Alcasseriana, vida, muerte y resurrección.

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De la cantidad de literatura que se ha escrito en torno a la conspiranoia, el juego sucio del poder y sus rituales y el esperpento del show mediático en torno a crímenes inconclusos, Alcasseriana y los textos que lo componen sugieren un más allá en cuanto a la crónica llana y superficial que normalmente los medios acostumbran a darnos como alimento. La variedad de estilos así como el elemento poético que destaca con respecto al resto de textos, configuran un conjunto que trasciende en cuanto a libro y vive a modo de alma en forma de literatura. Puesto que la forma propiamente dicha es la que se construye al asimilar el concepto que el libro se atreve a denunciar.

 

Alcasseriana

Alcasseriana es un monstruo construido por varios autores, formando un todo que confluye en la mente y la confunde mediante el juego poético. Pero qué más da si la poesía trata de engañarnos, lo que cuenta es el aura que la rodea. La intención. Y esta consigue otorgar forma y propósito dentro del ataúd negro que la contiene. Lo que para algunos sería un réquiem por las tres almas inmortalizadas en el objeto, para otros sugiere una transmutación del contenido textual en forma de sentimientos encontrados.

Dicha batalla de emociones, mediante la sugestión a la que el texto obliga, confluye en un cúmulo de teorías que se construyen gracias a la intención que regala la literatura; el sentimiento de defección hacia el asesino, en este caso el títere movido por los hilos del poderoso y el apego emocional hacia las víctimas, construyendo un castillo emocional que parte de la explicación del crimen hacia la martirización de la víctima y su simbólica crucifixión. Las niñas de Alcasser sucumbieron ante el arte del engaño con un fin que incluía algunas de las acciones cometidas en el ritual.

Podríamos pensar en poderosos rindiendo culto al mismo Satán o simplemente pensar en la bajeza del ser humano pero, ¿no estaríamos pensando en actos que contienen un mismo fin? De la trascendencia del texto pueden desarrollarse distintos puntos de vista. No es solo una crítica al poder establecido y sus telarañas, sino un alma que abandona el cuerpo y queda inmortalizado en libro que, mediante el uso del arte como fin, juega con la idea de detestar algunos de los aspectos de la perversión del hombre cuando este se alza en pedestales imaginarios con la finalidad de querer jugar a ser dios.

El libro trasciende y el poderoso languidece. De ahí que las tres jóvenes asesinadas sean ahora papel y palabras y juegos poéticos que barrunten futuros actos profetizados por la mala praxis del que se cree por encima de sus congéneres.

De la desaparición del ser invisible también se habla en el libro, puesto que a ojos del pueblo llano, por decirlo de alguna manera, el ser anónimo no es necesario. Solo el conjunto de seres reemplazables puede configurar un todo y puede ser escuchado y tenido en cuenta. De ahí los vergonzosos espectáculos mediáticos y la banalización de la víctima, tan en auge en los tiempos que corren, que sugieren un despertar en la sicopatía de la especie al obviar el alma y el sentimiento de quien es cosificado. Porque el periodismo mal hecho cosifica para ganar adeptos, jugando con las emociones sin haberse lavado las manos. De ahí que podamos ver como algo normal la constante –y muchas veces extenuante- perversión normalizada a la que estamos siendo conducidos.

El libro cuenta con distintos puntos de vista que inmortalizan al género literario que comprenden y lo hacen también direccionados a las víctimas. En realidad no es un ataque directo a los poderes fácticos sino una variante de catarsis que sirva de denuncia y detonante para abrir la grieta mental a la que internet (por ejemplo) y la cultura contracorriente nos invitan. La expansión del conocimiento para entender más y mejor es el peor enemigo del poderoso, quien muchas veces, subestima al de abajo por no tener en cuenta que este consume cultura.

La oposición de lo real, en algunas casos violenta, se opone a las intenciones de la máquina del poder mediante la exaltación artística, convertida esta en arma que cala en la parte racional para anteponerse al inconsciente, minuciosamente esculpido por los poderes fácticos gracias al uso de las herramientas que tiene a su alcance, que no son pocas y peligrosas. El sometimiento de la idea es la principal razón para mostrar autoridad, acrecentando el tamaño del ego hasta convertirlo en monstruo sin forma. La idea de que algo inexplicable nos observa, muta en la particular elección de quien lo sugiere, es decir, la idea de crear historias conspiranoicas que difuminan el relato real para causar temor para que el hombre tema lo que no conoce o no entiende.

Alcasseriana es un hermoso funeral y un canto de almas perdidas. Una retahíla de palabras que forman teatro, poesía y relato para encajar en un todo y a la vez en la nada contenida en el espacio que ocupa el arte. Siendo invisibles las sensaciones que este ofrece, la intención se convierte en latido o quizás en lágrima.

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