Michel Gondry, La espuma de los días

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La espuma de los días

La espuma de los días
Michel Gondry, 2013

Esta tendría que haber sido la película ideal para mí. Soy fan de Vian y del primer Gondry. Adoro cada uno de sus universos de creación y locura. Pero mucho me temo que el maridaje no ha sido un exitazo que digamos. Al acabar, me quedé con la misma sensación que tuve al ver The rhum diaries, la adaptación a la gran pantalla que hizo Bruce Robinson de la gran novela de Hunter S. Thompson. Ambos libros tienen en común la recreación de un ambiente surrealista, tragicómico y un poco opresivo. La gran capacidad de evocación de ambas novelas queda bastante mermada en celuloide.

Es ampliamente conocida la afición de Michel Gondry por los juegos, los armatostes, las cajas de cartón y los sueños. Cuando era pequeño, Gondry quería ser inventor y pintor. Y en algunas de sus películas ha logrado su objetivo.

La espuma de los días
Cuando veo a un director actuando regular, las paredes se me tragan

La colección de inventos y efectos especiales artesanales funcionaba de las mil maravillas en La ciencia del sueño. Aquí también lo hace, pero esta pátina de creatividad no puede compensar las deficiencias en ritmo y guión.

La primera hora es buena, con buenos momentos, y el descubrimiento del mundo de la película nos tiene encantados como una horda de escolares en una juguetería.

Sin embargo, va avanzando la película y el ánimo va decayendo. Y no porque la historia se tiña de tonos sombríos. El problema no radica en la historia, sino en cómo se cuenta. La segunda mitad de la película se ralentiza mucho y el espectador corre un grave peligro: salir de la historia para no volver a entrar. Al menos esto es lo que me pasó a mí.

El cameo del propio Gondry se me antoja incomprensible. Su actuación como Doctor Mange-manche deja mucho que desear. El personaje, un clown en la novela, no le aporta demasiado a la película. Por lo demás, el reparto es acertado sin más (con un Romain Duris y una Audrey Tautou que han dado más en muchas otras ocasiones), con la excepción de un excelente Omar Sy.

Dicho todo esto, hay escenas memorables, como la casa menguante, el pianóctel o el espectacular encuentro literario donde se endiosa a Jean Sol Partre. Así que no pierdo la esperanza. Quizá en un futuro volvemos a ver a ese Gondry sorprendente y sublime de Olvídate de mí y La ciencia del sueño. Tengo los dedos cruzados.

Jean Sol Partre
Sabemos que es una película de ciencia ficción porque aquí los pensadores arrastran masas.

 

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