Rosas Danst Rosas. El movimiento perpetuo.
Dentro del itinerario Partitures del Mercat de les Flors, se ha podido ver de nuevo uno de los clásicos de la danza post-moderna, Rosas Danst Rosas de la bailarina y coreógrafa belga Anne Teresa De Keersmaeker. Una de las grandes piezas de la danza contemporánea que se estrenó en 1983 y que es uno de los referentes de la misma. Interpretada por la compañía Rosas creada por De Keersmaeker, es una de las pocas piezas de la compañía, junto a Fase,que se siguen interpretando en la actualidad.
Cuatro bailarinas sobre el escenario. Sin a penas atrezzo, unas sillas y unos zapatos que se unirán posteriormente a sus pies en principio descalzos. Vestidas exactamente igual, sus movimientos serán gemelos cual espejos. Minimalista, la pieza empieza sin música pero pronto se volverá protagonista indiscutible. La composición musical repetitiva y percusiva de Thierry De Mey y Peter Vermeersch, creada para esta coreografía, marca un camino in crescendo de movimientos que se bailan una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Hasta la saciedad. La música sube de intensidad y los movimientos se aceleran. Las bailarinas parecen exhaustas pero aún así siguen bailando. No como autómatas, al contrario, en la repetición del movimiento se vislumbra su humanidad. La tensión emocional sube enteros mientras bailan sin descanso los mismos movimientos, coordinándolos, intercambiándose papeles. Casi de forma matemática, con un rigor pasmoso, la música y los movimientos van creciendo y creciendo hasta el agotamiento. Movimientos femeninos que revelan una estructura definida. Una historia dentro del movimiento perpetuo.
La música, el cuerpo y el movimiento se unen en un todo emocional en este Rosas Danst Rosas. Reconozco que no tengo mucha idea de danza y no puedo hablar de técnica pero si de emociones y esta pieza las provoca. La incomodidad a la que se enfrenta el espectador, al ver a las bailarinas, primero tiradas en el suelo con movimientos lentos pero en cierta manera angustiosos. Luego, cuando estos se aceleran y la acción se precipita. Sentadas o de pie. Una y otra vez, como un día sin fin que nunca se acaba, como la vida que nos regala un día tras otro de repeticiones que convertimos en nuestra cotidianidad. Los movimientos que bailan parecen sencillos, pero seguramente es engañoso. Este espectáculo requiere una fuerza y un aguante que cualquier otra persona que no se dedique a esto no podría soportar. La tensión física y emocional se hace patente. Y la música te atrapa, te sostiene y casi te lanza de lleno a la danza. Dan ganas de bailarla. Me sorprendo a mi misma durante la representación moviendo el pie al ritmo de la misma. Me tiene atrapada.
Repito, no soy una experta en danza. Me gusta y la disfruto. A veces la entiendo, otras no tanto, pero Rosas Danst Rosas creo logra conectar con el público de una forma casi primitiva, quizás gracias a la música percusiva, pero también gracias a las cuatro mujeres que la interpretan, que la bailan hasta la extenuación. Es un trabajo, sobre las emociones que transmiten y la imagen de la mujer que representan, que nadie debería perderse. Si vuelve a pasar por nuestras tierras, no dudéis en ir a verla.