Visto en el D’A 2019 (y IV): 12 momentazos

Se acabó la edición de este año del D’A Film Festival Barcelona, protagonizada por el fuerte tirón asiático y latinoamericano. Los premios gordos fueron para Familia sumergida (Talents y el de la crítica) y An Elephant Sitting Still (el del público). También recibieron galardones o menciones Hamada, Letters to Paul Morrissey, Ruben Brandt, Collector, Suc de síndria, Young & Beautiful o Sophia Antipolis.
No queda mucho más por decir, salvo hacer apología final del (mal) gusto propio. Os dejo pues con mis 12 fulgores para la intrahistoria de un festival tan orgulloso de la gente que lo frecuenta como de las películas que proyecta y que volverá en 2020 con la décima entrega. Y esta vez, alejados por fin de la nefanda festividad de Sant Jordi: del 30 de abril al 10 de mayo.
1.- Louis Garrel -que me quedo, que me voy- metiéndole un fake entrañable al también muy entrañable Jean-Claude Carrière, guionista de su fresca y juguetona Un hombre fiel. El encantador de señoras -y señores- tiene las cualidades innatas de un trol en el cuerpo de un tiralevitas exasperantemente seguro de sí mismo.
2.- El momento WTF del patán de Joaquin Phoenix en Los hermanos Sisters, el europeísimo western de Jacques Audiard. Recordad: no, no es una buena idea jugar con garrafones de ácido a medianoche. ¿Y la película? Pues un estimulante cruce entre Dos hombres contra el Oeste, El tesoro de Sierra Madre y la literatura vivencial y utopista de Thoreau.
3.- No lo digo yo, lo dice Toni Junyent: la MILF del festival ha sido Mercedes Morán. Madurez absoluta de una mujer que encuentra en las socorridas crisis femeninas de antaño una nueva oportunidad de reivindicarse y, a pesar de los vivos y de los muertos, reinventarse. Un disfrute incomparable de actriz.
4.- El delirio dress-killer de Peter Strickland en In Fabric, que vendría a ser como si el sastre controlador y sadomaso de El hilo invisible hubiese parido su obra maestra ceñida y rojísima. Concretamente me quedo con las aperturas de puertas del gran almacén y esa desacomplejada comitiva transilvana a la espera de nuevas víctimas. Ten cuidado si una de ellas te pilla por banda: tienen más palique vendedor que el comercial de Vodafone de las 14.15h.
5.- La tensión sexual no resuelta madre-hijo de Continuer. El director Joachim Lafosse prosigue su vivisección de las relaciones materno-filiales en un filme demasiado hermoso y, sin embargo, menos catártico de lo que nos tenía acostumbrados. Eso sí: el nini que amaba a los caballos tiene una leche con toda la mano extendida.
6.- Las pijas unidas jamás serán vencidas. Las niñas bien de Alejandra Márquez Abella, tan porteras, tan poseras, tan ideales. Tenis, shopping, bancarrota inminente y devaluación de la moneda. El ABC de la aristocracia del crimen mexicana.
7.- El porca miseria sin prisa pero sin pausa de la sórdida -y a la vez hermosa- Ray & Liz. Si todavía sigues recriminándole algo a tus viejos, paséate por este ajuste de cuentas autobiográfico que no necesita nada más que… tirar de buena memoria y honestidad sin cosméticos. De todo se sale. Hasta de la familia más arrastrada de toda la Gran Bretaña, miseria mental que lo contamina todo de pereza y abandono.
8.- El final a pie de pista de Winbledon de Amanda. Es muy difícil lo que intenta Mikhaël Hers en este drama tremendista sin tremendismo y con niña en estado de gracia (el Lacoste lo intenta, pero se lo come escena tras escena). Aunque no logre conmovernos durante 90 minutos (el espectador será el que decida si lo intenta con ahínco o no), la traca que se guarda para el clímax es brutal. No toda está perdido, aunque vayas 0-40 en la vida.
9.- El callejeo perpetuo de Matthieu Bareyre en L’Époque. La juventud francesa encuentra en él un altavoz sin ganas de lanzar moralejas ni esgrimir falsos espejos deformantes. Un testimonio arrollador, una foto fija sobre estos tiempos extraños y al que será conveniente volver de aquí a unos años. Mayúscula, poco reivindicada y puesta en la palestra por un colectivo de jóvenes programadores que han demostrado ser gourmets cinéfilos de primer orden. Filmoteca: nada de una vez al mes. ¡Dejadles elegir la mitad de las películas!
10.- El delirio arty de Ruben Brandt, Collector. Si hace un par de años se estrenaba un filme rodado “al óleo” por decenas de admiradores de la obra de Van Gogh, ahora nos llega una virguería húngara que ha tardado ocho años en ver la luz. El quién es quién del corpus pictórico Occidental. La mayor concentración de extras impresionistas, cubistas y fauvistas de la historia.
11.- La mala leche que le dejó al personal la dubitativa Asako de Ryûsuke Hamaguchi. ¿Por qué? ¿Tan claras habéis tenido todas las decisiones sentimentales de vuestra vida? Asako I & II es mucho más que la historia de un alma herida cursi o un cuento moral alrededor del “ni ames a quién amó”. Es un retrato verista -y por lo tanto, forzosamente contradictorio- sobre las querencias, las idealizaciones y el peso del pasado en cualquier ensayo de felicidad futura.
12.- El plano final de An elephant sitting still. Tras media noche saltando de autobús en autobús, nuestros náufragos recalan al fin en Manzhouli. Ha sido un día para olvidar: suicidios, karaoke, bates de béisbol, tacos de billar y perros degollados. Pero ya están ahí. A la espera de un barrito legendario, de un grito de dolor que condense el de todo un país, el de toda una civilización.