Cruïlla 2016 o el día que vimos a Robert Plant
Otro año más y el Cruïlla nos ha ofrecido su propuesta más diversa, para todos los públicos. Desde los amantes del jazz, el soul, el rock más clásico o los ritmos latinos se citan a principios de julio para disfrutar de cartel de este festival que este año tenía como plato fuerte la actuación de la leyenda del rock, Robert Plant.
Bajo un sol de justicia y una ola de calor galopante salió Esperanza Spalding al escenario Time Out para inaugurar esta edición del Cruïlla. El festival más ecléctico de la escena. La propuesta de Spalding es arriesgada pero ella se mantuvo inasequible presentando su experimental pero imprescindible Emily’s D+Evolution. Su disco conceptual, su obra más compleja y quizás la más personal. Miedos y temores transformados en canciones interpretadas con brío y maestría, acompañada de sus tres coristas, guitarra y batería y con su bajo como refuerzo sonoro. Impresionante actuación que lamentablemente se solapaba en hora con otro de los platos fuertes del festival, la de Cat Power.
Si querías disfrutar de ambas no tenías otra opción que dividirte y ver sus actuaciones incompletas. Hace años vimos a Chan Marshall encarnada en Cat Power en el mismo festival en una lamentable actuación que decidimos olvidar. En esta ocasión se lució excelsa, centrada en la música, sentida, sensible, golpeándose en el pecho, haciéndolo canción. Repasó su carrera regalándonos algunas de las mejores perlas de su catálogo y lo hizo con el corazón en el puño, desbocando su música y dejándose arropar por su excelente banda. Mención especial de su batería, marcando el ritmo con maestría. Por fin un concierto de Cat Power como tiene que ser. Exquisito.
Damien Rice ocupó después el escenario principal para ofrecer sin duda, la actuación de la jornada. Ni esa lacra que es la gente gritando y hablando sin parar en los festivales podía ensombrecer una actuación como la suya. Solo con su guitarra, con sus loops es capaz de crear una orquesta entera y con su voz eleva la intensidad emocional de sus canciones hasta derretirnos. No por el calor, que lo hacía y mucho, sino por las emociones que es capaz de transmitir. El irlandés se ha ganado a su audiencia a pulso en diversos festivales, como él mismo dijo, la próxima vez será en un teatro. Ojalá porque sus directos son de esos que se tienen que disfrutar segundo a segundo en el respeto que una sala como un teatro puede dar.
Tras la deliciosa actuación de Rice, Bunbury atacaba el escenario con su sólida propuesta. Mirando al pasado con la primera canción “Iberia sumergida”, recordando temas de Héroes del Silencio como “Avalancha” o “Mar Adentro” y repasando su extensa carrera musical, tiene donde elegir. El público abarrotaba el concierto mientras el zaragozano ofrecía un show trabajado y certero. Se le nota en forma, el escenario es su lugar natural, lo domina a la perfección. La actuación de Bunbury fue larga, hora y media, los conciertos del Cruïlla dejan a los músicos su tiempo y al público la opción de disfrutarlos como si de un concierto normal se tratase. La de Bunbury no fue menos. Aunque a veces se echa de menos más rock y menos sonidos latinos.
Para todos aquellos a los que les importa un pimiento la música, llegó el momento de la fiesta con Chrystal Fighters. A esas horas de la noche ya no importaba que la gente hablase, lo que importaba es bailar y pasarlo bien y eso los ritmos tribales y desenfrenados de la banda lo consiguen a la perfección. Gran parte del público siguió la fiesta con los alemanes Seed o la propuesta de Rudimental. Otros decidimos que era mejor reservarse, aún nos quedaban dos días de festival.
Los más atrevidos desafiaron el calor inclemente para escuchar las primeras actuaciones del sábado, el día que todo el mundo esperaba ver a Robert Plant. Ese día tenía un nombre y era el suyo. No decepcionó. Antes de escuchar a la leyenda, James asaltaban el escenario principal recordando tiempos pasados. Los de Manchester consiguieron hacer bailar al público con su pop rock británico, presentaban su nuevo disco Girl at the End of the World. Gran parte de la fuerza de la banda reside en la presencia escénica de su cantante Tim Booth, sus bailes desaforados y esa necesidad de contacto con el público que le hizo bajar del escenario y dejarse mecer por una ola de manos en varias ocasiones.
Alabama Shakes presentaron su propuesta en el festival después de los ingleses. Uno de los conciertos más esperados, Brittany Howard y los suyos sufrieron de un sonido deficiente en el principio de su actuación. Un bajo que sonaba demencialmente alto hizo peligrar su concierto. Pero nada puede parar el torbellino sobre el escenario que es Howard. Mujer imponente, con actitud a raudales y el rock con más soul en el cuerpo, la cantante y guitarrista dio una lección de presencia con un público totalmente entregado. No faltaron el imprescindible “Hold On” o un potente “Don’t Wanna Fight”. Deseando verlos también en una sala, aunque Howard domina a la perfección un escenario grande como el del Cruïlla.
Y después vimos a Robert Plant con los Sensational Space Shifters. No hay palabras para describirlo con justicia. Plant es uno de esos músicos que hace lo que le da gana, que toca lo que siente y lo que quiere, que no vive de réditos y cuando mira al pasado lo hace con una mirada diferente, con la que su sonido le hace sentir. Su carrera siempre ha sido la de la exploración y nos ha brindado grandes trabajos como aquel delicioso Raising Sand con Alison Krauss o esos sonidos africanos que siempre le han atraído y que han formado parte de su música. Para ello además se hace acompañar de una banda sólida y perfecta que le da el pie adecuado para dar rienda suelta a su voz. Pura emoción, tanto en los temas propios como las versiones de Led Zeppelin, que hicieron saltar más de una lágrima entre el público. Comenzó con “The Lemon Song” y ya nos tuvo rendidos a sus pies durante todo el concierto. También sonó “Black Dog”, una impresionante “Babe I’m Gonna Leave You” que nos hizo vibrar de emoción, “Little Maggie” y un espectacular “Fixin’ to Die” de Bukka White, uno de los ídolos de Plant. Enlazando con Whole Lotta Love nos dejó extasiados y con “Rock and Roll” nos fuimos flotando sobre una nube de la que tardaremos en bajarnos, seguro. Esto si que es un concierto de esos que jamás olvidaremos.
Después de ver a Robert Plant te daban ganas de irte a casa. Algo así era insuperable. Necesitábamos tiempo para degustarlo, para sentirlo y rememorarlo, para comentar la jugada con otros que habían vivido esa misma experiencia. Tras la pausa para creernos por fin que habíamos visto a Robert Plant, Skunk Anansie asaltó el escenario principal. Los ingleses han conseguido mantenerse en forma, su propuesta sigue siendo potente sobre todo gracias a Skin, una fiera sobre el escenario que se mueve sin parar, se tira al público, se mezcla con él y consigue ponerlos de rodillas. Es sin duda, una de las voces femeninas más potentes y enérgicas del rock. La banda ha sabido mirar a los 90, la década que los encumbró, y salir airosos de ella, recuperando su sonido de forma fresca y potente. El Cruïlla vibró con ellos, saltó y cantó con Skin y despidió una noche perfecta para el rock. Aún nos quedaba un día de festival.
El domingo fue la jornada más familiar, en el que el festival ponía un sin fin de actividades para atraer también a los más pequeños. Reforzando así el mensaje de festival abierto y tranquilo en el que toda la familia puede disfrutar de la música. Y que mejor para cerrar esta edición del Cruïlla que Calexico y su rock fronterizo. La banda de Tucson, sólidamente capitaneada por Joey Burns y la potente batería de John Covertino, con un Jairo Zabala miembro de pleno derecho, ofreció un concierto redondo en el que se mezclaban a la perfección los sonidos tex mex con el americana. Marca de la casa, esos sonidos de frontera nos hicieron bailar y disfrutar. Amparo Sánchez aparecía en el escenario, es gran amiga de la banda y ha grabado con ellos, para hacer algunas interpretaciones, en los momentos en los que la banda más se alejaba del sonido que tanto la caracteriza. Aún así, fue la mejor manera de despedir el festival que este año nos ha traído de nuevo grandes actuaciones.