pasan como si fueran tres minutos. Y cuando se despide tras horas de verborrea imparable, ni un vaso de agua ni una respiración profunda para coger aire, quieres más y más. Es el efecto Rollins. Y nos deja sueltos aunque querría retenernos durante días si pudiese, porque su habitad natural es el escenario. En él es donde se siente mejor. No se cansa de decirlo. Le creemos.
¿Cómo no vas a engancharte a alguien que empieza su espectáculo contando como conoció a Bowie? Lo hizo además mostrando el máximo respeto por el maestro. En el fondo Henry es otro fan como nosotros y quizás por eso sus historias con otros músicos son tan divertidas. Cuando las cuenta, nos hace partícipes, como si las viviéramos nosotros mismos junto a él. Ojalá hubiéramos podido ver a Bowie y charlar con él. Ojalá hubiéramos conocido a Lemmy, otro de los grandes protagonistas de la noche. Se han ido, pero nos queda su música y las innumerables anécdotas que este hombre nos va contando a lo largo de los años.
Pero Henry Rollins no es solo música, es conciencia, es realidad. Es diversión si, pero también son viajes, experiencias que hacen abrir la mente y explorar nuevas realidades. Sus viajes son protagonistas de sus monólogos, tan importantes en su vida, en constante y absoluto movimiento. Casi no deja que su sombra se pose sobre el suelo y ya está partiendo en busca de otro show, otro lugar en constante búsqueda de la vida vivida al máximo, exprimida hasta la última gota. Esa vida que tantos desean y que muchos no se atreven a vivir. La del vagabundo por elección, la del viajero de verdad, no el turista ocasional, la de la persona que escoge su camino con todas la consecuencias y no se arrepiente. Y como dice Lemmy en la promo de Gutferdämmerung (otro de los proyectos del incansable Mr. Rollins que podremos ver en el Azkena Rock Festival de este año), si no te gusta, Fuck off. Aquí hemos venido a ver a Henry Rollins en todo su esplendor y lo hemos hecho. Sincero, brutal, divertido, necesario. Ojalá se acercará por aquí, aunque si no lo hace, tampoco importa, se coge un avión y se va uno hasta donde haga falta.