Poesía actual: Esteve Bosch de Jaureguízar

Culturaca inaugura su sección dedicada a las voces poéticas actuales hablando de Esteve Bosch de Jaureguízar. El Fisioterapoeta, el Mercader de Poetia, el señor Doble Malta… estos son algunos de los apelativos artísticos que se le aplican. A este fisioterapeuta de Palamós, la poesía lo rescató del abismo.

Se puede seguir su actividad en la web, El mercader de Poetia, y como narrador ha publicado los libros La fuerza de un latido (RBA ed) y Hospitalia doble malta (Plataforma Ed.). Pero lo mejor es sin duda gozar de su poesía en directo. Se deja la piel en el escenario de innumerables recitales de Barcelona y alrededores, en especial en el Poetry Slam Barcelona.

Aquí os dejamos con una actuación en vídeo y con cinco de sus poemas: Girasoles, El olivo, Beat Generation, Antonio Vega tiene su plazuela y yo mi incertidumbre y Mi tren. Son versos cálidos, airosos, vitales, mediterráneos, que huelen a vida, a movimiento, a deseo, a Costa Brava y a mucho más. Es hora de elegir: emocionarte o morir.

 

 

Girasoles
El día que el horizonte se me acerque
me refugiaré en el hogar de las hormigas,
pediré, educadamente, tanda en la cola
y caminaré sin destino el resto de la existencia…
…mientras tanto…
…No se si os he dicho que mis campos vuelven a estar repletos de girasoles.
Afortunada jornada aquella en que quise quemar mis naves
y finalmente di un paso atrás,
puesto que a aquellas naves indulté y no fueron quemadas,
pudiendo así desde ellas divisar tus salvajes costas
y arribar a tu ardoroso puerto.
Afortunada jornada aquella que descubrí que tu puerto seria el puerto de puertos,
aquella en que ví que tus costas iban a ser mis costas,
salvajes, indomables, apasionadas,
afortunada jornada aquella en la que dí aquel paso atrás
para sin demora, seguir avanzando mil pasos adelante
Afortunada jornada aquella en que tus indomables costas me acogieron
y me zarandearon salvajemente,
entre espumas salvadoras y oleajes vitales,
para hacerme entender que cada noche de alcoba superaría la anterior,
que cada guiño a la aurora acumularía más y más candor.
Afortunada jornada aquella en la que tus morenos ojos,
me mostraron, abrazándome una palabra a un beso,
que lo mejor todavía estaba por llegar.
…puesto que a tu lado…
…la mejor ola todavía está por nadar,
la mejor cala por descubrir,
la mejor arena por caminar,
la mejor tramontana por gemir,
y la mejor vela, a tu lado, todavía está por desplegar.
El día que el horizonte se me acerque
me refugiaré en el hogar de las hormigas,
pediré, muy educadamente, tanda en la cola
y caminaré sin destino el resto de la existencia…
… mientras tanto…
…me dejaré el alma en cada suspiro
intentando ser merecedor
de fondear mis naves en el puerto de tus aposentos,
puesto que sin duda en ellos…
…la mejor falda está por descender,
los mejores pechos por explorar,
los mejores labios por sorber,
el mejor amanecer por compartir
y la mejor luna, en tus aposentos, está por contemplar.
Afortunada jornada en la que tú te creas
que ni mi mente, ni mi corazón, ni mi cuerpo
albergan dudas sobre ello.
…No se si os he dicho que mis campos vuelven a estar repletos de girasoles
y…¡¡hostias!!,
¡¡cuántas ganas tengo de comerme las putas pipas!!

 

El olivo

Soy olivo,
recio, del camino,
hecho a base de esfuerzo,
de sangre, sudor y labrado,
soy olivo y me quieren recortar,
soy olivo público y quieren que sea olivo privado.

Pese a épocas muy heladas conseguí crecer,
empecé a vestirme en primavera y el final del verano me desnudó,
fue el poeta quien me cantó y el cantor quien me hizo poema.
Educo, sano y ayudo, pero como no te lucro
tú, sí tú, el de la derecha, ves en mí un gran problema.

De tronco retorcido y longevo
las fisuras de mi corteza buena prueba dan de ello,
de mis frutos sacas buen provecho
dime entonces porqué estás tan al acecho y me quieres recortar.
Recortar lo que educo, recortar lo que sano, recortar lo que ayudo,
no me hables de recortes necesarios pues soy sólo olivo,
pero si hace falta me convertiré en corsario
y empeñaré cada una de mis perennes hojas
antes de toparme con tus tijeras,
para hacerte frente,
político, mandamás, ¡sanguijuela!.

Mis campesinos siempre bien me han trabajado,
recio, del camino,
pero tú, sí tú, el de la derecha sólo quieres verme recortado.

El libre viento, incansable, jornada tras jornada, me ha estado moldeando,
encinas, quejigos y alcornoques, inseparables, durante el camino me han acompañado,
los padres de tus padres, desde el principio de los tiempos, me han adorado,
pero tú, sí tú, el de la derecha, no pararás hasta haberme recortado.

El día que la Sanidad de mis ramas,
la Educación de mi tronco
y los Servicios Sociales de mis raíces
topen con tus tijeras,
yo, como vengo haciendo desde los tiempos más primitivos,
seguiré alzándome orgulloso, aunque me hayas malherido,
y rasgando mi cansada voz,
en un grito esperanzado,
te recordaré que soy olivo público
y que nunca, nunca, nunca, querré ser olivo privado.

Buscadme un andaluz de Jaén,
decidme de un aceitunero altivo
al cual le parezca bien
que recorten un solo olivo.

Soy público olivo,
y gracias a poetas como Don Miguel
sangro, lucho y pervivo,
pero si he de ser sacrificado,
hoy más que nunca,
en este escenario,
con un poema en cada mano,
¡¡Pienso reencarnarme en Elefante Republicano!!

 

 

Beat Generation

¿Y si mi destino fuese empaparme de textos beats?
deliro por devorarlos uno tras otro, descubrir almas gemelas
de otros tiempos, ¿mejores?, ¿más románticos?,
busco a Bukowski en cada adoquín de Urbecelona,
persigo a Kerouac por si tiene sitio en el asiento trasero
de cualquiera de sus autos mientras deseo que conduzca Cassady
para que, con la capota bajada, mi melena surque carreteras kilométricas,
anhelo que Ginsberg valore y aúlle mi poesía
y vigilo que Burroughs no me pinche si le pregunto
por el secreto de su, ilógica, longevidad,
pero sobre todo,
procuro no perder ni un solo detalle de todos estos doctorados de vida.

Pero mii país no tiene infinitas ni legendarias rutas por las que cruzarlo,
mi país no tiene ganas de revolución botella y poema en mano,
mi país cada vez conoce más culos envueltos en trajes de diseño
que empiezan estudiando, continúan pensando y acaban robando
por conseguir y mantener asientos influyentes
en prestigiosas empresas o de desgastados partidos políticos,
mi país se oculta tras una gigantescas gafas oscuras
porque no le da la gana de mirar a la cara de los colores del cielo,
mi padre se tambalea por el pasillo intentando mantener un paso
que un travieso pero muy jodido tumor se empeña en torpedear,
mis drogas son mis letras y mis equilibrios en la cuerda floja del día a día,
ansío vomitar en un rincón todo lo indigerible y en un papel textos espontáneos.

Medio siglo, casi, me contempla,
y aunque cada vez tolero menos las reglas de tres en las emociones,
sigo queriendo amar,
pocos, muy pocos, siguen con su primera dama de altar o de juzgado,
mis antiguos amigos recobran un papel de honor en mi teatro vital
y los nuevos, se ganan jornada tras jornada un merecido protagonismo en mis días,
no concibo escribir sin música ni vivir con pasión sin una dama,
ni una dama que se proponga domesticar al hombre del que se enamoró
y al que deseó, mañana, tarde y noche, follarse una y otra vez,
anhelo encontrar la reina, tan segura de sí misma, que no necesite recortarme,
sé que eres tú, morena diosa del nuevo día, escucha bien mis palabras,
da un paso al frente, desnúdame y hazme reinar en tu alcoba.

Pero mientras todo esto sucede
permitidme que siga persiguiendo a Jack y a Neal
que busque la opinión de Allen y que vigile que William no me pinche,
que me rodee de quienes puedan pensar como yo
y que deje pasar de largo fantasmas naftalínicos
que tan solo transportan mediocridad encorsetada y etiquetada en Armani,
quiero disfrutar de unos pechos que ansíen ser amados una vez tras otra
y que se entreguen sin más limite que el orgasmo siguiente
porque la vida pasa y no se detiene a esperar, si la sigues bien
y si no, te quedas en el andén creyendo que eres feliz pero con cara de tonto,
Ginsberg dijo haber visto las mejores mentes de su generación
destruidas por la locura
no se si veré yo así a las de la mía,
ni si acabaré encontrando a Charles o a Chinaski por los adoquines de Urbecelona,
pero, ¿y si mi destino fuese empaparme de textos beats?.

 

Antonio Vega tiene su plazuela y yo mi incertidumbre

Con mis lágrimas de doble malta
mojo las calles que ni siquiera están colocadas,
abro crueles ventanales
que me impiden escuchar las voces revolucionarias de la noche,
y clavo mis rodillas ante un enemigo
que no demuestra el más mínimo signo de cansancio,
para en esta piadosa posición
mendigar migajas de certidumbre que rearmen mis alas.

Estamos tú y yo solos, frente a frente,
sin más armas que nuestras caras
sin más escudos que nuestras almas,
y te enfrento y cada día más te odio,
no me tienes piedad, no la busques en mí,
y así, en la noche que pueda celebrar mi victoria
tus aposentos arderán en desespero
teniendo que procurarse nuevo inquilino.

Hoy me has vencido, sí, hoy me has vuelto ha vencer,
pero no te fíes de tus repetidos éxitos
pues cuánto más triunfal te sientas,
más fuerza tendrá mi espada en el siguiente golpe
y más cercano me encontraré de mi certero ataque final,
no lo olvides,
sólo me has vuelto a vencer un día más,
pero esto no significa garantía de gloria.

Te recrearás en tus vanidades,
con regocijo presumirás de tus victorias,
mientras tanto, yo, con la puerta entreabierta
vigilaré todas y cada una de tus arrogancias,
con la espada desenvainada
y las emociones rebozadas en coraje.
Tu clamorosa ventaja alimenta mis fuerzas,
Tu exceso de confianza será mi éxito.

Antonio Vega ya tiene dedicada una plazuela
y las calles mojadas lo vieron crecer,
las que transitan mis anárquicas suertes
hoy están anegadas y en ellas me ahogo,
pero desde el postrer suspiro,
aclaro mi mente y mi garganta y te grito:
MALDITA INCERTIDUMBRE, ríe, ríete hoy que a mi costa aún puedes,
pues mañana, sin dudar, al alba,
¡te decapito!

 

 

Mi tren

Viajo con billetes falsos de cuarta clase escondido en el compartimiento de los equipajes,
sueño con el silbido del tren anunciando la próxima estación
pese a ello no realizo el más mínimo esfuerzo para bajar al abrirse las puertas.
Vuelvo a esconderme avergonzado por tanta luz y asustado por tanta sospecha.

Las manos están sudadas por los nervios al paso del revisor con cara de búho,
me pide explicaciones pero me perdona la sanción con una condición:
bajarme, por la primera puerta que encuentre, en la estación “Paranoia”.
Acepto y marcha por el camino de las risas con el mismo caminar de avestruz con el que vino.

Los trenes de las horas perdidas viajan por raíles de ternura,
la sabiduría de los viejos está colgada en sus antiguas paredes de madera,
las cuerdas de las guitarras suenan en mi cerebro como medicina curadora.
Me observo en mis lágrimas y me gusto y me quiero.

Los acaparadores de finales navegan en océanos de emociones anárquicas,
las cosquillas más crueles esperan fieles su turno en el cajón del enamoramiento
aburridas y asqueadas por tanta mediocridad de sentimientos.
Cierro la llave del cajón y tiemblo a la hora de decidirme a abrirlo.

Sólo digo Jesús cuando estornudan, ignoro mi cruz y, para mí, María es nombre de galleta,
mis estigmas son tesoros y mis tesoros están anoréxicos,
la leche es negra, el chocolate blanco, el plátano está pálido y la cara amarilla.
Pliego las sábanas una vez tras otra hasta que yo pierdo la cuenta y ellas los colores.
Qué amantes más ricos los que sueñan sin preguntarse el porqué,
qué satisfacción más suprema la del rey encapuchado y haciendo de peón en la partida vital,
qué ojos más claros los que no ven la red y la esquivan a la primera.
Duermo entre las maletas y el revisor está pendiente de la promesa hecha.

El maquinista husmea el aire y adivina mi presencia en el tren,
me conoce desde el principio de los tiempos y no me dejará bajar,
se concentra y rumia, como siempre pensando en mí, en una ruta alternativa.
Reconozco su maleta entre todos los equipajes, la abro y dejo 46 gr de esperanza.

Es hora de cenar, las mesas están puestas, gallinas y cerdos babean corriendo por el pasillo,
el revisor se impacienta y empieza a sospechar del cambio de ruta,
reconozco la maleta de su mujer, la abro y dejo 46 cm de placer.
El efecto de la doble malta me hace desinhibir y corro desnudo al comedor.

He repartido mis ropas entre las maletas más vacías y tristes,
mis sueños los regalo al revisor que deja de estar indignado,
su mujer se escapa con el maquinista en la estación “Ultimas Oportunidades”.
Me ha confundido con él y ahora el tren va solo y yo ceno, como siempre, también solo.

La ensalada está emocionalmente verde, la carne cruda y el postre pasado,
el revisor se ha encerrado en la maleta de la envidia fumándose mis sueños,
al final de la vía hay un puente y después un túnel y después un puente y después un túnel.
Siempre mis puentes y túneles se han sucedido, rítmicamente, como un vals.
Mis músicos favoritos salen de la cocina con tres bandejas en las manos,
ellos me conocen como nadie y ceno como nunca lo había hecho,
se ponen a los mandos de la máquina que enloquecida silba y silba.
Desnudo, cenado, con sueños y sonrisas renovadas, busco la puerta más cercana.

El revisor ha muerto ahogado por el humo de mis antiguos sueños,
su mujer y el maquinista no dejan de hacer el amor en el banco de la estación “Todo Llega”,
saludo a Bob Dylan, Joan Baptista Humet, Antonio Vega, Loquillo, Wilco y Elliot Murphy
mientras The Sunday Drivers paran el tren.
Abro la puerta, no miro atrás, beso cada escalón y bajó en la estación..
… “Para ti también hay”.

 

 

 

 

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