Sé mía de Richard Ford.

Queremos tanto a Frank.

Aún recuerdo cuando leí el primer libro de Frank Bascombe. Fue amor a primera vista. No solo con el personaje sino también con la forma tan increíble que tiene Richard Ford de contarnos las historias de sus protagonistas. Y con ellas, darnos una visión panorámica de lo que es Estados Unidos. En El periodista deportivo, Frank Bascombe, un prometedor escritor abandona la literatura para dedicarse al periodismo deportivo. En medio de todo esto, vive un divorcio desastroso y la muerte de su hijo de nueve años, Ralph. Con aquel libro aprendimos de decepciones, de los golpes de la vida, del abandono y, aun así, del seguir adelante. Más 30 años y cuatro libros después volvemos a reencontrarnos con Frank en Sé mía (Anagrama), el nuevo libro de Richard Ford. Y el espíritu es el mismo.

Portada del libro de Richard Ford, Sé mía publicado por Anagrama.

En Sé mía, Frank Bascombe tiene 74 años y acaba de descubrir que su hijo Paul tiene ELA y que va a morir irremediablemente. Ha vivido dos divorcios, un cáncer, huracanes que han golpeado su casa en la playa, ha cambiado de profesión radicalmente, incluso le dispararon. Todo eso lo hemos vivido con él durante estos más de 30 años en los que Richard Ford nos ha regalado su presencia como personaje y su torpe sabiduría. Porque la tiene a su manera. Junto con él, hemos vivido la historia de Estados Unidos en las últimas décadas. Ahora toca despedirse y lo hace además empezando el libro con una frase de las suyas: «Últimamente, me ha dado por pensar en la felicidad más que antes». Y es sobre eso sobre lo que reflexiona Frank Bascombe. ¿Qué es ser feliz?

Aunque lo que le sucede a Frank Bascombe no es precisamente feliz, Richard Ford es un maestro a la hora de mezclar en su justo equilibrio el drama con la comedia. Y puede estar hablándote de las situaciones más terribles y hacerte esbozar una sonrisa o incluso una carcajada. Y es ese sentido del humor, tan personal, el que consigue engancharte.

Ahora con su hijo terminal, deciden hacer un viaje por carretera al monte Rushmore. Un viaje de conversaciones, de cosas que se dicen porque se quieren decir y otras que se dicen porque no hay más remedio. Un viaje de autoconocimiento y de compartir momentos entre dos hombres que encaran el último periplo de sus vidas, un padre y un hijo. Esa es la relación que importa en sus páginas. Frank y Paul juntos, quizás más que nunca, quitándose los velos y las máscaras y hablándose cara a cara. Y la felicidad sobrevolando como un fantasma o una realidad que puede ser cualquier cosa, ese santo Grial que buscamos como seres humanos, tanto si queremos como sino.

No quiero contar mucho más, porque este es un libro que se tiene que devorar en cada frase y en cada diálogo, para seguir conociendo a Frank Bascombe. Así seguiremos compartiendo su vida, esa que tantos buenos momentos nos ha hecho pasar durante todos estos años. Echaremos mucho de menos a Frank Bascombe. Por suerte, seguiremos leyendo los libros de Richard Ford, un gentlemen, un maestro de la palabra y uno de los grandes escritores contemporáneos. Adoradlo, no queda otra. Y leed sus libros.

Querido Frank, buen viaje y gracias por todo.

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