Talco de Vidrio de Marcello Quintanilha. El alma degarrada.
Reconozco que cuando acabé de leer este cómic no sabía si me había gustado o no. Lo que sabía a ciencia cierta era que no me había dejado indiferente. Talco de Vidrio de Marcello Quintanilha (publicado por Cúpula) es una historia desgarradora sobre la infelicidad. Su autor nació en Niterói, Brasil en 1971 pero hace varios años que vive en Barcelona. Aún así, sus historias siempre se ambientan en su país natal.
La protagonista de Talco de Vidrio es Rosángela, una dentista con consulta propia, felizmente casada, con dos hijos y una buena posición social. Parece que lo tiene todo. La felicidad y la vida que siempre quiso. Hasta que viene a verla a la consulta su prima, con su sonrisa profiden y sus dientes perfectos. Es precisamente la sonrisa de su desgraciada prima -divorciada, pobre y con un padre borracho- la que despierta algo en su interior que la hace abandonarlo todo. Su vida dejará de tener sentido por decisión propia. A partir de ese momento, Rosángela vive una crisis vital llena de miedos, contradicciones, temores, envidias y malos pensamientos. Porque a Rosángela, a pesar de tenerlo todo, le corroe la envidia. Le corroe tanto que parece pudrirla por dentro. En su afán por alcanzar una felicidad diferente, acabará tirando por la borda todo lo que tenía, arrastrándose por un lodazal en busca de su alegría en una espiral de autodestrucción.
Para contarnos esta historia Quintanilha utiliza el blanco y negro y un dibujo crudo que ayuda a dramatizar el desgarrador cambio de vida de la protagonista. Esta no es una historia fácil de digerir, una historia de una vida agradable, aunque pareciera serlo al principio. No. Esta es una historia oscura, dolorosa y terrible de demonios interiores, de terrores mentales, de miedos y de pensamientos oscuros como los que vive Rosángela en cada una de las viñetas de Talco de Vidrio. La forma en la que está narrada la historia con mucho texto, casi siempre un monólogo del pensamiento caótico de Rosángela, ayuda a meternos en la mente del personaje y su confusión vital.
Talco de Vidrio no es fácil de leer. Cuesta entrar en él, porque eso significa entrar en la mente de Rosángela y en su terrible ruptura con la vida que conocía hasta ese momento. Una vez has entrado en el relato, todo va en espiral hasta un final incomprensible pero muy acorde con el estado mental de la protagonista. Uno en el que la felicidad parece ser algo inalcanzable, sobre todo si la comparas con la realidad de los demás, pero no la verdadera sino la realidad distorsionada en la que siempre te parece mejor lo que tienen los demás, aunque sea una mierda.