Betrayal. Harold Pinter Theatre. Londres.

El Harold Pinter Theatre tiene la misión de mantener vivo el espíritu del escritor y dramaturgo Harold Pinter interpretando todas sus obras. En esta ocasión tocaba el turno de Betrayal, el relato de una traición, una relación a tres entre una mujer y dos hombres. La obra se incluye dentro de la culminación de la programación de la temporada del Pinter at the Pinter de la Jaime Lloyd Company con Tom Hiddelston, Zawe Ashton y Charlie Cox como protagonistas.

 

betrayal

 

En reverso cronológico, la obra nos muestra siete años de una relación amorosa. Desde el final de la misma hasta sus inicios. Una relación a tres entre un matrimonio formado por Emma (Zawe Ashton) y Robert (Tom Hiddelston) que se acaba de romper tras descubrirse que ella ha mantenido una aventura durante siete años con el mejor amigo de él, Jerry (Charlie Cox) también casado. El escenario parco, sin apenas mobiliario, un par de sillas y poco más. Los tres personajes siempre en escena, incluso cuando no participan de la acción. Porque en realidad están presentes. Cuando Jerry y Emma se reencuentran hablan de Robert, cuando Robert y Jerry quedan para comer hablan de Emma, cuando Emma y Robert discuten sobre Venecia hablan de Jerry. El tercero en discordia siempre presente, invitado invisible, presencia abrumadora.

Danzando entre momentos vitales, conversaciones, instantes inolvidables que han marcado sus vidas, los tres protagonistas llena la escena de humor, dolor y pasión. Brillantes interpretaciones de los tres. Jerry (Charlie Cox) se lleva quizás los momentos más divertidos, junto a un brillante Robert (Hiddelston). Emma quizás es la que se resiente más, aunque sea el centro de la trama. A veces, una mirada es suficiente para entender, para expresar, para emocionar y eso lo consiguen. Hora y media que pasa volando de esta obra maestra de Pinter que explora las relaciones interpersonales y sus consecuencias.

 

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Basada en hechos autobiográficos, Pinter no se corta al mostrar las emociones, los juegos de miradas, los entendidos y malentendidos. Y eso los actores lo bordan, gracias a la dirección de Lloyd. Esos ojos húmedos de Hiddelston son impagables, el momento en el que abraza a su hija sentado en una silla mientras su mujer y su amante pasan en día juntos; los pies nerviosos de Zawe Ashton, sus brazos cruzados cuando se da cuenta que su marido se ha dado cuenta; la incredulidad de Cox ante la reacción de su mejor amigo o ante la posibilidad de que Emma tenga otro amante. Todo ello vale su peso en oro teatral.

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