Mezzanine XX1 Tour 2019, Massive Attack 20 años después

Mezzanine

Massive Attack
16-02-2019. Sant Jordi Club, Barcelona

El sábado pasado, el anexo del Palau Sant Jordi se llenó con un público con una media de edad generosa. Una generación que creció musicalmente en los noventa, devorando sonidos nuevos e inclasificables por aquel entonces. Que podía combinar la fascinante oscuridad del rock de Seattle con las atmósferas densas y ritmos lentos del trip hop.

El trip hop fue un género maravilloso, un derivado del acid house, que fusionaba hip hop y electrónica con influencias de soul y funk. De la cuna de Bristol salieron bandas como Massive Attack, Tricky y Portishead, que por cierto en su momento despreciaron el término trip hop (que, no obstante, acabo cuajando).

Bajos pesados, ritmos arrastrados, voces sugerentes y atmósferas etéreas. Una música que parecía atemporal, que te transportaba a otro universo. En 1998 se publicó Mezzanine, la obra maestra de Massive Attack, que culminaba un terceto brillante junto con las joyas Blue Lines y Protection. Este disco llegó a eclipsar al resto de bandas del género y se convirtió en el disco de trip hop por definición. El año pasado, Mezzanine cumplió 20 años, y la banda de Robert del Naja decidió celebrarlo con una gira centrada exclusivamente en ese disco.

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Era un concierto que jugaba la carta de la nostalgia, con un público entregadísimo de antemano. Y esperaba que empezaran el concierto con Angel. Cuál fue mi sorpresa cuando decidieron empezar con una versión (I found a reason de la Velvet).

A partir de allí, fueron desgranando las perlas de Mezzanine, mezcladas con otras grandes versiones como 10:15 Saturday Night de The Cure, un impresionante Bela Lugosi’s Dead de Bauhaus y un fascinante tema punk que no pude identificar.

Me resultó bastante inquietante el tema visual. Intercalaban fotografías, vídeos y mensajes en varios idiomas (sobre todo en catalán, traducidos para la ocasión). Los mensajes transmitían mensajes de optimismo y libertad. Por otro lado vimos proyecciones de imágenes de víctimas de guerra o de Trump fundiéndose con Putin. Y aunque resultaban divertidas, me chocaron porque no es algo que relacione con las letras y mensaje global de Massive Attack. Después del concierto leí sobre estas proyecciones, creadas en colaboración entre el documentalista Adam Curtis y Del Naja, que supuestamente pretenden dar una visión del mundo en el que vivimos 20 años después.

El concierto fue fluido, las interpretaciones precisas y contaron con intervenciones como Elizabeth Fraser, la voz que le aportó la magia a la maravillosa Teardrop. Sin embargo, me faltó pasión, entrega, comunicación. Lo mejor que puedo decir es que fue un concierto correcto. Pero teniendo en cuenta de quién se trata y qué disco estaba interpretando, lo peor que se puede decir es que fue un concierto correcto.

Tras una hora y media exacta, la banda desapareció del escenario sin decir adiós, inmediatamente salió el equipo técnico a recoger el escenario y empezaron a desalojarnos. El viaje había terminado demasiado pronto y demasiado abruptamente. Me consuelo pensando que esa noche me dormí tarareando Man next door.

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