Seward + Jordi Oriol. Reinventando Jesucristo Superstar.
Creo que ya he comentado en alguna ocasión que la primera ver que vi a Seward, en Le Cucine Mandarosso, me quedé en shock. Tanto que aún la recuerdo perfectamente. Creo que aún no me he recuperado. Hay bandas que, desde que las escuchas por primera vez, sabes que te van a dar grandes satisfacciones musicales, pero lo que no me podía imaginar era que iban a ser tantas y tan buenas. Esta vez se han aliado con el director, dramaturgo, actor y también músico Jordi Oriol para transformar la ópera rock Jesucristo Superstar. Una obra que Andrew Lloyd Webber y Tim Rice se inventaron en los setenta y que se ha convertido en uno de los musicales más famosos de todos los tiempos. Todo ello facilitado por L’Auditori dentro de su interesante ciclo Escenes. Este Seward Rise Superstar – In The Mane of Jordi Oriol es un diálogo entre la banda, la puesta en escena y la ópera en sí que funciona a la perfección. Con diferentes momentos y diferentes tempos que acompañan a esta historia, aquí transformada y reinventada para bien.
Reinvención, transformación, transgresión. Nada deja indiferente en esta obra. Se han alejado de la idea original, de la partitura, de la puesta en escena, de la época en la que fue creada, y con ello, tanto Seward como Jordi Oriol, han conseguido crear algo nuevo y único. Se han apropiado de la idea, le han dado la vuelta y han creado su propio relato musical y escénico, lleno de sorpresas y experimentación. Experimentación precisamente es una palabra que define a la perfección a la banda, al igual que al trabajo de Oriol. Se nota que han disfrutado trabajando juntos y que la química ha funcionado. Han encontrado la conexión y equilibrio entre dos mundos que unen música y representación teatral que los encaja de una forma diferente, irreverente y enriquecedora.
La historia transcurre en tres escenarios diferentes. Entre el concierto y el teatro, sin ser ninguno de los dos y ambos al mismo tiempo. Nos acompañan por la vida de este nuevo Jesucristo que consigue sorprender desde el primer momento. El misterio que envuelve a la representación sirve también para poner en situación a medida que los espectadores se van sentando en sus asientos y se sumergen en el relato. Se sientan, sin saber muy bien que verán y sorprendiéndose a cada paso. Una experiencia completa y emocionante. Tampoco quiero desvelar demasiado, la obra merece un largo recorrido y espero que estas tres únicas representaciones en L’Auditori no sean las únicas y puedan ir a más. Simplemente decir que con un decorado minimalista pero efectivo, el espectáculo logra transmitir y emocionar. Y que además, la representación es lo suficientemente efectista, en el buen sentido de la palabra, para sorprender al espectador. La interpretación de la banda y el dramatismo de Oriol bordan el relato, desde los momentos más intensamente dramáticos hasta los más delicados, han sabido crear una criatura viva y emocionante. Una que te hace sentir que estás viendo algo más que excelente, exquisito. Ojalá esta unión siga dando frutos y podamos disfrutar de más proyectos tan refrescantes como innovadores entre Seward y Jordi Oriol.