L’Alternativa. Festival de Cinema Independent de Barcelona (y III)
Imágenes resilientes
Uno de los largometrajes más sugerentes que pudimos ver en la sección oficial a competición de L’Alternativa fue el documental Una sombra oscilante, la ópera prima de la directora chilena Celeste Rojas. En este film, la directora se aproxima al archivo fotográfico de su padre Lucho, que le sirve de excusa para conversar con él sobre su trabajo como fotógrafo y su activismo político durante la dictadura de Pinochet. Lejos de ser un documental autobiográfico familiar al uso, Una sombra oscilante se acerca por momentos al cine más experimental y se permite también reflexionar sobre el sentido (político) de las imágenes, sobre la relación entre fotografía y memoria, y sobre la materialidad de las imágenes analógicas.
Lucho, militante del MIR que decidió exiliarse en Ecuador y luego regresó a Chile de forma clandestina, habla con su hija. Aunque no los veamos directamente en pantalla (tan solo algunos fragmentos de su cuerpo, como las manos, se nos muestran en contadas ocasiones), acabaremos la película con la sensación de conocerlos desde siempre. Las conversaciones entre ambos, tan íntimas como políticas, nos remiten a una larga dictadura cuyas heridas aún no han cicatrizado. Las imágenes del pasado y las del presente entran en diálogo, del mismo modo que lo hacen Lucho y Celeste. El análisis de dichas imágenes se realiza desde el presente, desde la distancia que marca el tiempo. Salvador Allende fue asesinado el once de septiembre de 1973 (sí, no solo cayeron las torres gemelas un once de septiembre, otras cosas pasaron, aunque el algoritmo de Google no lo destaque). Pero hubo que esperar casi veinte años hasta que, el 4 de septiembre de 1990, tuvo lugar su funeral oficial. Este pasado histórico, tan convulso, tan lleno de sombras y tabúes, pesa todavía a día de hoy en la mente de millones de chilenos; pero, ¿pueden las imágenes –pasadas, presentes y futuras– convertirse en un acto de resistencia frente a las injusticias y la pérdida de memoria histórica? Esta es, tal vez, la pregunta fundamental que nos realiza el film.
Y esta misma pregunta es también la que nos formula Caja de resistencia, documental dirigido por Concha Barquero y Alejandro Alvarado que se ha alzado con el Premio a mejor Film Nacional, y en el que continúan con el proceso de investigación iniciado años atrás en Descartes.
Descartes, cortometraje presentado en L’Alternativa en 2021 y que también se alzó con el Premio a Mejor Film Nacional (ex-aequo junto a La visita y un jardín secreto), recuperaba imágenes descartadas de Rocío, único film de Francisco Ruiz Vergara que fue censurado durante la democracia y que daba cuenta de la relación directa del terrateniente y alcalde de Almonte, José María Reales Carrasco, con la muerte de más de un centenar de personas tras el golpe militar de 1936. A día de hoy, en lo que constituye una preocupante anomalía legal y política, la película Rocío sigue censurada por el Tribunal Supremo y, aunque es posible encontrarla en algunos foros y páginas de Internet, su versión íntegra no se puede proyectar “legalmente” en instituciones públicas y el Estado no ha reparado (ni parece pretender hacerlo) dicha violación del derecho a la libertad de expresión.
En Descartes, Barquero y Alvarado reivindicaban el legado de Francisco Ruiz Vergara, fallecido en 2011, y rescataban del olvido muchas de las imágenes del polémico documental. Ahora, en Caja de resistencia, amplían su investigación y hablan del activismo político del cineasta y de cómo se vio obligado a emigrar a Portugal en 1974. Allí participó en la fundación del CIC (Centro de Intervenção Cultural), una cooperativa que ejercía el activismo mediante el cine y con la que filmó Otelo a presidente, un mediometraje en apoyo a Otelo Saraiva de Carvalho –uno de los líderes de la Revolución de los claveles– que nunca se llegó a exhibir. Ruiz Vergara, aunque se marchó durante muchos años de España, nunca se rindió. Y aunque no pudo dirigir ninguna otra película, dejó un inconmensurable legado de proyectos a medio realizar.
Al igual que Una sombra oscilante, Caja de Resistencia es uno de esos films que se resiste a ser clasificados con facilidad. La narratividad de la historia se fragmenta constantemente y se nos muestra como un puzle en el que nunca acaban de encajar todas las piezas. El inmenso caleidoscopio de imágenes de archivo, documentos legales y textos varios recorre todos los proyectos frustrados de Francisco Ruíz Vergara y acaba desembocando en lo más profundo de una mina, lugar casi tan oscuro como las fosas comunes donde, a día de hoy, siguen enterradas numerosas víctimas del franquismo, como aquellas que enumeraba en una interminable lista el documental Rocío.