Paterson (II), homenaje de Jim Jarmusch a la poesía
Paterson
de Jim Jarmusch
Con Adam Driver y Golshifteh Farahan
Segunda crítica de Culturaca sobre la última película de Jim Jarmusch. Hace unos meses, Jorge-Mauro de Pedro nos contaba aquí su gran decepción, no exenta de cinismo. Entre otras cosas, decía que “en Paterson, esa búsqueda no me resulta lo suficientemente estimulante. Ni significativa. Ni definitoria. No vislumbro la epifanía, la gran revelación, el gran sentido”. Pues bien, hoy me veo en la obligación de ofrecer un contrapunto.
Bienvenidos a Paterson, una historia sobre la rutina. Paterson. Así se llama el protagonista y la ciudad en la que vive. Paterson es un conductor de autobús que hace la misma ruta cada día. Día a día, vemos su vida cotidiana, sencilla, pausada y repetitiva. Y durante sus paseos cíclicos por la ciudad, Paterson escribe poemas. En su cotidianidad le acompaña su novia, una chica caprichosa y creativa con la que comparte la fascinación por la belleza de las pequeñas cosas.
Jarmusch vuelve a contar con el prisma de Frederick Elmes (que ya trabajó con él como director de fotografía en Night on Earth, Coffee and Cigarettes y Broken Flowers), que sabe captar la belleza de la repetición.
En la primera historia de Mystery Train,“Far From Yokohama”, vemos a una joven pareja japonesa que viaja a Estados Unidos motivados por la obsesión de la chica por Elvis. La ciudad de Memphis se convierte en una extensión del propio Elvis. Un movimiento parecido encontramos en Paterson.
Paterson es una carta de amor a la poesía en general, además de un evidente tributo a la figura de William Carlos Williams. Su obra más conocida es Paterson, un largo poema épico dedicado a su ciudad natal. En él encontramos al personaje de Mr Paterson. El autor definía su obra como “un largo poema sobre el parecido que guarda la mente del hombre moderno con la ciudad”. Al principio del Libro I, Williams habla de “sólo un hombre-como una ciudad”.
Jarmusch ha aplicado exactamente el mismo procedimiento en su película, en el que el protagonista (el tercer ‘Paterson’ de la ecuación) es un personaje que de algún modo representa su ciudad.
La obra de Williams Carlos Williams supone una búsqueda de un lenguaje, comparable metafóricamente a la búsqueda que realiza el hombre de sí mismo en la ciudad. Paterson dedica sus días a hacer lo mismo. Recorre la ciudad en su autobús, escuchando conversaciones, observando a la gente y fijándose en los detalles más sutiles para escribir sus pequeños poemas sobre sí mismo.
Contrariamente a la opinión del ilustre De Pedro, yo no creo que se deba “hacer poesía alejada de lo sublime”, sino que hay que buscarlo constantemente, ya sea desde el vitalismo más desgarrador o desde la observación más repetitiva y anodina de la realidad. No veo yo en Paterson ningún intento de “hacer trascendente la intrascendencia”, sino de explorar los estímulos más cotidianos en busca de su propio universo poético.
Los poemas que escribe Paterson en la película son obra de Ron Padgett, miembro de la llamada Escuela de Nueva York (junto con otros creadores como Kenneth Koch, John Ashbery o Frank O’Hara).
Hay una anécdota que me parece muy divertida sobre el poema de la niña que Paterson encuentra por la calle (fuente: entrevista a jarmusch en la npr). Al escribir el guión, Jarmusch compuso el poema “Water Falls” que recita la niña. Lo hizo siguiendo el estilo de los poemas que Kenneth Koch enseñaba a escribir a los niños (en 1970, Koch publicó un libro muy interesante sobre educación poética: Wishes, Lies and Dreams: Teaching Children To Write Poetry). Pero el poema no le acababa de satisfacer. Más tarde, cuando Ron Padgett accedió a escribir los poemas para Paterson, Jarmusch le pidió si quería escribir uno también para la niña. Pero Padgett se negó, diciendo que ese poema era perfecto para la niña.
En general, Paterson me parece una película sencilla, agradable y sin pretensiones sobre el acto de escribir. Las únicas reservas que tengo, a nivel poético, es la gran distancia estilística que separa al protagonista de William Carlos Williams. Su estilo se caracteriza por la innovación y la búsqueda de un verso distintivamente estadounidense. A veces su poesía era honesta y doméstica como la del Paterson jarmuschiano, pero estuvo muy influenciado por amigos y coetáneos como Ezra Pound o Hilda Doolittle, con los que compartió un afán de experimentación. En ese aspecto, y en mi humilde opinión, el Paterson de Jarmusch se queda corto, reducido a una poesía de la experiencia de lo cotidiano sin aspiraciones de investigación formal.
Dicho todo esto, recomiendo Paterson a todos los poetas, escritores y amantes de las letras en general. Más de uno encontrará lugares preciosos de la película en los que habitar. La poesía está en todas partes.
Y ahora, un detalle final. La abuela paterna de William Carlos Williams se llamaba, curiosamente, Emily Dickinson (aunque no estaba emparentada con la poeta). Ah, y su madre era pintora. Algunos ecos hay en Paterson.