De libro a libro y tiro porque me toca

 KINGSLEY AMIS

 

Un libro lleva a otro libro. Es algo que tengo claro. Pero a veces un libro te lleva a muchos libros. Leer un artículo sobre Christopher Hitchens me llevó a Martin Amis y su excelente Experiencia, una autobiografía en la que habla entre otras cosas de la relación del escritor inglés con su padre, el también escritor Kingsley Amis. Mientras me leía el libro de Amis me di cuenta que él y yo teníamos gustos literarios parecidos, algunos de los escritores que mencionaba me gustaban, algunas de sus ideas coincidían con mis pensamientos, así que fui apuntando religiosamente todo autor que mencionaba favorablemente con vistas a echarle un vistazo si o si. Primera parada, tras mi habitual asalto a la biblioteca central de Santa Coloma, el padre de Amis y su excelente Los Viejos Demonios.

 

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Amis y su progenitor tenían una relación curiosa, casi de amistad pero con grandes diferencias tanto a nivel de escritura como de pensamiento. Además un hijo que se convierte en escritor siguiendo los pasos de su padre, pero sin querer seguirlos, siempre da juego. Los Viejos Demonios es uno de los libros favoritos de Amis que escribió su padre Kingsley. En ella nos encontramos a una Galés que busca su sitio de nuevo al volver a casa. Y también a unos personajes en su vejez que ven trastocados sus hábitos cuando unos de ellos, Alun Weaver, vuelve a casa tras muchos años de llevar la palabra de Gales y su cultura por Inglaterra. Alun es el hijo pródigo que vuelve tras hacer las inglaterras con éxito, ese al que todos admiran y odian al mismo tiempo. Con su vuelta, las rutinas cambiarán, pero también se destaparán innumerables secretos que llevaban años escondidos, se reabrirán heridas del pasado e incluso se retomarán viejos romances, todo cambiará para bien o para mal. Y mientras tanto, entre charla y charla y reunión social, los personajes se agarran unas cogorzas de aúpa. Kingsley Amis era muy amigo de los efluvios alcohólicos y sus personajes se convierten aquí en gourmets del exceso. Reuniones de sociedad aburridas amenizadas a ritmo de botella va botella viene, verdades dichas a la sombra de una buen tinto, beodos que ya no saben lo que es estar sereno y la rutina de los que llevan muchos años siendo como son y no van a cambiar. Crítica ácida, sátira e irónica, divertida y dolorosa al mismo tiempo. El paso del tiempo, la edad y la realidad a la que se ven enfrentados día a día y como enfrentarla mejor con una copita en la mano. ¡Salud!

 

A Kingsley Amis muchos lo redescubrieron, después de llevar años desaparecido del mapa, por ser el hijo de Martin Amis, aunque su trayectoria es igual de loable que la de su hijo. Los Viejos Demonios fue una obra tardía, que además ganó el premio Booker. Conservador, siempre chocando por este motivo con su hijo. Nunca le animó a escribir, de él dijo que era demasiado listo para resultar tan mediocre como escritor. Llegó a reconocer que alguno de sus libros le había gustado. Y cogemos el tren y nos vamos a la siguiente estación. Para muchos podría parecer un personaje bastante odioso, en su vejez se convirtió además en un cascarrabias de tomo y lomo. Pero como escritor no hay duda de que es uno de los grandes. Y este libro un buen ejemplo. Sería un cascarrabias pero el humor y la sátira se le dan de maravilla. Así que nos echamos unas risas con él, mientras nos lo imaginamos con una copa de whisky en la mano, de esas que se bebía de su media botellita diaria, riéndose delante de la máquina de escribir pergreñando la que sería su gran obra maestra.

 

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Segunda parada, Don Delillo, otro autor que Amis menciona como uno de sus favoritos. La elegida fue Punto Omega. Richard Elster ha trabajado para el gobierno norteamericano como asesor en cuestiones de guerra. Ahora vive retirado en un rancho alejado de todo y de todos, en mitad del desierto. Jim Finley, director de cine decide que tiene que ser el protagonista de su nueva película, un monólogo en el que Elster hablará de lo que quiera y como quiera, apoyado en una pared sin subterfugios ni añadidos. Para intentar convencer al reticente Elster se irá a pasar unos días a su rancho. Los días se convierten en semanas, el tiempo pasa y Finley parece que ya no tiene casa, que es uno más con el paisaje que Elster ha creado en su retiro. Hasta que todo cambia, hasta que todo se vuelve del revés. Proyecciones ralentizadas de Psicosis, una hija que vendrá a entorpecer la relación entre Elster y Finley, el desierto y los miedos. Todo ello en una novela de apenas 140 páginas de uno de los genios de la literatura actual. Curiosamente, este libro obtuvo el premio Saul Bellow en 2010 y esto nos lleva a la última parada de momento de este tren literario.

 

Don+DeLillo

 

Saul Bellow se convirtió, desde que Martin Amis lo conoció, en uno de sus mejores amigos, figura paterna tras la muerte de su padre, consejero literario y mil cosas más. La Conexión Bellarosa es uno de los libros que Amis recomendaba en su Experiencia a parte de Ravelstein, que está en el banquillo a la espera de ser leído. La obsesión del protagonista por el hijo de su madrastra Fonstein y la relación que este mantiene con Billy Rose, una estrella de Broadway que le salvó de ser exterminado por los nazis en Italia, marca el relato de esta historia concéntrica de búsqueda de encuentros, de pasados que te persiguen toda la vida, de memoria como centro de la misma, del recuerdo y de como nos marca. El protagonista tiene una memoria prodigiosa y gracias a ella y su instituto de Mnemósine ha conseguido hacerse más que rico. Ahora cuando se ha retirado y la edad llama a su puerta, la memoria juega con él de una manera que nunca antes conoció, pero no consigue quitarle de la cabeza a Fonstein y su historia con Billy Rose. ¿Quién está más obsesionado Fonstein con Billy Rose (el Bellarosa del título) o nuestro protagonista con Fonstein? Como un pez que se muerde la cola, la vida llevará a nuestro protagonista a contar la historia de Fonstein como si de la suya se tratase, para consignar aquel hecho que marcó su vida. No la suya sino la de Fonstein pero que tanto le ha obsesionado. Relato en círculos, pasados que colisionan y que buscan cerrarse y parece que nunca lo hace. Bellow, el maestro de la palabra.

 

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Siguiente parada, Christopher Hitchens, gran amigo de Martin Amis recientemente fallecido. Su libro Dios no es bueno está pidiéndome a gritos: ¡¡léeme!!

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