Orgullo y prejuicio. Jane Austen siempre.
Es maravilloso volver a los clásicos. Y Jane Austen lo es. Leer uno de sus libros, escrito en el entre el 1796 y 1797, aunque no se publicó hasta 1813 es descubrir que sus historias siguen estando tan frescas como entonces, que se pueden leer como si se hubieran escrito ayer. Estoy hablando de Orgullo y prejuicio. La manera en la que Jane Austen consigue mostrar las emociones es uno de sus grandes talentos.
¿Os acordáis que hace unos años el cine se volcó en Jane Austen y no parábamos de ver adaptaciones de sus obras? Sentido y sensibilidad protagonizada por Emma Thompson y Kate Winslet, Orgullo y prejuicio por Keira Knightley. La última ha sido Emma con Anna Taylor-Joy como la protagonista en 2020 que, por cierto, también interpretó Gwyneth Paltrow en 1996. Austen nunca se pasa de moda.
La prosa de Jane Austen te atrapa, te envuelve. Sus protagonistas, siempre mujeres, son fuertes, osadas, divertidas, diferentes. Se enfrentan a muchas convenciones sociales, a las que la propia Austen tuvo que enfrentarse, que les impiden ser más de lo que se espera de ellas: casarse, tener hijos, hacer caso a sus padres, a sus hermanos, a sus maridos. Estar ahí para los demás, los hombres, se entiende. Cumplir con el papel que te ha tocado. ¡Ja! Ni pensarlo. Imaginad a Jane Austen escribiendo estas historias tan revolucionarias en su época.
Tanto ella como su hermana, tuvieron el privilegio de acudir a la escuela y recibir una educación que muchas mujeres no recibían. A parte de aprender a ser guapas, elegantes, coser, tocar el piano para complacer a los demás y cosas por el estilo, no se fomentaba que las mujeres aprendieran a escribir, leer o que estudiaran más allá de lo necesario, que muchas veces era poco o nada. Lectora empedernida, a Jane Austen también le gustaba montar obras de teatro con su hermana y su prima en la rectoría de su padre.
Con apenas 20 años escribió su primera novela, Orgullo y prejuicio. Tanto en ella como en el resto de sus obras, Jane Austen denuncia la imposición del matrimonio a las mujeres y la falta de educación que recibían, lo que provocaba una dependencia que marcaba para siempre su destino.
En Orgullo y prejuicio, Jane Austen hace un retrato de la sociedad inglesa victoriana y rural mordaz y satírico. El apuesto y soltero Sr. Bingley llega a una mansión vecina. Es entonces cuando la vida de las hermanas Bennet se vuelve patas arriba. La madre de las cinco hermanas verá la oportunidad de oro para casar a unas cuantas de ellas. No le importa cuales, pero su obsesión es casar a alguna de sus hijas y, además, hacerlo con un hombre lo suficientemente rico para que les resuelva la vida a todos. Elizabeth, sin embargo, la preferida de su padre, amante de los libros y educada como no lo han sido otras mujeres de su entorno, no está por la labor y menos si está por medio el arrogante señor Darcy, el mejor amigo del Sr. Bingley.
La hipocresía, los malentendidos y los juicios de valor hechos al vuelo hacen que nuestras protagonistas vivan experiencias dolorosas, pero también que descubran que se puede vivir de otra manera, con más sinceridad, conocimiento y un amor o matrimonio que no esté basado en cuanto oro reluce el apuesto caballero.
La prosa de Austen es exquisita y su ironía te atrapa de una forma que no puedes parar de leer, de emocionarte, de querer saber más. No importa que te conozcas la historia al dedillo. Hemos visto las películas, ¿no? Ese es uno de los grandes talentos de esta imprescindible escritora de la literatura universal. Sus historias enganchan y son atemporales, a pesar, de estar escritas en una etapa muy concreta de la historia, sobre todo de la historia que han tenido que vivir las mujeres. De hecho, muchas de las cosas que explica, pueden aplicarse perfectamente a la actualidad. Los sentimientos, al fin y al cabo, siguen siendo los mismos. Podéis leer Orgullo y prejuicio en la colección Club Victoria de Ediciones Invisibles.