RUSC, Festival de Poesia de l’Espluga de Francolí
Con el zumbido de las abejas empezó este nuevo festival auspiciado por la Fundació Lluís Carulla y el Museo de la Vida Rural de l’Espluga de Francolí. RUSC, colmena, donde las abejas laboriosas crean su miel en forma de poemas y donde propagan su polen, lo extienden gracias al viento de la marinada que nos bañaba en aquella tarde de finales de julio, al aire libre, en el delicioso entorno del patio del museo. Como el propio Jordi Carulla afirmó la poesía nos llega a través de las palabras que viajan como abejas hasta el público para darnos sus miel, sus poemas, sus versos, sus creaciones.
Las golondrinas aleteando y con su canto suave y melodioso sobre el cielo azul, las paredes de color terroso que nos rodeaban, como la tierra que nos da vida, el verde de las parras, la marinada agitando con su soplar fresco los poemas y llevando las palabras de los poetas más allá de nuestros oídos. Y cinco poetas recitando sus versos. Como abejas dentro de una colmena poética a rebosar de miel versificada.
Tras las presentaciones a cargo del vicepresidente de la Fundació LLuís Carulla, Jordi Carulla, la poesía de Jordi Pàmias. Poeta de Guissona experimentado, ha dedicado más de 30 años a la docencia de lengua y literatura. Sabia, miel añeja con homenaje a Verdaguer incluido. Y algunos poemas de su último libro El Cor del Món, poesía de viajes dividida entre las aguas del Bósforo que bañan la turca Estambul y las aguas del río Moldava que cruza el puente de Carlos en Praga. Como el propio Pàmias recitó en uno de sus versos: “La vida fa una pausa” y nosotros la aprovechamos para navegar por las aguas tranquilas de la poesía.
Las Poètiques del Cos y las Costures de la barcelonesa Mireia Calafell nos sedujo como partes de un cuerpo deseado, anhelado y suspirado, sus poemas sonaron mientras las campanas de la iglesia en la lejanía marcaban las nueve. Cuerpos que hablan de la intimidad, la cercanía y el deseo. Y lo hacen cosiendo versos, uniéndolos en tapices poéticos y dejando que nos cubran. Con hilos invisibles, como una telaraña que nos atrapa, así son sus versos.
El showman se llama Jaume C. Pons Alorda. Desde Mallorca. Poesía espectáculo, diversión pero versos, versos y más versos. Descalzo sobre un escenario que se le quedaba pequeño, nos cantó una glosa popular mallorquina y nos hizo zumbar como abejas, un zumbido que nos invadió y nos transformó por unos instantes en colmena, en rusc. Dejó a la suerte la lectura de uno de sus últimos poemas y le dedicó con fina ironía y retranca otro a Jaume Matas al grito de “¡Aún te quedan quince juicios más!”.
Rosa Lentini, poesía de contraste tras el espectáculo, profunda y de hondo calado. Uno de los aciertos del festival es la elección de poetas tan diferentes y variados, de diferentes colmenas que se juntan en una para crear mieles de diferentes sabores, todas sabrosas y dulces. Leyó varios poemas de su próximo libro inédito, Tuvimos como “La boca de Mahalia Jackson” mientras resonaba en nuestra cabeza la voz clara de la cantante de gospel o “Clase de anatomía”. Historias crudas y dolorosas que te dicen: “Haz espacio para la vida”. Con la ayuda de Jordi Carulla, escuchamos “Bajo las rosas” y “Lluvia” con un epígrafe de la Premio Nobel Herta Müller.
Para cerrar el festival, Perejaume, poeta y pintor autodidacta, nos recitó algunos de los poemas de su Pagèsiques. Empezando con un poema en el que Verdaguer se veía como una abeja, como nosotros, como los poetas allí presentes, deleitándonos en la miel de sus poemas. Poemas sobre la tierra, las plantas, la naturaleza, el cultivar, el plantar tus versos y cuidarlos para que crezcan y florezcan. Nada más apropiado para un Museu de la Vida Rural. Y como él mismo dijo, para volver a la libertad de estar callado, un poema dedicado a el bruc, un arbusto que florece de agosto a septiembre en nuestra tierra, pronto podremos verlo.
Las dos últimas abejas zumbaron a través de imágenes, primero el rapsoda y poeta Pere Lluís Alvau desde el Alguer recitó “Avui” mientras el Nessun Dorma sonaba de fondo. Y para finalizar un poema videográfico en seis escenas de Albert Carreras Ballart. Una oda visual, un astronauta entre abejas que viaja al son de la música de Chopin, delicada y melosa. De los libros al poema y del poema a la imagen, viaje estelar hacia la poesía. Viatge a Mel·lífera, sobran las palabras.
Viatge a Mel·lífera from RUSC | Festival de poesia on Vimeo.
Y así se cerró la noche, con versos e imágenes, con abejas zumbando y una colmena a rebosar de miel. Hasta el próximo festival, hasta la próxima cosecha.
Fotografías: Jordi Vidal