Sei Shonagon y su Quadern de capçalera o El libro de la almohada
Este libro está considerado la obra fundacional de la literatura japonesa juntamente con el Genji Monogatari de Murasaki Shikibu. Ambos libros fueron escritos por mujeres en una de las épocas más esplendorosas de Japón, la era Heian. Estamos en el siglo X, la corte japonesa está instalada en la capital del momento Heian (el Kyoto actual). Sei Shonagon, al igual que Murasaki Shikibu, era una cortesana.
El Quadern de capçalera, o Libro de la almohada en castellano, de Sei Shonagon es uno de los diarios íntimos más conocidos de la literatura universal, no solo de la japonesa. Sei Shonagon era una dama de la corte imperial al servicio de la emperatriz y como tal la conocemos en este diario tan personal. Shonagon era hija de Kiyohara no Motosuke, uno de los como Sanjūrokkasen, los «Treinta y seis poetas inmortales», que fue gobernador de las provincias de Higo y Kawachi. Gracias a esto, pudo entrar a servir a la emperatriz, un gran honor para ella y para su familia.
En este libro, Sei Shonagon nos relata el día a día de la corte imperial. Nos describe sus quehaceres, su magnificencia, su exclusividad, nos presenta un retrato fiel de lo que debía ser vivir en aquella burbuja de privilegios. Como si miráramos por una rendija que es lo que pasaba dentro. Sei Shonagon nos muestra cómo funcionaba un mundo desaparecido pero fascinante. Los capítulos, breves, nos describen la vida cortesana, pero también reflexiona, recita poemas, hace listas de cosas que le gustan, que son adecuadas para la vida cortesana, que son elegantes, que son desagradables,…Con ella, aprendemos cómo la corte apreciaba los cambios de estación, la llegada de la nieve, el florecer de los árboles, cómo se relacionaban hombres y mujeres, cómo comportarse adecuadamente, qué tipos de peinados y vestuario llevaban con sumo detalle,.. Y así un largo etcétera de curiosidades que nos sumergen de lleno en su vida personal, de la que no sabemos nada, excepto lo que nos cuenta en su diario.
Lo que sí conocemos es su gran ironía, su gran conocimiento de la poesía, su estrecha relación con la emperatriz, su lengua mordaz, su astucia y su maestría a la hora de usar la palabra escrita. Gracias ella vivimos en primera persona ese mundo desaparecido, increíble y lejano, que nos parece tan irreal, pero al mismo tiempo tan real. Tal es la exclusividad y el enclaustramiento en el que viven, que en el diario apenas se menciona a la gente normal que vive fuera de palacio y cuando lo hace no es precisamente de forma agradable. Aun así, este diario es un relato fascinante de una época desaparecida que marcó la historia de Japón.
¿Por qué los dos libros fundacionales de la literatura japonesa están escritos por mujeres? Buena pregunta. Pues porque en aquella época lo que era considerado elevado y el lenguaje en el que escribían los eruditos, era el chino. Por suerte, para nosotros, las mujeres y los poetas, escribían ya en japonés. En aquella época, a pesar de que las mujeres de la corte vivían prácticamente enclaustradas y no disfrutaban de la libertad que tenían los hombres, es cierto que sí que gozaron de una posición de privilegio que en posteriores épocas las mujeres japonesas perdieron.
Si leéis la versión en catalán del Quadern de capçalera de Sei Shonagon traducida por Xavier Roca-Ferrer y publicado por La Magrana, que es la versión que yo me he leído, al final tiene una interesantísima explicación de cómo era y funcionaba el mundo en la corte de Heian que sirve para dar contexto a lo que hemos leído. Desgraciadamente, está descatalogado, pero se puede encontrar en las bibliotecas. Satori tiene una bella edición dentro de su colección de clásicos. Ahora ya solo nos queda sumergirnos de cabeza en el Genji Monogatari de Murasaki Shikibu.