¿Quo Vadis, Juego de tronos?

La última temporada de esa serie y fenómeno sádico-social titulada Juego de tronos –o la sabia combinación de espadas, dragones y tetas en un sospechoso y rudo medievo europeo- nos ha dejado patidifusos a los que empleamos algunas docenas de horas de nuestras vidas en leernos su (supuesto) referente literario: la Canción de hielo y fuego del George R. R. Martin. fotonoticia_20150413173104_800 ¿Qué ocurre cuando un escritor que se ha pasado un tercio de su vida tratando de erigir una nueva mitología ahistórica se ve superado por el triunfo de esas mismas tramas catódicas? ¿Hasta qué punto sus compromisos contractuales le pueden llevar a cerrar en falso una machada que se anunciaba pomposamente como “la novela río más espectacular jamás escrita” (bueno, con el permiso de varias sagas samurais y de nuestro Benito Pérez Galdós)? ¿Las series de televisión se dedican ahora a spoilear a la literatura épica con el consentimiento expreso de sus autores? ¿Acaso no es indicativo de la imbecilidad de los tiempos que este articulista utilice, precisamente, el palabro “spoilear” existiendo “destripar”, “arruinar” o “aguar la fiesta”? Sin más, vamos a hacer un repaso a los puntos más polémicos, a las desviaciones más flagrantes, a alguna traición y a alguna licencia (no del todo poética) que se han tomado los desarrolladores de la serie. Ni que decir tiene que si no te has leído los libros ni has visto la serie hasta la última temporada emitida, el seguir leyendo te privará de un gran placer. Tú mismo. (No admito insultos a posteriori. Sí, voy a decir quién muere y quién lo mata. Que lo dejes ya. ¡No sigas, insensato!) – La odisea fatalista de las hermanas Stark continúa. Pero que conste: ¡en el libro la Sansa con la que se emparenta Ramsay Bolton no es tal, sino una sirvienta que se le parece! Ancha es Castilla y el Dominio ni te cuento, por lo que… ¿es necesario que crucen sus caminos con tanta asiduidad los personajes principales (si en verdad hay alguno?) Aunque qué demonios, ¿acaso ella no es una Stark? ¡Pues ya está! Su sino es ser humillada, vejada y quizás decapitada, pero… ¿también violada? ¿De verdad? – Pero… ¿quién mató a Joffrey Baratheon? Pues parece que el enigma ya no es tal: fue un apaño entre Meñique y la matriarca de los Tyrell. Entre el misterio y la constatación de lo evidente, los guionistas están apostando por esto último. Esperemos que no nos acaben explicando la maldición de Valyria con un clip de animación. – El presentido desastre de las tropas capitaneadas por Stannis Baratheon deja de ser “presentido”: se consuma su derrota absoluta frente a las huestes de los Bolton. El paseo del bastardo rematando enemigos en pleno campo de batalla tiene algo de reverso tenebroso de Enrique V. – Pero… ¿no había quedado terriblemente desfigurada –cuanto menos- Brienne de Tarth? ¿Qué hace ahora en las inmediaciones de Invernalia? ¿Realmente se

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carga ella a Stannis? ¿Para vengar a Renly Baratheon? ¿Quién coño se acuerda ya de Renly? ¡Madura de una vez, Brienne! – ¿Pero Samwell Tarly no estaba camino de Antigua? ¿No había pasado de él su “buen amigo” Jon Nieve, embarcándolo en un viaje por medio mundo conocido en el transcurso del cuál, precisamente, moría el maestre Aemon? ¿Y no lo hacía con la salvaje a quién el lord comandante número 998 de la Guardia de la Noche le había pegado el cambiazo de su hijo por el de Mance Rayder (por motivos puramente estratégicos, nada de humanitarios)? Se ha preferido aparcar esta línea argumental para la sexta temporada, a la espera de que el bueno y torpe de Sam encuentre “algo” rebuscando entre los libros de la ciudad donde se forman los maestres. fotonoticia_20150401125101-15041254219_800 – ¿Qué hace Jaime Lannister en Dorne? ¿Y qué hace Bronn, el ahora lord del Aguasnegras pero en nuestros corazones aquél mercenario amoral que tan buen servicio le prestase a Tyrion, secundándole? ¿Y qué me decís de la muerte de Myrcella en brazos de su –recién confesado- padre? ¿Era necesario subrayar todavía más lo sibilinas que son las serpientes de arena? El conflicto entre la casa Martell y Desembarco del Rey era inminente, y es de suponer que el pardillo y gotoso Doran Nymeros morirá en alguna conjura palaciega, pero… ¿no os parece que la imagen que proyectan de ese trío de féminas con debilidad por el veneno y el top less carcelario se asemeja más al de un grupo de pop-rock de los 80? A veces, cuando las veo alineadas y practicando poses por los jardines, me da que se van a arrancar a cantar el People from Ibiza… – ¿Jorah Mormont tratando de reconquistar los favores de la Madre de Dragones bajando a la arena de los reñideros? La escena es potente, pero el suspense está planteado de manera antitética al referente literario: el intento de envenenamiento de la reina, la presencia jactanciosa de los caudillos de los ejércitos sitiadores, el barullo, el caos de la llegada del dragón –sin su función de “salvador en el último minuto”-…. cambiado todo por la innecesaria irrupción, en tropel, de Los Hijos de la Arpía. Poco sutil. – Varys, la Araña, parece estar detrás de la conspiración inter-Reinos para devolver a una Targaryen al Trono de Hierro. Sin perspicacias: aunque llevaba un par de libros desaparecido de las intrigas de Martin, en esta quinta temporada vuelve de entre los muertos y se muestra dispuesto a apoyar a Tyrion en sus nuevas atribuciones -¿gobernador de Meereen?- aportando su nutrida red de espías. – La necesidad de explicitar la amenaza. Porque por muy sucias que sean las imágenes, a las ficciones filmadas a veces les cuesta describir precisamente eso: la oscuridad. No era necesario ver como las hordas zombies se pulían a la mitad del Pueblo Libre en Casa Austera. Entendemos que los no-vivos se aproximan al Muro. Que sí, que dan mucho yuyu. – Y más muertes por doquier, aunque no vengan a cuento. Al inopinado deceso de Stannis se suma el de su hija, ser Barristan Selmy, el marido (quizás) traicionero de Daenerys de la Tormenta, el instructor de Arya en las bondades del Dios de Muchos Rostros… si la gente quiere muertos, tendrá muertos. otro1 Acabemos reconociendo que sabemos lo que significa una “adaptación”. Y que en ningún momento hemos hablado de traición “al espíritu” de la obra original, ni mucho menos. Y que nos tiene arrebatados la interpretación de Theon Greyjoy, la del Gorrión Supremo, la neopenitente Cersei, Tormund el Matagigantes o el mismisimo Jorah Mormont. Pero en aras de su visibilidad y mejor digestión, sería una pena que el conflicto se desencadenase demasiado pronto, que el drama-culebrón superase al planteamiento nihilista de lucha de opuestos. Y es que como George nos ha enseñado que no puedes fiarte de los vivos, casi nos da por pensar que los muertos tendrán sus razones. Esperemos que el fuego no se imponga con simpleza hollywodense a un invierno que esconde el secreto olvidado de Poniente. Que el George escritor, en definitiva, se sobreponga al George guionista.

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