Yamilia de Chinguiz Aitmátov.
¿Se puede viajar en una tarde a la bella estepa de Kirguistán? Sí, se puede. ¿Cómo? A través de las páginas de un libro tan delicado y maravilloso como este. Yamilia tiene apenas 88 páginas. Pero no le hace falta más para transportarte a esas tardes en las que Yamilia, Daniyar y Seit viajaban en sus carretas por los bellos paisajes de la estepa para llevar el grano al apeadero y que parta rumbo al frente para alimentar a los soldados que combaten en la guerra. Pero me estoy adelantando.
Yamilia es una de las obras más conocidas de Chinguiz Aitmátov. El escritor kirguizo se crió en la estepa y vivió de lleno la transformación del país cuando llegó el control de la Unión Soviética. Sus padres eran funcionarios y su padre fue víctima de las purgas de Stalin. En sus obras siempre ha reflejado la vida en el campo y su niñez. Por eso, el paisaje y las costumbres son también protagonistas de la historia. En esta en concreto, se huele el heno, el polvo de los caminos, el frescor del río,…Es una obra de muchas sensaciones visuales y emocionales, las que el paisaje provoca en los protagonistas y por ende en nosotros mismos mientras nos lo imaginamos.
Yamilia vive con su familia política en el ail (el nombre de la aldea tradicional nómada o seminómada kirguiza y también las aldeas agrícolas no nómadas como la de la historia). Es una mujer abierta, fuerte y desenvuelta, algo poco habitual. Su marido está en el frente luchando, como la mayoría de hombres. El hermano de su marido, el joven Seit va a todas partes con ella y quiere defenderla siempre. Mientras los hombres están en el frente, mujeres, niños y ancianos se encargan de recoger el grano, sembrar la tierra, cuidar del ganado y los caballos,… Daniyar es un soldado herido que gracias a su cojera ha vuelto a casa. Es reservado y tímido, apenas si habla. Los tres estarán encargados de llevar el grano al apeadero en un viaje que les lleva prácticamente todo el día. Juntos empezarán a conocerse mejor, a entenderse y conectar como nunca antes lo habían hecho con nadie.
Seit es el que nos cuenta la historia. Desde su punto de vista de niño casi adolescente nos explica cómo funciona el ail, cuál es la jerarquía, cuáles son sus costumbres, qué papel juegan las mujeres en todo esto. En muy pocas páginas conocemos mucho de lo que era vivir en una aldea agrícola del Kirguistán en los años 40. Con la voz viva de Seit viajamos a través de las estepas en un relato casi costumbrista que nos hace amar la tierra tanto como sus protagonistas. A través de sus ojos también conocemos mejor a Yamilia y a Daniyar. Tres personajes irremediablemente unidos por el destino que aprenderán mucho de sí mismos gracias a este encuentro.
Yamilia se lee en un suspiro, una tarde, pero es una obra preciosa. Una historia de amor sencilla y profunda. Una historia contada con maestría que te atrapa y te hace trasladarte al momento que están viviendo sus protagonistas. No dejéis de leerla. La edición de Automática Editorial tiene una portada preciosa de Yamilia e incluye al final un glosario muy útil explicando el vocabulario kirguizo de los términos que se han mantenido como en el original.