Carlos Zanón, Rock and roll y literatura
De la unión de Alicia Música y 66rpm edicions ha nacido el ciclo Tinta Sonora, una iniciativa que aúna músicos y escritores en una distendida charla. La primera cita del ciclo en la Sala Apolo tuvo como protagonista a poeta y novelista Carlos Zanón. Su compañero de charla fue Loquillo. Los Velvet Candles pusieron la música que por supuesto no podía faltar. Esa noche además presentaba Zanón su nuevo poemario Rock’n’roll basado en canciones que le han marcado. Pero antes de eso nos lo encontramos en la páginas de Yo fui Johnny Thunders su última novela publicada por RBA Serie Negra. En ella nos cuenta la historia de un perdedor, de uno de esos que se quedó anclado en ese pasado meteórico y de sexo, drogas y rock and roll con el que creía que se comería el mundo. Mr. Frankie lleva la voz cantante, siempre lo ha hecho y Francis, Francis vive detrás de él, como una marioneta con máscara. O eso al menos parece. Ahora tras años de excesos que le han pasado factura quiere cambiar, parar, recuperar el tiempo perdido, para él, para sus hijos. Ser Francis otra vez. Aunque quizás realmente no quiere cambiar, quizás es solamente que se le acabó la cuerda, esa que de vez en cuando revive a Mr. Frankie, con su chupa de cuero, sus botas con puntera, su guitarra al hombro y creyéndose el amo del mundo, ese que se iba a comer y
que nunca se comió. Ahora todo es diferente, no más turbio, ni mas desesperado. Diferente. Una desesperación distinta, pero desesperación al fin y al cabo. La que le hace volver a casa de su padre, ese al que odia y desprecia, la que le hace pedir favores a hermanastras de las que nunca se preocupó, la que le hace querer tener un trabajo normal para pagar las pensiones de sus hijos. Él, que fue una estrella, que tocó con Johnny Thunders, que fue Johnny Thunders. Esta es la historia que Carlos Zanón nos cuenta en su último libro. Novela negra que se salta los cánones, los límites, los prejuicios y que nos sumerge en una prosa adictiva y espídica de la que no podemos, ni queremos escapar. Un historia triste, de perdedores, una historia in crescendo. Porque si las cosas pueden salir mal, ¿para qué van a salir bien? Los planes de vida que uno hace cuando se cree capaz de conquistar el mundo no tiene nada que ver con lo que el mundo deja de ti una vez te ha devorado. Al igual que nosotros dejamos que Zanón, certero, nos clave el punzón de su narrativa. Aquí no hay compasión que valga. Los personajes se ven atrapados y se dejan atrapar por una espiral en caída libre de la que difícilmente podrán salvarse. Pero eso no importa, lo que importa es el aliento que te corta, la tensión que te obliga a seguir leyendo y leyendo para saber si al final Mr. Frankie se comió a Francis o dejó alguna migaja para la posteridad. En Rock’N’Roll nos encontramos a otro Carlos Zanón. A uno que cuenta historias en verso que le tocan de cerca, historias que pasan en la Plaza Catalana, en su barrio. Historias dolorosas y tristes, sentidas e hirientes, bañadas de canciones, de ritmos, de melodías y estribillos. ¿Historias? ¿Poemas? ¿Canciones? ¡Qué más da! Sobre todo ello charló animadamente con Loquillo. Sentados, dos amigos, un músico y un escritor. Entre ellos una mesa y dos copas. Nos hablaron de su barrio, de la música que les gusta, de los libros de Carlos Zanón, del acercamiento de Loquillo a la poesía, de Johnny Thunders. Todo ello como si estuvieran tranquilamente tomándose una copa en cualquier bar de Barcelona. Entre risas, bromas y anécdotas que pueblan la vida de ambos, de caminos que se cruzan y se descubren. Una charla, en la que tuvimos el placer de vernos invitados. El autor recitó algunos de los poemas del libro, de esos que nos habla de Chuck Berry, de
los últimos día de Elvis, de Elliott Smith o de Benny Carter, del coche que perdió Joe Strummer pero que en el fondo nos habla de él, de lo que sintió, de lo que vivió, de lo que sufrió. Poesía que te lacera como un cuchillo afilado. Y después el doo wop de los fabulosos Velvet Candles que aparecen en los libros de Zanón como un personaje más y que nos invitaron a mover el esqueleto. Poesía, música, arte, cultura. Y una velada cortesía de Tinta Sonora. Nos vemos en la próxima cita el 15 de abril con el fotógrafo George DuBose, Cretins y los Ramones de telón de fondo.