Sandra Kolstad, luminosidad oscura

Hay músicos que no lo esperas y te sorprenden en mayúsculas. Es lo que me pasó por primera vez

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al escuchar a la noruega Sandra Kolstad. El pop electrónico no es lo mío, lo reconozco, la electrónica es lo más alejado a mi gusto que pueda haber, pero su excelente disco Zero Gravity State of Mind ha estado sonando en casa sin parar desde que lo escuché por primera vez. Kolstad tiene la habilidad de hablar de temas oscuros y profundos con luminosidad y además consigue hacer esas canciones totalmente bailables.

 

Sandra Kolstad Meritxell Rosell

 

Sandra Kolstad salió al escenario del Apolo rodeada de enredaderas y rosas rojas, incluso en el llamativo chandal floreado que lucía. Descalza, no paró de bailar desde el primer momento y sobre todo no paró de sonreír, incitando al público a bailar y divertirse con su música. Lo hizo acompañada a la batería por Kyrre Bjørkås y al bajo por Sprutbass. Arrancó el concierto con el primer tema de su último disco, “Ice Age” y fue desgranándolo en el orden mismo del disco. Así pudimos escuchar temas más bailables como su último single “My Yellow Heart” o “Reason”, la canción que da título al álbum o la tranquila “Earthquake” con Sprutbass haciendo las voces de Bjørn Tomren en el disco. Sandra Kolstad es un pequeño terremoto nórdico, durante todo el concierto no dejó de bailar y saltar al ritmo de la música, incitándonos con sus manos a seguir el ritmo y dejarnos llevar. Algo que parece que a la gente le cuesta hacer, parece que el frío congela al público, menos mal que no vivimos en Noruega. La timidez danzarina a estas edades da un poco de risa. Y más con la energía que transmite alguien como Sandra Kolstad.

 

Sandra Kolstad Meritxell Rosell

 

Los temas más cañeros y techno del disco sirvieron para cerrar la noche, canciones como “Benjamin” y alguna recuperada de sus anteriores trabajos más electrónicos y menos orgánicos como este Zero Gravity State of Mind. La única pega que se le puede poner a su concierto es que fuera demasiado corto, no llegó a una hora. Después Sprutbass se puso a la mesa con su skweee, detrás de este nombre se esconde el también noruego Eivind Henjum. El skwee combina bases de bajo hechas con sintetizadores con ritmos funk, R&B o soul, sólo apto para los más bailongos e introducidos en el tecnho.

 

Fotos: Meritxell Rosell

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