Las novelas gráficas de viajes de Guy Delisle
Hoy queremos hablaros de nuestra última pasión. Se trata del dibujante canadiense Guy Delisle (Quebec, 1966), autor de numerosas novelas gráficas sobre sus viajes y largas estancias en el extranjero.
Últimamente han pasado por mis manos dos de sus volúmenes asiáticos, Pyongyang (2003) y Crónicas birmanas (2007), que exploran el tiempo que el dibujante pasó en Corea del Norte y en Birmania.
El aspecto más singular de la obra de Delisle es que la temática de sus obras se centra en su mirada personal sobre los países que visita. Este tipo de literatura de viajes en formato novela gráfica es una auténtica maravilla.
Pyongyang explora el tiempo que el autor pasó en la capital de Corea del Norte, uno de los países más secretistas y misteriosos del mundo. Muy pocos occidentales tienen la oportunidad de visitar este país.
A principios del 2001, Delisle pudo hacerlo, al obtener un visado de trabajo para colaborar con una empresa francesa de animación que hacía la supervisión de la producción de dibujos animados en Corea del Norte.
El cómic captura con una mirada inquisitiva, crítica y sarcástica su día a día en un país famoso por el control que ejerce precisamente en lo que un extranjero puede ver.
Acompañado constantemente por sus traductores/controladores, Delisle intentará ver lo máximo posible y hacer todas las preguntas posibles para ver más allá de la propaganda, pero se hallará siempre ante el bucle de elogio del Gran Líder.
Delisle está casado con una gerente de Médicos sin Fronteras, con quien en el 2005 pasó un año en Birmania. Crónicas birmanas explora su vida cotidiana en Rangún.
Igual que en su periplo coreano, el autor tiene una mirada crítica con la cerrazón, la censura y el autoritarismo de un país dominado por una dictadura muy estricta.
Sin embargo, el libro tiene buenas dosis de ternura. Quizá tenga algo que ver la aparición de su hijo, que se convertirá en su fiel acompañante y en el receptáculo de todo el cariño de la población birmana.
Pero no nos equivoquemos. Este aspecto paternal ofrece únicamente un pequeño respiro en la exploración de un país caracterizado por la injusticia y la dureza de la vida de la población.
“Delisle se convierte en el espectador irónico de un país extraño e inesperado, entremezclando la trivialidad de la vida cotidiana de un expatriado y la realidad de un régimen de hierro“. Libération
En ambos casos, Delisle ofrece una mirada respetuosa pero crítica, con carácter humanitario pero con una buena dosis de cinismo y escepticismo.
Mis próximos pasos serán leer el resto de su obra. Creo que empezaré por Escapar, una crónica del secuestro en Chechenia de Christophe André, miembro de una ONG.