Warhaus, o el irresistible arte de la conquista

warhaus3Fotografías y vídeo de Antoni Peris

Warhaus 
Sala Sidecar
Lunes 27 de noviembre

Está claro que Warhaus dejó un buen sabor de boca en su paso por el Vida Festival del verano pasado, a juzgar por la entrega del público que agotó las entradas de la Sala Sidecar.

También está claro que su vocalista y líder, Maarten Devoldere, arrastra a una buena legión de fans femeninas. Y viéndolo de cerca, con esa presencia y ese estilo de enfant terrible clásico, no cuesta entender por qué.

Warhaus se consolida como un proyecto prometedor, con aires a Leonard Cohen, Serge Gainsbourg y sobre todo Nick Cave, con letras sugerentes, una sonoridad minimalista pero muy rica y una puesta en escena acertada y seductora.

danielLa velada empezó con la actuación de Daniel Lumbreras, un cantautor de Barcelona que es bastante inusual (especialmente a nivel compositivo y vocal). Sus canciones se basan en un folk de raíces celtas, brasileñas y africanas), y no tienen una finalidad narrativa o lírica, sino que su voz se dedica a experimentar por parajes fonéticos sin palabras en ningún idioma conocido.

¿Te imaginas un unplugged de Sigur Rós haciendo versiones de Tinariwen? Pues no se parecería en nada a Daniel Lumbreras, pero estoy seguro de que a él le gustaría. Me dio la impresión de que su música no le llegó a todo el mundo, pero a mí me pareció interesante y pienso seguirle la pista. Podéis investigar en su música aquí.

Entonces llegó el momento que todos (y especialmente todas) esperábamos. Maarten Devoldere y sus tres compañeros irrumpieron en el diminuto escenario del Sidecar para presentar el segundo álbum de la banda, llamado sencillamente Warhaus.

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Lo primero que me sorprendió fue la ausencia de Sylvie Kreusch, que no solo bailaba y cantaba en su última visita, sino que se me antojaba como una especie de alter ego o contrapunto vital de Devoldere. El diálogo silencioso e intrigante entre los dos constituía una especie de hilo argumental invisible del concierto. Sin su presencia, el cantante parecía adquirir un tono más sombrío.

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Sea como sea, Warhaus dieron un concierto impecable. Desde nuestra posición privilegiada a primera fila, pudimos empaparnos del estilo y la elegancia de Devoldere, y de la sólida banda que lo acompaña (a destacar el multiinstrumentista que hace de mano derecha de Marteen).

La banda ofreció un repertorio que combinaba canciones del segundo disco con los temas más populares de su opera prima. Hubo momentos de intensidad y otros de intimismo, pero siempre esa atmósfera de misterio tan nickcavescamente irresistible.

Bailamos coreografías interiores forjadas por la nouvelle vague, coreamos canciones de deseo y despecho y, en definitiva, transitamos durante un buen rato por el universo de Devoldere.

Eso sí, espero que para su tercer álbum la fórmula se expanda y se enriquezca, porque parece que en el segundo álbum se repiten un poco los patrones del redondo We Fucked A Flame Into Being (que me parece superior).

En todo caso, fue una gran actuación de una banda en un gran momento, que estoy seguro que volveremos a ver por aquí muy pronto.

Como despedida, os dejo con un pequeño fragmento de la noche. Yo, de algún modo, todavía sigo allí.

 

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