Mark Lanegan. Bikini. Barcelona.

Nos hemos acostumbrado a ver a Mark Lanegan por nuestras tierras. Es prolífico como pocos. Saca disco año tras año y por supuesto, vuelve a visitarnos para presentarlo. Es una cita ineludible. No suele defraudar en sus directos. Esta vez volvía el príncipe de las tinieblas y lo hacía sin tantas tinieblas. La bestia de la oscuridad y las letras torturadas parece que ha encontrado una cierta estabilidad emocional que le permite acercarse un poco a la luz. Un poco, no exageremos. Presentaba en directo su último trabajo Phantom Radio, un disco más luminoso, dentro de los parámetros Lanegan, por supuesto.

 

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Abrieron la noche The Faye Dunaways, la banda formada por el bajista y guitarrista Fred ‘Lyenn’ Jacques (LYENN, Dans Dans) y el teclista Aldo Struyf (Creature With The Atom Brain, Millionaire). Ambos forman parte de la banda de Lanegan. Su música es oscura psicodelia, blues distorsionado y electrónica. Impresionante descarga sonora para comenzar. Tomamos nota.

 

Duke Garwood fue el segundo telonero. El guitarrista y cantante inglés ya ha acompañado a Lanegan en anteriores giras, como telonero y como guitarrista del propio Lanegan en sus giras en acústico. Juntos como equipo compositivo publicaron Black Pudding. Garwood factura un blues folk oscuro y distorsionado, perfecto acompañamiento.

 

Tras los teloneros, subió al escenario Mark Lanegan. Hay que reconocer que iba un poco perjudicado. Se le veía tambalearse ligeramente, incluso bailar. Recordemos que Lanegan vive amorrado a su micro y sin moverse apenas un ápice, verlo bailar fue casi un shock. Al dar las gracias pudimos oír su voz de cazalla. Pero cuando cantaba era otra historia. Reconozco que en las primeras canciones no me enganchó y temía que no acabara el concierto. Pero empezaron los clásicos y todo fluyó. El concierto fue en progresión ascendente. Temas como “Hit The City” de  Bubblegum, “The Gravedigger’s Song” de Blues Funeral o “One Way Street” de Field Songs son sus cargas de profundidad, temas con los que logra engancharte. Su profunda voz salida del averno casi sigue emocionando.

 

De su último disco sonaron la rítmica y totalmente bailable “Harvest Home”, la potente “Dead Trip to Tulsa”, la progresiva “Floor of the Ocean” y la delicada “Torn Red Head”. Un par de canciones más de su último disco cerraron la noche ya en los bises, aunque primeros nos golpeó sin piedad con “Methamphetamine Blues”. Acabó con “The Killing Season” y “I Am The Wolf”, quizás las más flojas del set, de electrónica demasiado marcada y con un Lanegan agotando las últimas energías que le quedaban. Quizás no es el mejor concierto de Mark Lanegan, pero fue un buen concierto. Nunca defrauda.

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