Lucia Berlin. A Manual for Cleaning Women.
La recuperación de talentos ocultos desaparecidos se está poniendo de moda, por suerte para nosotros. Hasta hace dos días en estos lares nadie sabía quien era Lucia Berlin, ahora se ha convertido en la sensación literaria del momento. Con una vida ajetreada y fascinante, Berlin vivió a caballo entre Chile, México y EEUU. Con un castellano fluido, publicó 77 cuentos recogidos en diversos libros. Ahora nos llega por fin, este A Manual for Cleaning Women publicado aquí por Anagrama como Manual para mujeres de la limpieza. Aunque Lucia Berlin hace ya unos cuantos años que nos dejó, más concretamente en 2004, a los 68 años de edad, su obra literaria ha vuelto a resurgir con fuerza.
Empezó a publicar sus relatos a mediados de los sesenta en la revista The Noble Savage de Saul Below, pero Berlin ya hacía mucho que escribía su característica autoficción. Historias de ficción basadas en su vida. Cruda y directa, desde su familia disfuncional con antecedentes de alcoholismo, sus viajes por América desde la pija alta sociedad de Santiago de Chile a las cuencas mineras más pobres, desde México, desde Nueva York o su último destino, California. Berlin nos cuenta relatos crudos y descarnados, plagados de ironía y humor, que hacen más digerible estas terribles historias de borracheras, adicciones, centros de desintoxicación, enfermedades, trabajos miserables, bebés adictos al crack y mucho más. Todo ello extraído de una vida sin descanso que la llevó desde su Alaska natal a estudiar en un colegio de monjas y criarse en la Santiago de Chile más pudiente, donde su padre trabajaba para la minería, a sus tres matrimonios, cuatro hijos, trabajos de limpiadora, secretaria o auxiliar en hospitales y profesora de literatura, hasta una terrible adicción al alcohol heredada de una familia que nadie desearía.
Pero independientemente de lo interesante de una vida como la suya, lo que verdaderamente atrapa al lector en las páginas de sus relatos es la forma que tiene de contarlos. Directa y sincera, pero con la necesaria dosis de humor como para que esta píldora envenenada pueda entrar bien por nuestra garganta. Cuesta, cuesta por lo duro de los relatos, pero la maravillosa prosa de la autora consigue salvar esa dificultad sin problemas. No para una de preguntarse mientras lee sus relatos, qué hay de realidad y qué hay de ficción en ellos, qué parte es pura imaginación y qué parte es su vida tal y como pasó. Y de como logró seguramente exorcizar a sus demonios personales encontrándoles las historias adecuadas. La de su temible abuelo el dentista borracho, la de su marido el heroinómano, la de su madre irascible y suicida, la del cáncer de su hermana que se la llevaría a ella también. Es una suerte que podamos recuperar su obra y que se edite por estas tierras, ojalá no hubiéramos tenido que esperar casi dos décadas desde su muerte para ello.