La imagen perdida. Rithy Pahn.
Sigo inmersa en Camboya y su pasado. Así que os voy a dar la lata un rato con el tema. Me parece tremendamente interesante y necesario que estas historias se conozcan. Y ver la obra de Rithy Pahn es una buena forma de hacerlo. Toda una generación perdió sus recuerdos familiares. Aquel fatídico 17 de abril de 1975, en el que las fuerzas revolucionarias de los Jemeres Rojos ganaron la guerra e hicieron exiliarse a la población de la capital de Camboya Phnom Penh, Rithy Pahn tenía 11 años. Todos los ciudadanos fueron enviados a campos de trabajo, la intención era construir una nueva sociedad comunista, ya no existían ni eran necesarios los profesores, ni los médicos, lo único que existía era Angkar, la organización. Ellos decidieron convertir a todo el país en campesinos, obligarlos a trabajar en campos de arroz, cavando zanjas, diques, presas,…matarlos de hambre y desesperación. Borrar sus recuerdos. Lavarles el cerebro con sus sesiones de adoctrinamiento. En el intento se cargaron a casi dos millones de personas.
El cineasta Rithy Pahn rememora toda esta historia en busca de la imagen perdida de su juventud. Y lo hace a través de sus propios recuerdos y los de su familia, los perdió a casi todos por el hambre, la esclavitud y las enfermedades. Ya no hay fotos, ni imágenes agradables, no hay objetos que rememoren bellas experiencias. Hay un antes y un después en los recuerdos de Pahn. Aquel día, su vida cambió para siempre. Los camboyanos fueron despojados de todas sus posesiones. Se les vistió de negro y se les asignó un número. Habían dejado de ser personas. Pahn recrea esos terribles momentos a través de figuras talladas en barro. En algunos momentos de la filmación vemos como son creadas. Recuperando la imagen perdida de aquellos años y contraponiéndola a las imágenes que sí perduraron del régimen de Pol Pot, las películas de propaganda en las que los trabajadores salían sonriendo mientras picaban piedra o aplaudiendo a rabiar al líder supremo y sus compinches. Dos realidades totalmente contrapuestas.
Le robaron el pasado, sus recuerdos, pero Pahn ha sabido recuperarlos con maestría a través de estas figuritas de arcilla tan expresivas en su sencillez y su simplicidad. Capaces de transmitir el dolor, la desesperación, la pérdida de un pueblo que vio como era aniquilado por unos ideales absurdos. Una historia universal que a la vez es un relato íntimo de sus recuerdos más dolorosos. Una voz en off en primera persona nos la relata mientras observamos cobrar vida a las figuritas de arcilla, que no se mueven, pero expresan sentimientos. Pahn no necesita de imágenes terribles, las podría haber conseguido, el arte crea mejores imágenes, más directas. Nos las cuenta como un cuento, una pesadilla para que los niños no se duerman, para que despertemos del sopor.
La mirada de Rithy Pahn es poética, encuentra la poesía en el horror, nos la cuenta y nos atrapa. No basta con mostrar lo que pasó una y otra vez, es necesario comprender y creo que eso Pahn lo consigue con creces. Esa es la magia del cine cuando tiene detrás a alguien que sabe hilar fino y crear historias impresionantes como esta, con apenas una voz en off y un montón de figuritas, que dejan de ser muñequitos para convertirse en verdaderas personas. Para poner imágenes a una historia que perdió las suyas.
Podéis ver la película en Filmin aquí.