Discos del año 2: Los 70
Segunda entrega de la selección de los Discos del año de la mano de nuestro colaborador Milos de Azaola. Hoy nos sumergimos en la maravillosa década de los 70.
1970: Paranoid / Black Sabbath
Black Sabbath sacaron dos discos en 1970: su debut homónimo y Paranoid. ¿Quién puede presumir hoy en día de publicar dos discazos en un solo año? El primero lo grabaron en tan sólo 12 horas con un coste de apenas 600 libras (¡!), pero no deja de notarse que es un disco hecho deprisa y corriendo que dista mucho de ser perfecto, aunque tiene su encanto como banda sonora de una hipotética película de terror. Para el segundo ya se lo tomaron con más calma, y el resultado fue la primera obra maestra del heavy metal. Al principio querían llamar al disco War Pigs, como la canción que lo abre, pero a la discográfica le pareció demasiado heavy, por lo que al final lo llamaron Paranoid, que tampoco es que sea un título muy reconfortante. Este disco es tal vez el más apocalíptico de Black Sabbath (que ya es decir), en sus letras se nota que el grupo estaba cualquier cosa menos contento con el entorno industrial y deshumanizado de su Birmingham natal, por no hablar de la guerra de Vietnam, que yo diría que se encuentra bastante presente en todo el álbum. Se había acabado el sueño hippy de los 60 y ahí estaba la música de Black Sabbath para certificar su defunción. El hilo musical del Infierno debe de sonar parecido a esto. Sólo hay que fijarse en los títulos de las canciones para hacerse una idea: “War Pigs”, “Electric Funeral”, “Hand of Doom”,… Y cerrando el disco, un tema hard-jazz (me acabo de inventar el término, pero me parece el más apropiado), “Fairies Wear Boots”, en mi opinión uno de los mejores de su repertorio, una de esas joyas ocultas de su discografía, en la que los brujos de Black Sabbath demuestran que eran algo más que un grupo de heavy. Los suspicaces skinheads de la época, curiosamente, se sintieron ofendidos con la letra de esta canción (fairy es mariquita en argot inglés y debieron sentirse aludidos…), estando a punto de linchar al grupo en uno de sus conciertos… pero todos sabemos que esa clase de bestias no suelen apreciar el arte precisamente.
1971: Mountains / Steamhammer
Steamhammer era un grupo inglés de blues-rock, en la actualidad más bien olvidado, pero que en su día tuvo el privilegio de girar como banda de acompañamiento del gran Freddie King. Naturales de Kent, a principios de los 70 se mudaron a Ladbroke Broke, el barrio contracultural de Londres, base de operaciones de guerrilleros del rock como Hawkwind o los Pink Fairies. Creo que el traslado a ese pintoresco barrio en el que cada banda estaba creando su propia revolución influyó positivamente en su sonido, que evolucionó hasta convertirlos en una máquina imparable de blues-rock dispuesta a llevar al oyente por exóticas latitudes sonoras. Ese sonido tan especial de Steamhammer quedó plasmado de forma magistral en su disco definitivo (como se lo llamó en su día), el incomparable Mountains, cuya bucólica y psicodélica portada inspirada en los cuadros de Van Gogh ya nos advierte de que nos encontramos ante una verdadera obra de arte. El disco es mezcla de directo y estudio, pues gran parte de la cara A está ocupada por un extraordinario tour de force extraído de uno de sus conciertos, compuesto por la unión de dos temas: “Riding on the L and N” y “Hold That Train”. Además el disco se abre con “I Wouldn’t Have Thought”, una canción con uno de los solos de guitarra más emotivos que yo haya escuchado nunca, y se cierra con la hermosa y esperanzadora “Mountains”, que nos invita a subir cada vez más alto…
1972: Thick As A Brick / Jethro Tull
Jethro Tull es un grupo con una trayectoria interesante. Cada disco del grupo tiene su propio estilo, pero aún así ellos se las arreglan para sonar siempre a Jethro Tull, hasta el punto de que es imposible confundirles con ningún otro grupo. Cuando suena una canción suya, inmediatamente les reconoces, da igual lo que toquen. Empezaron mezclando blues, jazz y folk como nadie lo había hecho antes. Con su disco más famoso, Aqualung, se pasaron al rock duro y criticaron con mordacidad la religión. Pero a pesar del tremendo éxito de Aqualung, los inquietos chicos de Jethro Tull, lejos de instalarse en una fórmula, decidieron convertirse en un grupo de rock progresivo en su siguiente disco, el increíble Thick As A Brick, un trabajo todavía más ambicioso que su predecesor. Esta joya del rock es en realidad dos obras que se unen para formar una sola: por un lado la extensa pieza musical que compone el álbum; y por el otro la elaborada carpeta del vinilo original (en CD convertida en folleto), en forma de periódico que retrata la sociedad británica con un humor surrealista que recuerda al de los Monty Python de por aquel entonces. Una auténtica genialidad. Podría parecer que grabar un disco compuesto por una única pieza musical es un suicidio comercial para un grupo de rock, pero en los 70 cualquier cosa era posible, y el impacto del disco fue considerable, alcanzando el número uno incluso en los Estados Unidos. Otros músicos tomarían buena nota de ello, copiando el formato periódico para sus discos: John Lennon (ese mismo año), Tom Waits, Guns N’ Roses… Volviendo a Thick As A Brick, la letra de la canción se presenta en el periódico como un poema épico, obra de un niño prodigio conocido como Gerald (Little Milton) Bostock, descalificado por el jurado de un concurso regional en el último minuto (no diré por qué, para eso tenéis que leer el periódico). Las otras noticias del St. Cleve Chronicle, tabloide de un ficticio pueblo inglés, son todavía más delirantes y no tienen desperdicio, creedme. Thick As A Brick es el disco ideal para escuchar mientras te zampas un buen desayuno inglés y te pones a leer el periódico, esperando que sea un día como otro cualquiera… pero a partir de ahí la rutina diaria de tu pequeño mundo burgués simplemente se irá a paseo.
1973: Vagabonds of the Western World / Thin Lizzy
Thin Lizzy es una de las mejores bandas de rock que ha dado Irlanda, pero sus dos primeros discos no consiguen transmitir el talento que tenían los chicos de Phil Lynott (gran parte de la culpa la tienen sus productores de entonces, por lo visto, que quitaron las mejores partes de guitarra sin venir a cuento y remezclaron las canciones a su gusto). A la banda le costó cuatro años grabar el disco que habían soñado hacer desde el principio. El resultado fue Vagabonds of the Western World, un trabajo espectacular en el que no falta de nada, con un Phil Lynott en estado de gracia y la guitarra de Eric Bell sonando como nunca había sonado antes. Aparte de “Whisky in the Jar”, el tema de folk-rock que les abrió las puertas a la fama, en el disco hay sitio para el rock duro (“The Rocker”, con ese increíble solo de guitarra de Bell), el blues (“Slow Blues”), el funk (“Black Boys on the Corner”), canciones inspiradas en antiguas leyendas celtas (la épica “Vagabond of the Western World”), dulces nanas (“Little Girl In Bloom”, sobre una adolescente embarazada) o la experimentación sonora más marciana (“The Hero and The Madman”, que podría ser la banda sonora de una película mezcla de space opera y western). Por desgracia, después de tantos años esperando su momento, el guitarrista Eric Bell se sentiría agobiado por el éxito repentino y dejaría el grupo, por lo que Thin Lizzy no grabarían más discos con él. La mayoría de los fans prefieren la etapa posterior sin Bell, que es la más conocida de la banda, pero yo sigo pensando que Thin Lizzy alcanzaron su cumbre creativa con esta portentosa obra maestra.
1974: Mirage / Camel
Camel nunca fue uno de los grupos de rock progresivo más populares (a lo mejor aparecieron un poco tarde), pero en mi opinión tenían más talento que otros más conocidos, aunque por desgracia nunca pasaran de ser una banda de culto. Con este disco de irónico título (Espejismo), aprovecharon su equívoco nombre para imitar una cajetilla de tabaco de la famosa marca llamada igual, pero ni por esas se convirtió en un éxito, aunque tal vez sea su trabajo más conocido. Para mí Mirage es como la banda sonora de una película ficticia. Las escenas son proyectadas en tu mente por la evocadora música del grupo, en mi opinión inspirada en la obra de Tolkien y otros autores del género fantástico, como puede comprobar cualquiera a poco que se fije en los títulos de las canciones. Sólo cinco temas componen Mirage, dos de ellos instrumentales, y el que cierra el disco es una suite de doce minutos de duración, dividida en cuatro partes (algo muy típico del rock progresivo, siempre con tendencia a la grandilocuencia, pero ellos se las arreglan para no resultar nunca excesivos). Largos desarrollos instrumentales se entremezclan con hermosos pasajes líricos en paisajes de ciencia ficción, llevando al oyente a mundos exóticos… No conozco espejismo más agradable que éste, con él cualquier travesía por el desierto se hace infinitamente más amena. Si fumar mata, escuchar a Camel, por el contrario, revitaliza.
1975: Force It / UFO
UFO fue uno de los grupos de rock duro más peculiares de los 70. Curiosamente, al principio tenían más éxito en Alemania que en su Reino Unido natal, hasta el punto de que ficharon a un guitarrista alemán para la banda, el adolescente Michael Schenker, anteriormente en los Scorpions. Con Schenker les llegó por fin cierta fama, tras años luchando por hacerse un hueco en las listas de éxitos. Force It, que consiguió colarse en el Top 50 en los Estados Unidos, sigue siendo a día de hoy su disco de estudio más recordado, considerado por muchos fans el mejor de su extraña y desigual carrera. Empieza con ese pelotazo llamado “Let It Roll”, al que le siguen himnos de la talla de “Shoot Shoot”, “Love Lost Love”, “Mother Mary” o “This Kid’s”. El disco fue producido por Leo Lyons, ex bajista de Ten Years After, que les dejó a su aire durante la grabación, lo cual se nota, pues en Force It UFO suenan más frescos y directos que nunca. Schenker se explaya a gusto con sus líricos solos de guitarra, inusuales en el rock duro, aunque el teclado de Chick Churchill, otro ex miembro de Ten Years After, destaca en las canciones más lentas del disco. La portada, obra de Hipgnosis (los mismos que hicieron las portadas de Led Zeppelin y Pink Floyd), causó cierta polémica en su día, con esa ambigua pareja magreándose en unos baños, y sin duda también ayudó en las ventas…
1976: Rocks / Aerosmith
En 1976 el rock estaba de capa caída y parecía que ya había dado lo mejor de sí. En la radio únicamente se oía música disco y AOR. El disco más vendido de ese año fue el Hotel California de los Eagles, cuyo tema de mismo título, un plagio hortera de una buena canción de Jethro Tull llamada “We Used to Know”, hablaba precisamente de la decadencia de la aristocracia del rock. ¿Es que los rockeros se habían quedado sin ideas? Por suerte, ahí estaban unos jovenzuelos de Boston con ganas de comerse el mundo, llamados Aerosmith. Cruce bastardo de los Rolling Stones y Led Zeppelin, a los que se empeñaban en emular en todos sus vicios, es cierto que encarnaban todos los tópicos del rock de estadio de entonces, pero por lo menos tenían talento y su sonido resultaba fresco, a diferencia de muchos de sus coetáneos. Rocks es sin duda su mejor disco, formado por un auténtico repertorio de himnos rockeros, banda sonora ideal para los adolescentes con las hormonas revolucionadas de cualquier época y lugar. Los propios Aerosmith eran conscientes de haber grabado un disco cojonudo, de ahí que pusieran en portada unos diamantes, modestos como siempre. Pero eso son precisamente las canciones de Rocks, diamantes en bruto. Nunca volverían a grabar nada igual, ni por asomo.
1977: Let There Be Rock / AC/DC
Muchos dirán que el disco más importante de 1977 fue el revolucionario debut de los Sex Pistols, carta de presentación del movimiento punk, pero la verdad es que a mí el punk nunca me ha impresionado demasiado (opino que la mayoría de sus bandas no valían un pimiento musicalmente y parecían más preocupadas en cómo vestirse que en hacer buenas canciones). Para mí el disco que más rockea de ese año es Let There Be Rock de AC/DC. El propio título del disco nos advierte de que en él encontraremos rock y nada más que rock (y en 1977 parecía que pocos se atrevían a hacer rock de verdad). Por supuesto hace referencia al célebre pasaje del Génesis según el cual Dios dijo Hágase la luz, y la luz se hizo. Y es que este disco fue un rayo de luz en medio de la oscuridad que dominaba el panorama musical por aquel entonces. AC/DC no fueron menos que Dios y dijeron: Vamos a hacer rock… ¡y el rock se hizo! Aunque este disco siempre ha estado a la sombra de los posteriores y archifamosos Highway to Hell y Back in Black, para mí es igual de bueno o más que esos dos clásicos de la banda australiana. Un trabajo lleno de energía en el que no cabe nada que se parezca ni remotamente a una balada o a una canción de relleno. Todo un repertorio de himnos del rock en un solo álbum, grabado con un par mientras los grupitos punks jugaban al quiero y no puedo con singles de pacotilla. Para promocionarlo, el grupo rodó un irreverente videoclip en una iglesia, con Bon Scott disfrazado de cura y el pequeño Angus de monaguillo… creedme, no tiene desperdicio.
1978: Dire Straits / Dire Straits
Dire Straits reinaron por todo lo alto en los 80, pero se formaron a finales de los 70, cuando lo que estaba de moda entonces era el punk, y no su música tranquila y melancólica. A pesar de ir a contracorriente, con un estilo elegante diametralmente opuesto a las tendencias cafres del momento, se las arreglaron para tener éxito, si bien es cierto que fue en la radio holandesa donde empezaron a pegar fuerte, y desde ahí se extendió el fenómeno hasta su Reino Unido natal, donde en principio no les habían prestado demasiada atención. Aunque muchos les hayan denostado, a mí los Dire Straits siempre me parecieron cool. Somos los Sultanes del Swing, cantaba Mark Knopfler en su primer single, y joder, te lo creías. Knopfler, antes de convertirse en un guitarrista-tenista (en serio, Mark, ¿a qué creías que jugabas con esas pintas?), era un tío con clase, un guitarrista con un estilo inconfundible que le diferenciaba de todos los demás, además de un narrador de historias más que aceptable, con esas letras biográficas suyas ambientadas en galerías de arte y coffee shops, que oyéndolas te entraban ganas de ser bohemio y todo. Pero luego llegaron los 80 y la MTV, se aburguesaron y pasaron a ser el grupo de clase media por excelencia, para bien o para mal. Pero quiero que quede constancia de que hubo una época en la que los Dire Straits molaban.
1979: Unknown Pleasures / Joy Division
¿Estás jodido? ¿Sientes que todo se ha ido a la mierda y que has tocado fondo? ¿Que el mundo es un lugar cruel? ¿Que ya nada volverá a ser como antes? Entonces Unknown Pleasures es tu disco. Con él degustarás las mieles de la melancolía y el dolor, que pueden ser agradables al paladar cuando son convertidas en arte capaz de trascender las miserias de este mundo… Cuando lo que estaba de moda en Inglaterra era el punk, Joy Division se desmarcaron e inventaron lo que se ha dado en llamar rock gótico, aunque siempre he pensado que esa es una etiqueta que se les queda pequeña y no hace justicia a su personal propuesta musical. Ian Curtis era ante todo un poeta que quería expresarse a través de su arte y escapar con su música de su asfixiante entorno, y en su primer disco lo dio todo. Muchos críticos dicen que Closer es el mejor trabajo del grupo, pero yo creo que es en Unknown Pleasures donde está la esencia de Joy Division. No puedo escuchar los elocuentes versos de canciones como “Day of the Lords” (Where will the end?, se pregunta Curtis en su estribillo), “Candidate” (I tried to get to you…) o “Insight” (But I remember when we were young…) sin evocar ciertos recuerdos y verme embargado por intensos sentimientos… Son canciones que emocionan, que te tocan el corazón. Música atemporal, de una belleza cruel, ajena a las modas.