Malpaso ediciones publica en castellano la esperada autobiografía de Neil Young, El sueño de un hippie. Un libro que nos acerca a la persona de Neil Young y que sirve de contrapunto al excelente libro de Jimmy McDonough, Shackey. Aquel libro, que devoramos con fruición, nos presentaba a un Neil Young en tercera persona. Aunque McDonough entrevistó al músico y este colaboró en mayor o menor medida, lo cierto es que siempre era el punto de vista de otra persona sobre Neil. Un punto de vista duro y necesario, no olvidemos que en las autobiografías uno siempre cuenta su realidad y quizás esta no es la realidad de todos. Ahora por fin, tenemos el yo. La primera persona, Neil Young en estado puro. Si hay una cosa que hace Young es lo que le da la gana. No es alguien a quien se le pueda decir haz esto y hazlo así. Y no sólo hace lo que le da la gana sino que también lo hace a pesar de que pueda costarle una fortuna o lo tachen de loco. Cualquier proyecto en el que se sumerge lo vive al 200%, desde el ansiado PONO que nos salvará de escuchar la música en baja calidad, el Lincvolt o el sueño de crear un coche sostenible, la Bridge School y sus conciertos, el FarmAid, sus películas con Shackey productions o la fábrica de maquetas de trenes Lionel, cualquier cosa en la que su mente inquieta se vea inmersa. Porque Neil Young no se puede estar quieto. La música le llena y es su prioridad pero aún tiene tiempo de involucrarse en mil proyectos más, un problema de salud lo obligó a poner el freno y ahí es donde surgió el Neil escritor que lleva dentro.
Su padre, Scott Young fue un famoso periodista y novelista canadiense, así que de casta le viene al galgo que se suele decir. Aunque su padre no le apoyó en lo que se refiere a la música hasta bastante tarde, su madre fue la que se entregó al 100% a su pasión musical. Ahora que con 68 años se sienta detrás de una teclas a escribir estas memorias, recuerda Young a su padre y aquel despacho en el piso de arriba de su casa de Winnipeg en el que se encerraba a escribir sin ser molestado. Y se enfrenta a la mortalidad, a la pérdida y a lo que conlleva hacerse mayor y ser consciente de ello.
No son estas unas memorias al uso, no es un profesional de la escritura, sino es que se trata de canciones, en ese caso es uno de los mejores profesionales. Pero poco importa que el relato no tenga una continuidad cronológica o que a veces se repita en ciertos pasajes, después de leerte las casi 500 páginas de libro, no quieres dejar de seguir leyendo y esperas que sea cierto eso de que está escribiendo un segundo libro. Caótico si, pero es un caos de esos que tienen su orden dentro del caos. Y es que como he dicho antes Neil Young hace siempre lo que le da la gana, por suerte para nosotros. Gracias ha eso nos ha entregado discos tan increíbles que se nos han quedado grabados a fuego, canciones inmortales y directos que te hacen levitar. Durante un año, la musa le abandonó, la musa musical. Por razones médicas dejó de consumir marihuana y el bloqueo creativo apareció. ¿Bloqueo creativo? Cuando escribes un libro de 500 páginas, quizás no estás tan bloqueado como piensas. Lo cierto es que Neil Young sigue componiendo tras el libro y tocando con Crazy Horse, la fuerza motora que le impulsa. Puedes leer aquí la crónica de su concierto en Nimes que publicamos en Culturaca el verano pasado.
Está claro que Memorias de Neil Young: El sueño de un hippie no es una obra literaria cumbre, no pretende sentar cátedra, ni falta que le hace. Simplemente es un compendio de anécdotas e historias íntimas y personales, pensamientos profundos, miedos, decepciones y alegrías, una vida llena de historias que a algunos les parecerán importantes y otras no tanto, pero es Neil Young en estado puro. Quizás no te cuente lo que quieres saber de los entresijos de CSNY o Buffalo Springfield, para eso ya hay cientos de biografías y libros que lo hacen, pero te cuenta otras cosas mucho más interesantes y cercanas, diferentes. A veces es como una charla, como estar tomándote algo mientras te imaginas a Neil contando anécdotas. Su estilo, si es que lo tiene, sencillo y directo engancha. O como meterte dentro de la cabeza del propio Neil. Creo que ayudará a entender un poco más su proceso creativo. Lo cierto es que te ves a ti mismo leyendo en el metro, en un avión, es casa o sentado en el Vondelpark de Amsterdam riéndote y pasando una página tras otra sin parar. Es simplemente, otra faceta de Young, una que disfrutamos de forma diferente pero que sin duda nos acerca a la persona que es. Igualmente no olvidéis echarle un vistazo a Shackey para tener la visión completa, merece la pena. Y por supuesto, Keep on rocking in the free world!.