Neil Young y Crazy Horse, forever young

neil young alchemy tour 1

La primera vez que vi a Neil Young fue en ese espanto de festival que era el Rock in Rio en Madrid. Espanto porque era todo lo artificial que un festival de ese tipo puede ser, lleno de logos y stands de marcas de telefonía móvil, bancos y lo que se terciara, en un descampado forrado de césped artificial donde se paseaban los vips madrileños y en el que se podían crear carteles tan dispares como el que hizo coincidir a Manolo García y Young el mismo día, uno detrás del otro. Nosotros llegamos justo antes de que acabara García, el escenario estaba a petar pero en cuanto acabó de cantar el que fuera cantante de El último de la fila, la gente huyó en estampida y pudimos acceder perplejos a la par que contentos a la primera fila. En otro escenario había chunda chunda y eso para ellos merecía la pena más que ver a un grande como Neil Young. Ilusos. Pero así nos va en este país de incultura musical.

 

La segunda vez fue la última vez que pisé el Primavera Sound, no iba a volver al festival, pero Neil Young bien merece el esfuerzo. Eso y la garantía de que nadie más tocaría durante su concierto nos ofreció uno de aquellos conciertos que te hacen levitar con The Jayhawks como teloneros de excepción. Y la tercera vez, no hubo cita en nuestras tierras, ya os imagináis porqué y sino podéis repasar mi artículo sobre las posibles razones aquí. Como Mahoma no vino a la montaña, la montaña se fue para Nimes, Francia y créanme cuando les digo que no se fue sola. Media Barcelona estaba allí, Neil Young tocaba con sus Crazy Horse y con Patti Smith de telonera. ¿qué más se podía pedir? Muchos de nosotros nunca lo habíamos visto con Crazy Horse y ese era un aliciente más para el desplazamiento.

 

neil young crazy horse nimes

 

Unas 25 personas nos juntamos y partimos hacía Nimes en un microbus, rumbo a ver uno de esos conciertos que se nos quedarán grabados en la memoria. Uno de nuestros compañeros de viaje lo comentaba y creo que tiene razón, en 20 años más o menos, todos los grandes habrán desaparecido y nos quedaremos sin lo mejor que ha dado la música. Durante los 60 y los 70 surgieron una serie de músicos y grupos que marcaron no sólo su época sino las siguientes y que aún lo siguen haciendo. Su música pervive y pervivirá. Muchos de ellos estamos teniendo la suerte de poder disfrutarlos en directos, algunos nunca pudimos y nunca podremos, otros a lo mejor, crucemos los dedos. Pero de aquí a unos años, ya no pasará. Y entonces, ¿a quién acudiremos en procesión a ver más allá de nuestras tierras? Pocos nombres se me ocurren, los Black Crowes serían un ejemplo en mi caso. ¿Y en el vuestro? Pero hay que reconocer que aunque hay muchos buenos músicos y grupos actualmente, cuesta pensar en un nombre grande y potente que iguale a aquellas leyendas. Basta ver los cabezas de cartel de los festivales para hacerse una idea de ello. Ahora están volviendo los grupos de los 90 y otras viejas glorias. Pocos grupos actuales tienen tanto tirón.

 

Por ahora, aún estamos disfrutando, y que nos dure, del gran Neil Young. Uno de aquellos músicos que a pesar de la edad que tiene, casi 68 años, tiene más energía en el cuerpo de muchos de los que se consideran a ellos mismo grandes del rock y que hace dos días que corren por estos lares. Otra pipiola es Patti Smith que abría la noche en el bello recinto de la Arenas de Nimes, un antiguo anfiteatro romano del siglo I reconvertido en plaza de toros. Un recinto al aire libre en el que por fin pudimos disfrutar de un concierto de Neil Young propiamente dicho y no de una actuación suya dentro de un festival. Patti iba acompañada de su banda, entre ellos Lenny Kaye, por supuesto. Un concierto enérgico de hora y media en el que la cantante demostró su fuerza sobre el escenario, sonaron por supuesto el Because The Night y el Gloria, pero también temas de su excelente último trabajo Banga, potentes y desbocados como ella misma como el Horses, como caballos cabalgando sin freno. Única. El único pero que le pongo es que le dedicara una canción a Manolete, vale que estábamos en una plaza de toros, pero una mujer como Patti Smith que defiende los derechos como pocos dedicándole una canción a alguien que se dedicaba por placer a matar animales es un poco contradictorio. La lástima también fue que no tocaran nada juntos Patti y Neil, eso ya hubiera sido el broche perfecto a una noche ya de por sí perfecta.

 

Y luego Neil Young, Frank Sampedro, Billy Talbot y Ralph Molina saltaron al escenario y ya no hubo anfiteatro, ni toros, ni nada que se le pareciese, eran simplemente Neil Young y Crazy Horse. El setlist habla por si mismo, algunos echarán a faltar alguna canción, otros no, pero ya se sabe que sobre gustos no hay nada escrito.

 

El setlist completo:

 

01. Love And Only Love

02. Powderfinger

03. Psychedelic Pill

04. Walk Like A Giant

05. Hole In The Sky

06. Red Sun

07. Heart Of Gold

08. Blowing In The Wind

09. Comes A Time

10. Singer Without A Song

11. Ramada Inn

12. Sedan Delivery

13. Surfer Joe And Moe The Sleaze

14. Cinnamon Girl

15. Rockin’ In The Free World

16. Roll Another Number

17. Everybody Knows This Is Nowhere

 

 

 

Pero no hay duda de que sonaron grandes clásicos y algunos de los mejores temas de su último trabajo Psychedelic Pill. La banda está en forma, todos y cada uno de ellos forman un núcleo compacto, una fuerza de la naturaleza, cuatro músicos que funcionan como uno. Se les nota sobre el escenario, han nacido para tocar juntos. El set acústico fue de esos que te ponen la piel de gallina. Esta vez Neil con la acústica y la armónica, haciendo que casi se nos saltasen las lágrimas con esa versión del Blowin’ in the Wind de Dylan o un Heart of Gold que te dejaba sin respiración. Durante el Rockin’ in the Free World pudimos ver a Patti Smith y Lenny Kaye gritando y bailando como locos en un lateral. Fue el último tema antes de los bises, Roll Another Number y un Everybody Knows This is Nowhere que nos supo a gloria y que cantamos hasta quedarnos sin voz. Se acabó y no podíamos creerlo, lo habíamos visto de nuevo, pasó como una exhalación y lo disfrutamos como niños. Neil, el grande. Neil, el único e irrepetible como los Crazy Horse. Al final entre sonrisas cómplices saludaron al público unidos los cuatro en un abrazo de fraternidad. Se lo pasan bien y se nota. Y nosotros con ellos. Inolvidable.

 

 

 

Después cogimos el microbus de vuelta a casa, cansados pero contentos, satisfechos de haber hecho el esfuerzo de desplazarnos hasta allí. Por Neil Young lo que haga falta. Lástima que no podamos disfrutar de conciertos así en nuestra casa.

 

 

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