Almacero Marx, polaroids musicales de Gonzalo Fuster
Después de su último disco como El Ser Humano, el cantautor valenciano Gonzalo Fuster se ha desmarcado de su alter ego para adentrarse en lo más profundo de su propio ser y regalarnos Almacenero Marx. Un disco íntimo y personal publicado por Discos Belamarh. En su mayor parte instrumental, Almacenero Marx hace un retrato emocionante y emotivo de su vida, su familia y su estado de ánimo durante la pandemia. Una joya que no debéis perderos. Ya está preparando nuevo disco, pero antes de que nos llegue a las manos, hablamos con él de este trabajo tan personal.
Almacenero Marx, es un título que llama mucho la atención. ¿Por qué este título? ¿Es como un almacén de momentos vitales este disco?
Es un anagrama de Morena, Alex y Marc, mi mujer y mis hijos. A su vez, tiene mucha fuerza y recoge con acierto el sentido de mi vida, alguien que acumula cosas con cuidado, pero que no puede evitar verse como en una película de los hermanos Marx. Lo tiene todo.
No es un disco de El Ser Humano sino de Gonzalo Fuster, ¿por qué?
Después de mi último disco como El Ser Humano (Casa, Discos Belamarh 2019), mi vaso rebosó. No le veía sentido a continuar cantando, a seguir haciendo canciones de pop. Me dejo llevar por las emociones y, por suerte, nadie está esperando nada de mí. Así que me liberé de cantar y de repetir una y otra vez una melodía, me olvidé de escribir y mentir con las palabras, amasándolas para que rimen o cuadren en métrica. Me sentí tan libre y etéreo que hasta prácticamente abandoné la guitarra. Así que, con todo esto, mi proyecto como El Ser Humano parecía lejano. Y, por otra parte, este disco es tan sincero que no le veía sentido usar un pseudónimo o nombre artístico. Éste soy yo, de forma pura.
¿Qué diferencias ves entre El Ser Humano y Gonzalo Fuster a nivel compositivo?, a pesar de ser la misma persona la que está detrás de las composiciones.
Para mí hay muchas diferencias, en Almacenero Marx el instrumento principal es el piano, en El Ser Humano es la guitarra, generalmente. Yo pensaba que me había disociado, pero un amigo que escuchó el disco me comentó que sí, que era distinto, pero que se me veía muy claramente a través de él. En otras palabras, que debe de haber un sello personal que une ambos proyectos por muy alejados que yo crea que estén.
Muchos artistas durante la pandemia padecieron de bloqueo creativo, no fue tu caso. Este disco es buena prueba de ello. ¿Cómo viviste tú la situación y en qué te ha favorecido como músico o perjudicado?
Para mí fue una gran oportunidad, con mucho más tiempo disponible, menos interrupciones y obligaciones ajenas. En principio, la idea no era hacer un disco hijo de la pandemia, aunque conforme avanza el año y mi vida, sí que aprecio que está muy vinculado a éste tiempo. Lo empecé antes, pero al no poder salir de casa pude disfrutar más de mi familia y, con eso, implicarles secretamente en la creación de esta obra. De hecho, al principio eran muchos más los minutos que había de grabaciones caseras, pero fui recortando para dejar pistas, más que enseñarlo todo.
Como músico me ha perjudicado, obviamente, no he podido hacer conciertos ni ir a ver conciertos de otras personas. Pero reconozco que rápidamente le veo la parte buena a las cosas. Por suerte tenía en casa mi piano, mis guitarras, mi bajo y mi familia.
Aunque tu anterior disco como el Ser Humano lo grabaste en casa, este va un poco más allá, ya que además grababas momentos íntimos y familiares. ¿cómo surgió esta idea?
Todo empezó en la presentación en directo de Casa. Luis Moner, capo de Discos Belamarh, se acercó a Valencia a ver el concierto y me trajo varios regalos, entre discos de Sun Ra y libros de Simon May, había un CD de Ernest Hood. Durante la comida previa al concierto, en casa, lo pusimos y fue como escuchar lo que tenía en la cabeza (bueno, mejor aún). Le había estado dando vueltas a hacer un disco instrumental con grabaciones de fondo, pero desconocía cómo exactamente hasta aquel momento. Se puede decir que sin Neighborhoods, de Ernest Hood, literalmente no existiría Almacenero Marx.
Mi idea era grabar muchos minutos de ambiente casero y luego musicarlos, bueno, y eso es lo que hice. Y sí, todo grabado en casa y por mí. Tienen que cambiar muchas cosas para que vuelva a grabar un disco en un estudio ajeno. Estoy disfrutando de aprender tanto, aunque por mi carácter obsesivo, llega un momento que o suelto lastre y lanzo disco o me meto en una espiral de sufrimiento por cada decibelio que escucho en mis mezclas. La paz es más valiosa que la perfección.
¿Cómo fue el proceso? ¿Primero vino la música y luego los fragmentos o estos fragmentos cotidianos, casi polaroids musicales de tu vida familiar fueron los que te inspiraron las composiciones?
Primero grabé y grabé, en secreto, conversaciones familiares, a los niños cantando, la Morena y yo en la cama, etc… y, posteriormente, iba cribando los fragmentos interesantes, o que se escuchaban bien, hasta acortar la grabación de campo lo suficiente como para poder improvisar al piano.
Soy un muy mal pianista, realmente llevo tocando un año, así que mis improvisaciones son muy simples pero, en mi opinión, muy efectivas para este propósito. Me apetecía explorar la libertad que da no controlar mucho un instrumento, ese momento en el que aún crees que puedes hacer de todo y estás obnubilado por su sonido y textura.
En estas improvisaciones realmente salió mucho Ernest Hood, recién descubierto, pero también algunas obsesiones que me han acompañado toda la vida, como Moondog, Morricone o Satie. Todo lo que no había podido plasmar en pop pero que adoro.
Reconozco que es uno de tus discos que más me ha gustado, creo que toca teclas muy esenciales. Es muy vívido, no sé como explicarlo. ¿No te daba miedo exponerte tanto? ¿Es éste quizás tu disco más autobiográfico? Con esas polaroids familiares que incluyes en el diseño del mismo, parece casi un álbum de fotos familiar.
😳 (¿Se puede poner un emoticono en una entrevista?)
Claro que sí. 😉
No me dio miedo exponerme, empecé a hacerlo en el disco triple de 2018 (El Ser Humano, Luscinia Discos). Esto era un paso más, mucho más profundo e interno, pero también en esa misma dirección. De hecho, me parece haber llegado al hueso, porque no compuse ni una letra de textos, pero habla más de mí que cualquier otro disco mío. La idea de las fotos que se incluyen en el disco vino a última hora, puesto que creí haber captado precisamente ese aspecto de foto familiar. Es un disco para mí, únicamente para mí, no me importaba exponerme. Todo lo contrario, no quiero mentir al Gonzalo del futuro. Éste soy yo en 2020. No podría haberlo concebido de otra forma, si quería ser sincero
¿Hubo mucho de improvisación en el disco? ¿Te dejaste llevar?
Totalmente improvisado. No sabría reproducir las canciones, y si lo intentara sería en base al recuerdo de la fase de mezcla, cuando escuchas una y otra vez lo grabado para ecualizar, comprimir, etc…
Me dejé llevar en todo momento, no arriesgué demasiado por mis limitaciones técnicas, pero lo que hay es puro corazón.
Suena Alberto Montero en un mensaje dentro de “20 de Marzo”, ¿qué fue lo que te inspiró ese mensaje?
La canción estaba ya acabada y es la única en la que hablo yo, puesto que es un pensamiento expresado en voz alta. El tema que en ese momento estaba en mi cabeza era el del confinamiento, era 20 de Marzo (y así se llama la canción). Por esas fechas íbamos a irnos de vacaciones al campo con Alberto, Vicuña y su hija Ari, pero por toda la situación pandémica nos quedamos con las ganas. Así que rescaté un mensaje que dejó Alberto en un grupo de whatsapp que tenemos, bromeando acerca de un sueño. Lo dice muy serio, tipo Eugenio, pero nos reímos mucho con ello y meterlo en la canción fue apuntalar mi intención documental de la situación.
Supongo que el que tus hijos estuvieran contigo durante todo el proceso le daba al disco un toque de juego incluso.
Sí, pero de forma muy natural, porque ellos no sabían que les estaba grabando. O bien tenía los micros ocultos, o bien lo dejaba como si acabara de grabar una canción con el ordenador cerrado, como si estuviera apagado. Ellos se ponían a jugar con él, ajenos a mis intenciones.
Cuando llegó la etapa de mezclar y les puse sus fragmentos, bien se reían, bien se enfadaban… pero ahí quedó. La canción de “Reno Sólido” les dio mucha vergüenza, pero con el paso del tiempo, les encanta.
Me gusta especialmente lo auténtico que es, como padre, cuando estoy tocando “Tendresse” de Morricone y Marc me interrumpe para que le ponga nosequé a un juguete. Esa es mi vida, por mucho que a veces me queje.
A parte del piano, ¿qué otros instrumentos has usado?
Hay también una guitarra acústica, la batería de mi hijo, unas maracas, muchos sintetizadores, una cafetera, etc… todo lo que había en casa. Ni un minuto de este disco ha sido grabado fuera de mi casa. Confieso que estuve mirando de comprar el mismo sintetizador que usó Ernest Hood para grabar Neighborhoods.
Háblanos de tu relación con discos Belamarh. ¿Cómo llegaste a este sello y que aporta a tu música?
Estoy encantado de trabajar con Luis Moner y Discos Belamarh, la relación de confianza es muy estrecha y el apoyo que ofrece Luis me impulsa muchísimo. Es totalmente estimulante porque no hay nada a lo que Luis me haya dicho que no, todo lo contrario. El amor a la música que tiene la transmite, vibra con cada nota y así te lo hace sentir, lo contagia. ¡He de recordarte que él me descubrió a Ernest Hood!
Empezamos juntos a principios de 2019, cuando estaba publicando en Muzikalia una canción mensual, acompañada de su texto. No sé si fue en febrero o marzo que Luis ya me dijo que quería ver esas canciones en formato físico, sin ni siquiera esperar a escucharlas todas puesto que las iba componiendo y grabando sobre la marcha. Desde entonces hasta hoy.
Creo que tienes un nuevo trabajo que saldrá en breve. ¿Puedes contarnos un poco del mismo? ¿Será El Ser Humano de nuevo o has pasado ya esa etapa?
Sí, como inquieto que soy, me puse a trabajar en más canciones incluso durante la fase final de Almacenero Marx. Me compré una guitarra española y traté de establecer un hilo argumental para las nuevas canciones. Perseguí la idea de crear canciones con acordes mayores, dejando atrás esa cierta melancolía o tristeza de anteriores canciones cantadas. Pero ponerme ese objetivo, en contra de la naturalidad, fue poco consistente. A la mínima que me dejé llevar y fui sincero volvieron a aparecer esas notas menores, y sin problemas. Eché atrás esa idea peregrina de tratar de ponerle vallas al monte. Yo soy así.
Ah, y sí, sí, será como El Ser Humano. La experiencia Almacenero Marx me ha servido de barbecho y he retomado con impulso aquello de escribir, rimar y cantar. En esto consiste mi vida, de aquí para allá dejándome llevar por algo que me late dentro, en cuanto trato de domarlo se me escapa.