Estiu 1993. La mirada de la inocencia perdida.

 

Carla Simón ha convertido su ópera prima en todo un éxito inesperado. Primero ganando el premio a la mejor ópera prima en la Berlinale y el gran premio especial del jurado en la sección Generation Kplus, destinado al público juvenil, ex aequo con la coreana Becoming Who I Was de Chang-Yong Moon. Y segundo consiguiendo la Biznaga de oro en el festival de Málaga. Aquí pudimos verla en estreno exclusivo en el D’A Film Festival. Este mes se ha estrenado por fin en las pantallas de cine del país. Decía nuestro ilustre Jorge-Mauro de Pedro en su repaso a lo visto en el D’A sobre ella: “Cada año hay una película parida cerca de nosotros que sabes que hará fortuna. Que independientemente de sus logros artísticos, se ganará el corazón del público por méritos propios. Este año ese título ha sido Estiu 1993. La ópera prima más deslumbrante en muchos años; esa cinta ante la que el crítico sólo puede bajar el bolígrafo y salir algo azorado de la sala, simulando que se le ha metido algo en el ojo”. Y lo cierto es que lo ha clavado.

 

Estiu 1993

 

Porque cuando una sale del cine después de ver la película, lo hace con la lagrimilla recogida en el dedo en la oscura sala de cine para que nadie vea que te has emocionado a moco tendido. Estiu 1993 cuenta la historia de Frida, una niña que pierde a su madre y tiene que irse a vivir con sus tíos y su prima al campo. Su periplo personal de Barcelona a un pueblo de la Garrotxa y la relación que establece con sus parientes son el puntal de esta historia que narra con naturalidad apabullante como un niño se enfrenta al dolor de la pérdida. Impresionantes interpretaciones de las pequeñas Laia Artigas como Frida, la niña de seis años protagonista de la historia y Paula Robles, como Anna su prima pequeña. E impresionante trabajo de dirección para hacer que las jóvenes protagonistas hicieran la historia real. Especialmente destacado es el papel de Laia Artigas, que dice más con una mirada que con cualquier frase. A través de sus miradas, sus silencios y su actitud, Simón nos cuenta esta historia que es la suya, está basada en su propia vida, con una visión totalmente personal. Desde la luz veraniega que se cuela por cada resquicio de la casa nueva donde va a vivir Frida, los desayunos de leche y galletas, los juegos de las niñas, los baños en el río,…Un retrato costumbrista de un verano cualquiera que se vuelve especial porque es de esos que te marca para toda la vida.

 

Estiu 1993

 

Historia cotidiana contada con mimo, tocada por la tristeza de la pérdida de su madre, la soledad y el nuevo mundo (y nueva familia) que se abre ante ella. Ese desconocido al que se enfrenta con la desenvoltura que los niños tienen, más apabullante que la de los propios adultos, que difícilmente pueden disimular la incomodidad que la muerte les produce. Estiu 1993 es una pequeña gran joya. Quizás pueda parecer un poco lenta, pero lo cierto es que la vida en los pueblos y más en verano, transcurre así, pausada y serena, entre días largos y calurosos, juegos infantiles y helados de colores.

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