True Blood: Muérdeme vampiro

Hay que reconocer que los vampiros siempre nos han atraído, de una forma u otra, estas criaturas de la noche nos han atrapado en sus telarañas sangrientas. Muchos han sido los que han aprovechado el tirón de los chupasangres desde que Stoker creó a su famosa criatura y los hizo famosos. Primero fue el conde Drácula y luego vinieron todos los demás. Hemos tenido vampiros clásicos en blanco y negro como Bela Lugosi, en color como el gran Christopher Lee en sus encarnaciones Hammer, torturados como el Louis o con sentimientos a flor de piel como el Lestat de Anne Rice, el romanticismo inmortal del Drácula de Gary Oldman de Coppola, el kitsch de Amor al primer mordisco, divertidos como los de El Baile de los Vampiros, sangrientos como los de Carpenter o que vienen dando tortazos como el Blade de Wesley Snipes. Para todos los gustos.
Pero con True Blood llegaron los vampiros subiditos de tono en el caluroso y fogoso sur de los Estados Unidos. Ideales para el verano. ¿Os acordáis del alto índice de mortalidad de Cape Cod, aquel idílico pueblecito de nuestra querida Jessica Fletcher en Se ha escrito un crimen? Pues Bon Temps es lo mismo pero con vampiros, hombres lobos, hadas y mudapieles campando a sus anchas. Y más que morirse, que también lo hacen, muchos personajes se dedican al goce y al disfrute carnal. Un pequeño microcosmos lleno de dientes afilados que nos asalta cada verano, ideal con esta canícula ver esos cuerpos vampíricos esculturales enseñando chicha. Está claro que en Bon Temps, el bromuro no funcionaría ni a toneladas.
Y como protagonista principal tenemos a Sookie Stackhouse, una jovenzuela inocente que acaba liada con un vampiro sureño y que para más problemas lee la mente de la gente. Unas cuantas temporadas y aventuras después, en la quinta, nos encontramos con la verdad revelada. Sookie es medio hada y de ahí sus poderes que por cierto van aumentando, pasando de jovencita siempre en apuros a la que el vampiro salva una vez y otra también a jovencita que sabe defenderse por si sola, aunque no siempre, que cuando a una le salvan siempre puede poner carita de quiéreme un poquito y que le den un poco de cariño. Y enseñar cuerpazos a diestro y siniestro. La quinta temporada flaqueó a pesar de ello, la historia de las hadas parecía sacada de la peor fantasía, lejos de Bon Temps y en un mundo inventado que no tenía nada que ver con lo que representaba True Blood. Y luego teníamos a Bill y su obsesión con Lilith, la primera vampira de la historia, en un final apoteósico de destrucción de plantas de True Blood masiva, asesinatos sin ton ni son, orgías sangrientas made in Lilith y nuestros protas escapando del desaguisado por los pelos, todo acabó con el nacimiento de Billilth cuando Bill, el vampiro eterno amor de Sookie, se bebió la sangre de Lilith y se convirtió en un ser todopoderoso y sumamente peligroso.
La sexta temporada ha empezado con fuerza. Warlow, un personaje del que apenas sabíamos nada en la quinta pero que amenazaba a Sookie, ha tomado forma y con fuerza. Al principio creíamos que sería el gran Rutger Hauer pero ha resultado ser el tatarabuelo hada de Sookie. Warlow por el contrario es un joven apuesto de miles de años. Mitad vampiro, mitad hada fue convertido por Lilith y busca incansable a Sookie, por lo visto parece que la va a conseguir. Está claro que a Sookie los tíos normales no le van. Ya lo dice ella misma, “parece que todo el mundo me llama la zorrita rara y puede que tengan razón”. Por lo menos es mitad hada como yo, debe pensar la pobre. Porque cuando no se lía con un vampiro torturado por su condición, lo hace con uno que disfruta chupando sangre y matando, con un hombre lobo descamisado y musculoso,…Vamos que muy mal no se lo pasa hasta que intentan matar. Y luego por supuesto se pregunta: “¿Cómo es posible que me intenten matar cada capítulo 500 veces? Seguro que si fuera una persona normal, esto no me pasaba”. Pero es que eres mitad hada. Déjate llevar Sookie, por lo menos disfruta del momento.
En esta sexta temporada además los vampiros son perseguidos. Empieza el toque de queda tras la destrucción de las fábricas de True Blood. Los humanos han iniciado una cacería antivampírica con campos de internamiento contra vampiros donde sufren terribles experimentos y del que serán víctima algunos de nuestros personajes vampíricos favoritos como el nórdico Eric Nordman, su pupila Pam o las recién nacidas Tara y Jessica. Mientras Alcide es jefe de la manada de hombres lobos con graves problemas de autoridad, Sam ha perdido a su amada y huye sin fin perseguido por los lobos, el sheriff Bellfleur lidia con sus hijas mediohadas,…
Las tramas están tan activas que no sabemos donde vamos a acabar. Algunos personajes parecen acabados, exprimidos al máximo. Será el caso de Terry al que llevan torturando con sus recuerdos de la guerra hasta que no ha dado más de si. Otros parecen un poco perdidos, como Sam que después de huir tras secuestrar a la pequeña lobita de su novia fallecida no sabemos donde acabará o un Alcide cada vez más violento dejando de lado su parte más humana que le unió a Sookie. Parece que la manada lo ha transformado. Aún así, sufrimos con nuestros chupasangres capturados y torturados con un plan maquinal y desquiciado para su destrucción, mientras Bill se cree el salvador y redentor de su raza, aunque no tiene ni idea de cómo hacerlo y necesita a Lilith para que le lleve de la manita. Un par de cojones Bill o no llegarás a ningún lado. Jason sigue disputándose entre su amor o su rabia contra los vampiros pero eso no le impide seguir luchando, que es lo único que sabe hacer, pega un par de ostias que no das para más, pero es tan tierno, ¿verdad chicas?. Y Sookie, Sookie, querida Sookie sigue pasándoselo teta a pesar de todo. Sino que se lo pregunte a Warlow.
Una serie que empezó magistralmente y que ha ido saltando temporada a temporada un poco a lo loco, sin saber muy bien por donde va pero que nos ha enganchado. Nos enganchó al principio pero no sabemos si lo continuará haciendo. Si sobreviviste a la quinta temporada, estarás esperando a ver hacia donde nos llevan sus locos guionistas, que después de despelotar a todo el elenco han pasado a sacar las ideas más demenciales para cada nueva temporada. Nos sigue quedando Pam y sus miradas de desdén, sus frases lapidarias y ver los cuerpos serranos de Eric y Alcide, pero me parece que no va a ser suficiente, los últimos acontecimientos parecen haber animado las tramas al rojo vivo, a ver si la serie consigue superar tantas temporadas y continuar siendo atractiva, sobre todo ante tanta serie magistral como lanza HBO, no hay tiempo para todo, por mucho que nos guste que los habitantes de Bon Temps nos den un mordisquito. No perdamos la esperanza, el tráiler de la Comic Con echa chispas: