15 años de la trilogía del Señor de los Anillos
Efectivamente, hace quince años ya del estreno en cines de El Señor de los Anillos: el retorno del Rey (2003), la película con la que se daba fin al épico tour de force de Peter Jackson.
El fin de semana pasado me entregué con sumo placer y en buena compañía friki a eso que normalmente se llama hacer una maratón de cine, pero que en el caso que nos ocupa no sería totalmente preciso. ¿Y por qué?, te preguntarás.
Pues porque a pesar de que estamos hablando de una duración total de 11 horas, 23 minutos y 59 segundos, no se trata de tres películas sino de una sola. Cuando me leí el libro de Tolkien, lo leí como un solo libro, no como tres.
Y en el caso de las películas, para mí está clarísimo que es una sola historia, no una verdadera trilogía. Es comprensible que la partieran en tres entregas para hacerla digerible en cines de todo el mundo, pero las tres piezas de este puzzle magnífico no tienen sentido por separado.
Todavía recuerdo la sensación cuando presencié la separación de la comunidad del anillo al final de la primera película, se encendieron las luces del cine y mi vida quedó sumida en el vacío más absoluto.
También recuerdo muy bien que las primeras opiniones que escuché en el entorno friki eran tremendamente críticas con la película. ¿Cómo? ¿Habíamos visto la misma película? Muchos haters se llevaban las manos a la cabeza por la ausencia de Tom Bombadil, por los cortes drásticos y demás inconsistencias entre el libro y las películas.
Está claro que no es tarea fácil adaptar al cine una obra literaria de semejante envergadura, y que hay que hacer concesiones. Personalmente, opino que Apocalypse Now es una adaptación majestuosa de la novela El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, y se hizo con una libertad máxima.
Otra cosa muy distinta son las críticas de los espectadores que no conocían el libro y que podían sentirse perdidos o abrumados entre tantas criaturas extrañas y personajes misteriosos. Sinceramente, me cuesta ponerme en su piel para saber si realmente se puede seguir o no la película sin conocer absolutamente nada del libro. En todo caso, me curaría en salud recomendando que si les gustó algo lo que vieron en el cine, que le dediquen unas vacaciones a leerse el libro y luego vuelvan a ver la trilogía. Felicidad asegurada, oiga.
Dicho esto, mi experiencia con la trilogía cinematográfica de Peter Jackson ha sido siempre equiparable a nivel de goce a la que tuve leyendo la obra de Tolkien.
El casting me parece impecable, los escenarios son impresionantes, se transmite no sólo la épica sino la belleza de la Tierra media, los valores humanos, el enigma de la magia… Las películas te permiten adentrarte en un mundo maravilloso, emocionarte, vivir aventuras, empatizar con los personajes, reír, llorar…
Evidentemente, hay detalles que me sobran (como Legolas en monopatín o las bromas excesivas con Gimli), pero cosas así quedan reducidas a meros detalles anecdóticos ante la magnificencia épica de la obra.
Con el paso del tiempo, evidentemente, algunos efectos especiales resultan un poco anticuados (como le ocurre también a la trilogía de Star Wars), pero esto es algo inevitable.
En definitiva, alcemos una copa de cerveza enana y démosle una calada a una pipa de hierba de los medianos para brindar por este regalo que es la trilogía de El Señor de los Anillos de Peter Jackson.
Y de paso olvidemos la existencia de algo llamado películas de El Hobbit. Y sobre la nueva serie, el gran ojo de Saurón la observa desde lejos, temblando de anticipación. Seguiremos informando.