American Hustle, estafa kitsch
Reconozco que iba con miedo a ver la última película de David O. Russell. Su último pertrecho, aquí llamado El lado bueno de la cosas, me pareció un timo en toda regla, aquello si que fue la gran estafa americana. Una película insulsa, vacía y sin ningún tipo de atractivo. Nada que ver con la magnífica The Fighter o Tres Reyes. Además contaba con unos personajes y una historia tan poco creíble y ridícula que salí del cine cabreada y decepcionada. ¿Está era la octava maravilla de la que todo el mundo hablaba? No contentos con eso le dieron un porrón de Oscars, pero ya saben ustedes que eso de los Oscars es de todo menos una competición justa donde prime la calidad, sino no se explica como le pudieron dar el premio a la sosa de Jennifer Lawrence. Aún así, contar con Christian Bale y Amy Adams en su cartel, me hizo replantearme mis reticencias iniciales y darle una oportunidad a American Hustle. Y mereció la pena. Desde luego no es una obra maestra, pero es una película entretenida y digna de ver.
El motivo principal para ver esta película es su elenco de actores. Muchos de ellos repiten con Russell. Por suerte, esta vez el protagonista es un Christian Bale casi irreconocible, con una nueva transformación física marca de la casa. Bale interpreta a Irving Rosenfeld y junto a él está Amy Adams en la piel de Sydney Prosser. Dos estafadores que son cazados por el agente del FBI Richie DiMasso (Bradley Cooper y sus rizitos) y presionados para timar al Mayor Carmine Polito (Jeremy Renner) y a un montón de políticos corruptos. A ellos se les unirá la esposa de Irving, Rosalyn, un poco cortita y resultona físicamente, papel ideal para Jennifer Lawrence. Tanto Bale como Adams son la fuerza que arrastra el film. Desde esas escenas iniciales mientras Bale se viste y nos enseña su transformación corporal, la colocación del peluquín en la que Russell se recrea y el primer enfrentamiento entre él y el personaje de Cooper junto a Adams, nos sumergimos en la vorágine de este timo a gran escala del que nadie se salva.
La excelente caracterización de los personajes y del entorno que los rodea, hace que respiremos 70’s por los cuatro costados. La música, los coches, el vestuario, las casas,…parece sacado de los 70 más kitsch que te puedas echar a la cara. Los actores se sumergen en los personajes no solo con sus interpretaciones sino con su caracterización. Desde los más de 20 kilos que ganó Bale a su calva ficticia, el tupé mastodóntico de Renner, los rizitos de Cooper, las melenas L’Oreal de la Lawrence o los vestidos escotados de infarto de Amy Adams, que está más allá de lo sensual. Personajes además definidos en cuatro pinceladas y que evolucionan y crecen, se transforman con la historia. Cada personaje tiene su talón de Aquiles, su secreto. Desde la ambición del agente del FBI que interpreta Cooper que le lleva a lo extremo y desaforado, hasta la bondad del personaje de Renner que le hace caer en la corruptela, la odiosa y chillona mujer del protagonista interpretada por la Lawrence y que domina con su hijo a Irving, el amor y la pasión que este siente por Sydney pero que el miedo a perder a su hijo hace que peligre, la fuerza del personaje de Adams, voluptuosa y sensual, capaz de convencer a cualquiera, poderosa pero a la vez frágil. Una red de personajes unidos por las circunstancias y que bailarán al son de la música que esta estafa les marca.
La película es ágil y entretenida, a pesar de su duración no se hace larga, con un montaje acelerado y que quita el aliento y que además le va a la perfección a esta historia de timadores y timados con aires a lo Scorsese pero sin llegar a su altura. Porque a pesar de sus grandes interpretaciones, no llega a ser una película redonda. La culpa la tiene David O. Russell y su afán por dárnoslo todo bien mascadito. Debe pensar que somos tontos, sino no se le hubiera ocurrido un final tan estrepitosamente horrible y vomitivo en El lado bueno de las cosas. Aquí le salvan sus grandes actores, una ambientación de infarto y un desmelene absolutamente histriónico que a la fuerza tiene que sorprender. Drama, comedia, película de gansters, todo un batiburrillo que funciona. No es nada original, no aporta nada nuevo, pero entretiene y eso ya es mucho.
En el lado musical, destacar que Danny Elfman se hace cargo de la bso como ya hiciera anteriormente en Silver Linings Playbook y aquí además lo hace con el acompañamiento de una buena selección de música de los setenta. Tom Jones, Bee Gees, ELO, Elton John, Donna Summer o Wings o una impresionante White Rabbit de Jefferson Airplane, cantada en árabe por Mayssa Karaa, suenan durante la película. El complemento ideal para esta divertida y entretenida película.