The Fall, o el infierno son los otros

The Fall, la caída, el otoño, traducida como La caza. Reflexiones sobre la sombra, la otredad.

Hacía tiempo que no me quedaba fascinada con una serie. The Fall es el nombre. Un trabajo exquisito sobre la sombra y el insondable mundo de la oscuridad que nos habita y atenaza. Sobre los demonios que nos pueblan escondidos bajo 7 llaves.

Gillian Anderson (Stella Gibson) y Jamie Dornan (Paul Spector) son los dos astros sobre los que orbita la cara oculta de la luna. Los matices, el casi susurro, la calma y la violencia más extrema servida en primeros planos donde los ojos se enturbian de llanto, horror y rabia contenida, al mismo tiempo. Los diálogos precisos, elaborados, los guiños literarios y los giros inesperados me han mantenido expectante en cada capítulo. Casi como un bocado que guardas con mimo antes de ensalivarlo para masticarlo lentamente después.

Lo oscuro, lo siniestro, lo perverso, lo sombrío eclosionan como agujeros de gusano en un universo caótico donde el espectador intenta organizar, casi estructurar, la trama, al mismo tiempo que reflexiona sobre la propia sombra.

Para acabar de perfilar esta joya sombría, destaco los alegatos feministas de la protagonista Stella Gibson, antes agente Scully de la también mistérica e inquietante Expediente X, hace menos: Jean Milburn sexóloga en la refrescante y sin tapujos mojigatos Sex Education.

Ella con un temple incluso desconcertante por los hechos que van sucediéndose en la serie, y una sensualidad desbordante que ondula entre camisas de seda, muestra una forma libertaria de amar y de gozar de su sexualidad en un sistema (el cuerpo de policía y el estado) dominado por hombres que la juzgan y la ponen contra las cuerdas en más de una ocasión. Ella, precisa y feroz, pero calmada, alega su libre derecho a ser y a estar en el mundo como le da la gana.

Escribe un diario de sueños, un noctario donde plasma sus sueños y los mensajes subconscientes que la ocupan. Considero que es una poderosa herramienta de auto conocimiento, de desvelar la otredad, una manera creativa y liberadora de lidiar con nuestro multiverso íntimo, con nuestros monstruos. El diario de sueños de Stella sale a la luz como prueba pericial y un dato concreto de su contenido me remite a la interesante escritora Anaïs Nin.

Los nombro a ellos dos: Peter-Paul y Stella como planetas en conjunción, sin embargo todos y cada uno de los personajes que aparecen en la trama muestran su sombra con mayor o menor soslayo.

Mientras escribo estas líneas en esta pantalla virtual, el último capítulo se cierne sobre mí. Levanto la vista del teclado para ser partícipe del final de este acto. No voy a hacer spoiler, pero sí voy a seguir reflexionando durante algún tiempo sobre esta experiencia fílmica, y seguiré investigando, más aún, invitando a cada persona con la que tenga ocasión de trabajar en profundidad a que explore los rincones oscuros y claro oscuros de su personalidad. La sombra como es conocido en libros rojos de «esotéricos disfrazados de psicoanalistas» como C. G. Jung puesta de relieve para que como una cadena de fichas de dominó que se empujan unas a otras, podamos explorar, aceptar y sanar (al menos intentarlo) la sombra colectiva.

The Fall, traducida como la caza de lo sombrío que nos constituye. Fin de partida los créditos del último capítulo surcan la pantalla. Por mi mente navegan ebrias dos citas en forma de fuegos — juegos— de artificio que os dejo para vuestra reflexión:

«Je est un autre» de Rimbaud y «El infierno son los otros» de Sartre.

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