27 años sin imágenes
En una de las sedes de la macro exposición Art, dos punts (en el MACBA de Barcelona hasta el próximo 6 de enero) puede verse el trabajo de Eric Baudelaire titulado La anábasis de May y Fusako Shigenobu, Masao Adachi y 27 años sin imágenes. Una película documental de poco más de una hora que merecería salir del gueto museístico y encontrar su hueco, de manera natural, en la programación de alguna de las salas de esta ciudad que no conocen el vértigo (los Girona, Boliche o Zum Zeig).
La obra establece una analogía con la conocida obra de Jenofonte, en la que diez mil mercenarios griegos se encontraron tirados y sin líder (a Ciro el Joven se lo cargó su hermano Artajerjes II en la batalla de Cunaxa, a tiro de piedra de Babilonia) en el otro lado del mundo conocido. La epopeya cantaba el via crucis de la vuelta a casa, casi dos años de vicisitudes con el aliento del enemigo en el cogote y centenares de miles de sandalias agujereadas. Un sinvivir, oigan.
Pero la historia que de verdad le interesa al norteamericano Eric Baudelaire trascurre veinticuatro siglos más tarde. Nos plantamos en el Japón de finales de los años 60, en plena efervescencia del movimiento estudiantil (sí, en Oriente también tuvieron sus mayos). Vamos a conocer a dos activistas (incluso puede que uno de ellos se merezca directamente la condición de terrorista): el cineasta Masao Adachi y Fusako Shigenobu, nada más y nada menos que la fundadora del Ejército Rojo Japonés (ERJ) allá por el año 1971.
Ambos acabaron recalando en el Líbano tras una etapa de militancia internacionalista y progresiva radicalización, exiliados forzosos con el imperativo de pasar inadvertidos en un país árabe, a pesar de lo evidente de su procedencia asiática. No, no fue una tarea fácil.
Masao Adachi tuvo sus quince minutos de gloria cinematográfica a principios de los años 70, cuando la película Sex Jack (de la cuál firmó el guión) fue seleccionada por la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes. Allí acabó acudiendo junto a otro par de cineastas nipones representantes de la nueva ola (Nagisa Oshima y Koji Wakamatsu). Y fue precisamente volviendo de sus paseos por la Croisette que decidió hacer escala en el Líbano, con el objetivo de rodar una película que ilustrase las difíciles condiciones de vida en los campos de refugiados palestinos. Poco podía imaginarse el bueno de Adachi que acabaría residiendo allí durante casi tres décadas, tras volver en 1974 para filmar la segunda parte de la que daría en llamarse The Red Army/PFLP: declaration of world war.
Su cine era ingenuo y panfletista, mezclando la temática de la liberación de la mujer con la sexplotation pura y dura. Filmes olvidables –por lo poco que podemos ver en el documental- y exaltados (atención a los títulos: Blocked vagina (1963), Female student guerrillas (1969) o El éxtasis de los ángeles (1972)), con mucha fémina en top less empuñando fusiles semiautomáticos contra el cochino capital (Robert Rodríguez en blanco y negro, si) encuadrables en el género del pinku eiga con soflama revolucionaria entre coito y coito.
El periplo de Fusako Shigenobu no fue menos intenso. Lideró a un grupo terrorista que estuvo detrás de alguna de las acciones de mayor repercusión mediática de los setenta, con el mismísimo Carlos –alias ‘el Chacal’– como guest starring. Su ideario era el habitual en este tipo de organizaciones radicales (revolución proletaria en el Japón, finiquitar a la familia imperial… en fin, repásese La chinoise (1967) de Jean-Luc Godard y extrapólese sin miedo), con la violencia (utilícese el eufemismo “acción directa”) como principal bandera. El Ejército Rojo Japonés colaboró con el Frente Popular para la Liberación de Palestina, las Brigadas Rojas y Septiembre Negro, organizando, entre otros, el ataque a la embajada francesa de La Haya, el sabotaje de la refinería Shell en Singapur o un atentado sangriento y absolutamente indiscriminado en el aeropuerto de Tel Aviv: tres pasajeros japoneses abrieron fuego contra la muchedumbre en la zona de recogida de maletas. Veintiséis murieron, en la que viene siendo considerada como la primera misión suicida de la historia del conflicto árabe-israelí.
Cuanto más sabemos de esta facción de tarados, más increíble nos parece que permaneciesen en activo hasta finales de los ochenta. Al más puro estilo camboyano, torturaban a los miembros menos “implicados” en la lucha, llegándose a cargar a catorce de ellos en una sesión de autocrítica hardcore en el monte japonés Haruna, donde tenían instalada su base de entrenamiento (ahora –y con perdón- lo que me viene a la cabeza es la Bananas (1971) de Woody Allen).
http://www.youtube.com/watch?v=-xKwbYQf9fI
El documental cuenta con el testimonio, precisamente, de la hija de Fusako: May Shigenobu. Condenada a crecer sin imágenes (su madre se vio forzada a deshacerse de cualquier registro fotográfico que pudiera incriminarla), la suya fue una infancia cuanto menos anómala. Eric Baudelaire ilustra este hecho con una instalación compuesta por nueve seriografías veladas que complementan la proyección del filme; instantáneas de aquél “no pasado” oscurecidas por completo y que muestran –de una manera literal- aquél “apagón” visual.
El testimonio oral de May –los recuerdos de una época de la que no conserva ninguna otra prueba- acompañan a las grabaciones del artista, efectuadas en el Japón y el Líbano contemporáneos. No nos cuesta hacernos a la idea de lo que debió de significar para aquella niña sin país ni papeles crecer en aquella tierra extraña, el refugio escogido por aquella fuera de la ley que era, ante todo, su madre. May nos habla de momentos, de flashes que acuden a su memoria. De la imposibilidad de hablar en su propio idioma. De los sucesivos cambios de residencia. De la ocultación sistemática de datos relevantes sobre su propia existencia, heredera involuntaria de una lucha que nunca fue la suya.
Fusako Shigenobu acabó volviendo sola al país del sol naciente. ¿Sus razones? Ella misma las explicó, por absurdas o anacrónicas que nos puedan parecer: “el volver a Japón se había convertido para mí en un objetivo prioritario. Quería crear aquí las condiciones necesarias para la continuación de la lucha en mi país. Quería combatir de nuevo, pero sin armas, lealmente, bajo mi verdadero nombre”. No tuvo mucho tiempo para maquinar: en noviembre del año 2000 es arrestada en Osaka, tras un cuarto de siglo como enemiga pública número uno.
El revuelo fue enorme: su traslado en un tren bala asignado especialmente para la ocasión fue retransmitido en directo por la televisión nacional, para acabar siendo condenada en el año 2006 a 20 años de presidio. Mientras tanto, su hija se convertía en una verdadera estrella mediática, tras solicitar la nacionalidad en la embajada de Japón en Beirut y ser entrevistada como antesala a su aterrizaje en el aeropuerto de Tokio.
A Masao Adachi, el cineasta y militante del ERJ, tampoco le fue mucho mejor. Expulsado hacia Jordania y finalmente repatriado a la fuerza, se encuentra en la actualidad prisionero en su propio país –no puede viajar al extranjero-, mientras sueña con retomar su carrera tras las cámaras. Precisamente, cuando Eric Baudelaire contacta con él, sólo recibe una única petición a cambio de contar su historia: que le grabe algunas escenas en el Líbano, con la intención de incluirlas en su futuro filme. La suya –como la de los mercenarios griegos- fue una aventura larga y triste, en la que se confunden el fervor político, la ingenuidad y el fanatismo.
Quizás la única superviviente a este fantástico embrollo sea May, la mujer sin imágenes de sus primeros 27 años de vida. Mientras su madre sigue cumpliendo condena, su historia vendría a ser el reverso tenebroso de la Anábasis, con un epílogo en forma de incomprensible éxito, para pasmo de Ortega y Gasset y sus masas pendientes de rebelión. Porque May Shigenobu publicó un libro con sus memorias (Desde Palestina al país de los cerezos: 28 años con mi madre), se interpretó a sí misma en una ficción estrenada en 2006 y acabó como comentarista política especialista en Oriente Medio.
Si, el mundo… ese lugar extraño.
¿Todavía es visionable en el MACBA? No encuentro la exposición/actividad relacionada.
Hola Carol,
Aquí tienes el link de la página del Macba donde habla de la exposición Art, dos punts dentro de la qual está el documental del que hablamos: http://www.macba.cat/ca/expo-art-dos-punts/1/exposicions/expo
Efectivamente, Carol.
Hasta el seis de enero, en la sala de proyecciones de la planta 2 (al fondo según subes por la rampa). Consulta horas: lo pasan alternativamente subtitulado en castellano e inglés.
Gracias chicos. ¡Ganazas¡