Entrevista a Sigmund Wilder, El arte del autoboicot

David Martínez se esconde detrás de Sigmund Wilder. Un proyecto lleno de energía y pasión que le ha llevado a publicar su primer disco The Art Of Self Boycott. Este jueves 6 de abril lo presenta en directo en la Sala 2 del Apolo de Barcelona. ¿Te atreves a descubrirlo?

 

sigmund wilder

 

Tu nombre es David Martínez. ¿Por qué usar el nombre Sigmund Wilder para presentar tu proyecto?

Crear un personaje ficticio es muy útil a la hora de plasmar emociones e ideas, convertirlas en palabras y expresarlas. Genera ese punto de desdoblamiento de personalidad necesario para no caer en la autocensura. Es una forma de aislar a la persona real de su arte. En cualquier caso, Sigmund Wilder no es un pseudónimo personal. Nadie interpreta en realidad el papel de Sigmund Wilder. Es el nombre del proyecto artístico que lidero y que está formado por un equipo de personas que lo hacemos realidad. Es un planteamiento similar al de bandas que se han identificado con nombres y apellidos de personajes tanto ficticios como reales como Marilyn Manson o Franz Ferdinand.

 

¿Cuál fue el motivo por el que decidiste desempolvar la guitarra y decidirte a llevar este proyecto adelante?

Fue todo muy natural. En ningún momento la saqué del trastero pensando en grabar un disco y publicarlo. Supongo que como todo arte nació de la necesidad de expresar emociones e historias. Con el tiempo, escuchando el disco he podido descubrir y entender que algo me pedía quemar historias no resueltas, fantasmas del pasado y dar salida a energías negativas acumuladas. Todos los temas incluidos en The Art Of Self Boycott esconden historias muy complejas (no necesariamente vividas en primera persona). Las letras tienen un ingrediente importante de desesperación y angustia. Creo que los procesos creativos salen siempre del inconsciente. Hay muy pocas decisiones tomadas desde lo racional en la fase de construcción de las canciones. Así que simplemente me he dejado llevar por el flow natural del proceso.

 

¿Por qué ese título The Art of Self Boycott para tu disco de debut? Es un gran título con una gran sonoridad e implicación emocional, ¿no?

El arte del autoboicot va en el ADN del ser humano. Desde el minuto uno recibimos inputs que nos llevan a no querernos, a creer que no somos suficiente, a envidiar y a valorar lo que tiene el vecino por encima de cualquiera de nuestros logros. Me parece desesperante prender la televisión y ver autoboicot por todas partes. Todos los conflictos son causa y consecuencia del autoboicot. La telebasura es autoboicot. El fast food es autoboicot. Llenarse los pulmones de alquitrán es autoboicot. Me resulta imposible ver un noticiario y no tener en mente en todo momento el clásico de los Manic Street Preachers que dice “si toleras esto, tus hijos serán los próximos”. La pasividad ante la injusticia es autoboicot. Creo que tristemente en Europa vamos a hacer un master respecto a este tema en los próximos años.

 

¿Cuándo empezaste a tocar música y a sentir esa necesidad de expresarte a través de ella?

De adolescente empecé a tocar con motivaciones muy erróneas. Creo que no estás preparado para expresarte mediante el arte hasta que aprendes a respetarlo y a entender que la primera finalidad del arte ha de ser el propio arte. Que en un segundo plano este arte se puede usar para expresar las ideas que cada uno quiera. En mi caso, hace poco más de tres años, a primeros de 2014, cuando decidí intentar expresar mis emociones mediante la música.

 

¿Has estado en otros proyectos musicales anteriormente? ¿Qué aprendiste o te aportaron que ahora puedes utilizar como Sigmund Wilder?

He estado en proyectos por pura diversión como bandas de covers, pero nunca en un proyecto con el planteamiento creativo de Sigmund Wilder. He aprendido que los intereses del arte tienen que primar ante los intereses individuales, que todo proyecto colectivo requiere de una mente pensante y que el arte creado de forma real y genuina es quién tiene que marcar el destino o la hoja de ruta de un proyecto. Cualquier banda o propuesta artística enfocada a la inversa, está condenada al fracaso.

 

Tus letras son muy personales, ¿te cuesta mostrarse así tan directo? ¿De qué nos hablas en ellas?

No me cuesta en absoluto. Las letras describen emociones vividas en situaciones por las que cualquier ser humano pasa o puede pasar . Raramente encontrarás una historia narrada en el disco. Todo son sensaciones. Son las sensaciones experimentadas al vivir determinadas situaciones, algunas de ellas ciertamente extremas. No soy muy partidario de revelar las historias que hay detrás de cada canción. Pienso que la magia del arte reside en que el oyente, el receptor, el usuario puedan hacérselo suyo. Por eso intento ser muy ambiguo a la hora de a la hora de escribir las letras. Las letras tienen que conseguir que todo oyente se haga suya la canción. Creo que una buena canción tiene que hablar de lo que cada oyente quiera que hable.

 

¿Cómo fue el proceso de grabación? ¿Llevaste el disco muy preparado el estudio?

Durante dos años trabajé de forma obsesiva en las demos de los doce temas. Experimenté mucho con los sonidos de cada una de las pistas hasta que las demos sonaban como las había proyectado en mi cabeza y transmitían el espíritu y las emociones que quería expresar en cada una de las canciones. No solté las demos hasta que consideré contenían toda la información que el productor al que pensaba “atacar” podía necesitar para interpretar correctamente qué disco tenía yo en la mente. Parece ser que fue un proceso muy efectivo porque The Art Of Self Boycott ha acabado siendo al 100% el disco que quería hacer. Invité a David Palau al concierto de The Winery Dogs en el Apolo en febrero de 2016. Después del concierto asaltamos una coctelería en el Paral·lel. Tras el tercer Ron le hablé de mi proyecto y de regalé un pen drive que contenía las 12 demos. Pocos días después recibí su llamada para decirme que no daba crédito a lo que había escuchado, que no podía permitir que ese material se perdiese y me propuso convertir esas demos en un disco.

 

¿Qué aporta David Palau, el productor del disco, a tu música y por qué decidiste trabajar con él?

En realidad fue él quién decidió trabajar conmigo. Yo propuse y él dispuso. Lo que aporta él a este proyecto es todo lo que un disco requiere de su productor: dirección, experiencia, criterio, sabiduría, coherencia, confianza, una metodología de trabajo basada en sacar lo mejor de ti y hacer que la construcción del disco se lleve a cabo en la mejor atmósfera de trabajo posible. A mí personalmente me ha permitido despreocuparme de detalles que en condiciones normales hubiera querido controlar al milímetro. Grabar un disco debut bajo la tutela de un productor que además de haber sido galardonado con un Grammy tiene la calidad humana de David Palau es un regalo del cielo. Creo que Sigmund Wilder nunca pudo haber estado en mejores manos y cada vez que escucho el disco me reafirmo en ello.

 

En el disco tocas la guitarra y el bajo pero también te ayudan David Palau y Joan Barbé a la batería y una colaboración al moog de Josep Mas Portet. ¿Cómo decidiste quién tocaría y qué crees que le aportan a tu música cada uno de ellos?

David Palau era obvio. No sólo es el productor del disco, sino también uno de los mejores guitarristas del mundo. Aportó algunas guitarras mágicas y épicas a temas como “Silent Girl” o “Only If We Try ” (el single). Tanto Joan Barbé (batería) como Josep Mas Portet (moog) fueron propuestos por él. Joan Barbé ha aportado su apisonadora rítmica. La solidez de sus baterías es absoluta y pienso que el trabajo que ha hecho en el disco es incuestionable . Kitflus ha aportado la colaboración “mito” no muy habitual en un disco de debut. La colaboración de Kitflus aún me cuesta de asimilar. Él es pura historia de la música. Todos los talentos implicados en el proyecto han aportado una mucho.

 

Dedicas este disco a David Bowie. ¿Qué significa el duque blanco para ti y para tu música?

Significa todo. Es un artista que me enamoró desde la niñez. He seguido su trayectoria a diario durante más de treinta años. Para mí es ejemplo de muchas cosas: de coherencia, de fidelidad a uno mismo, de siempre llevar las cosas dos pasos más allá, de levantarse y remontar tras cada uno de sus “fracasos”, de no poner límites a las cosas y de una fortísima personalidad. Para mí David Bowie significa la manera más interesante de expresar las emociones. Significa la libertad creativa. Significa ser uno mismo con la cabeza bien alta a pesar de lo que los demás opinen. Significa el respeto por el arte. Bowie nunca dejó que ninguno de los accesorios pesara más que la esencia. Nunca habrá otro David Bowie.

 

¿Cuáles son tus otras influencias musicales? ¿Qué grupos o artistas crees que han marcado tu música?

Escucho de todo. Puedo vibrar con Metallica, con Nick Cave o con Brian Eno, pero realmente fue la new wave británica de los años 80 la que marcó mi vida desde muy pequeño. Creo que ese es el sonido que predomina en The Art Of Self Boycott. Bandas como The Cure, Depeche Mode, Echo & The Bunnymen, The Psychedelic Furs, Peter Murphy o Duran Duran. Todas las bandas que aparecieron años después y que bebían de esas mismas influencias como Placebo, Interpol o Editors son también grandes influencias muy presentes en el disco.

 

El día 6 de abril presentas tu disco en Barcelona. ¿Qué verán los asistentes al concierto?

Verán a una banda que se cree hasta la última coma de lo que defiende en el escenario. Creo que podrán ver mucha honestidad e integridad. Llevaremos al escenario los mismo valores con los que hemos gravado el disco. En The Art Of Self Boycott han primado tanto la composición de la música y cada palabra que forma parte de las letras como la forma y la sonoridad que hemos dado a cada una de las palabras y de las notas. Espero que disfruten tanto del show como lo haremos nosotros.

 

¿Cuál es el siguiente paso de Sigmund Wilder?

A corto plazo seguir trabajando en hacer que nuestra música llegue al mayor número de personas posible. Creemos mucho en la cocina a fuego lento. No siempre es lo que nos pide el cuerpo, pero es sin duda la forma en que un proyecto puede crecer de forma sólida. No tenemos pretensiones comerciales ni nos preocupa lo más mínimo el éxito (tal como se entiende socialmente). Así que seguiremos haciendo lo mismo que hasta ahora. Componer, crear y grabar sin condicionantes de ningún tipo, ser fieles a nuestra manera de ver las cosas y reales a la hora de ofrecerlas. Por lo que respecta a nuestro directo, tocaremos allá donde nos llamen.

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