La Acrobacia de Confucio de Dai Sijie

(Publicaciones y Ediciones Salamandra,  S.A.)

 

Mi sofá, al que idolatro, entendió enseguida el juego de las identidades, ocultas y/o manifiestas, que Dai Sijie se lleva entre manos cuando se pone a manejar personajes, ya sean personas, animales o cosas. Del mismo color ambos, sofá y libro, uno se deja engullir por la tapicería amarilla y, sin querer, se transforma en un doble más de Su Majestad, otro sosias que añadir al pluriprotagonista de La acrobacia de Confucio. Novela de Historia-Ficción.

 

Dai Sijie (1954) llega a Francia en 1984 procedente de la República Popular China para emprender sus estudios en l’Institut des hautes études cinématographiques (IDHEC). Tal vez sea su pasión por el cine lo que le lleva a desplegar escenarios literarios que admitirían una lectura de imágenes. Y sea quizá su pasión por fabularlo todo, lo que le lleva a explorar el laberinto de las historias sin salida. En todo caso, el particular trabajo de Dai Sijie encontró pronta recompensa. Solo habría de esperar cinco años para ver su labor cinematográfica reconocida cuando recibió el premio Jean-Vigo por su primer largometraje: Chine ma doleur (1989). Poco después, en 2002, publicó su primera novela Balzac et la Petite Tailleuse chinoise y la llevó al cine dos años más tarde. También ha sido premiado como escritor, en 2003 se le otorgó el Premio Femina por la novela Le complexe de Di.

 

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La Acrobacia de Confucio narra la peripecia de Zheng De, emperador de China (1505 – 1521), de la dinastía Ming y discípulo atento a las enseñanzas de Confucio. Empieza Sijie por acercarse al lector para revelarle las fuentes históricas consultadas y motivo de su inspiración. Con este ofrecimiento señala aquellos eventos y personajes históricos que harán su aparición en la trama. Es el caso de Tomé Pires, el primer embajador portugués en China y autor de la Suma Oriental (1515), quien se ve convertido en personaje con la misión de autentificar un evento: la existencia del prostíbulo flotante que el emperador se hizo construir para apartarse de la Corte motivado por augurios astronómicos que podrían costarle la cabeza y, aprovechando la ocasión, practicar sus proezas sexuales. Sijie pone cierto empeño en conectar la realidad histórica con la ficción en determinadas ocasiones, como consecuencia la peripecia se ve realzada y el efecto pretendido, sea cual fuere, crece en intensidad pillando, casi siempre, al lector desprevenido.

 

Si el juego hábil entre realidad y ficción está tan minuciosamente urdido es para liberar al lector de las ataduras y encorsetamientos que pudieran desvirtuar la osadía de la obra. A la presentación histórica sigue el brevísimo prólogo que resume la idea que desencadenará la trama de manera proverbial: el conflicto entre la falsa y verdadera identidad de toda criatura.

 

La ocultación o disimulo de identidades parte ya desde que el héroe de la novela, Su Majestad (el emperador Zheng De), se presenta camuflado entre sus cuatro sosias con la sana intención de despistar a posibles magnicidas. Juntos, los cuatro falsos emperadores más el verdadero, formarán el llamado Quinteto Soberano cuyos integrantes actuarán como un personaje coral, como una marioneta que se multiplica por sí misma y cuyos movimientos son ejecutados al ritmo que marca la principal.

 

明武宗

 

Para bien arropar a este Quinteto Soberano, Sijie les construye deliciosos escenarios en los que se ven involucrados todos los sentidos con la predominación del olfato. Con solo abrir el libro, el mundo olfativo allí descrito: las fragancias, olores, aromas y efluvios que desprenden las criaturas, encabezado por el opio (eso sí, de primerísima calidad) que consume la madre de Su Majestad, amenaza con materializarse y hasta derretir el sofá amarillo.

 

Otra de las proezas literarias de Sijie radica en el despliegue estético. El derroche colorista –recreado en tantas películas de manufactura oriental- se transforma  aquí en hilo conductor de la voz del narrador. Desde los tocados de los magistrados hasta las losetas del palacio, todos los elementos de la imaginería visual están dotados de una partícula caleidoscópica que captura la imaginación del lector. Y jugamos de nuevo a la mezcla de identidades, en este caso a la hora de identificar sensaciones. El despliegue de oropeles y adornos, en tanto que visión positiva y bella del Imperio, contrasta con la descripción del mundo olfativo casi siempre vinculado a la enfermedad y a la muerte. Por ese motivo, cada ambiente cuenta con una gama particular de objetos destinados a tal fin, y tal fin consiste en guiar al lector a través de la fábula hasta alcanzar una sensación no esperada. Es decir, todo es lo que parece y algo más. Pongo como ejemplo la peripecia de un lagarto que es alimentado con polvo de cinabrio hasta que, andando el tiempo, su lomo adquiere una coloración rojo rubí y es entonces cuando una de las muchachas de palacio, siguiendo el ritual apropiado para las vírgenes, ensarta al lagarto, lo machaca en un mortero para conseguir la tinta roja con que marcará su piel para indicar su condición. El contraste entre lo bello y lo cruel sobresalta de cierto modo, seguramente porque obedece la intención de sorprender. La crueldad ingenua –no se me ocurre calificarla de otra manera- está presente a lo largo de la obra y su cualidad estética me parece indiscutible.

 

La aventura del Quinteto Soberano comienza con un acontecimiento de carácter astronómico: la aparición de una estrella que desprende un intenso brillo de color naranja. Consultados los sabios, el Quinteto Soberano deberá abandonar la Corte y embarcarse –literalmente- en la aventura de turno. El barco en el que viaja el Quinteto Soberano es un portentoso navío construido por y para dar rienda suelta a las pasiones del emperador, a saber: sexo, drogas y caza. La peripecia se va cargando de ingenio gracias a las extravagantes ocurrencias del protagonista. Y, a la vez, el elemento surrealista empieza a manifestarse con mayor insistencia con la incorporación de personajes alegóricos que, efectivamente, son lo que parecen y algo más.

 

En el relato casi abruman las numerosas historias que, como caminos sin salida, distraen de la vía útil de todo laberinto. Esas pequeñas historias sin salida (como la del lagarto) destacan por su índole surrealista y su carga sexual y erótica, además del despliegue de humor inteligente –muy apreciado por quienes han comentado la obra.

 

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Los temas escogidos son representados por distintos personajes procedentes mayoritariamente de la imaginería China y también algunos de la Francesa (siempre hay un vínculo que las une) y dan como resultado ingeniosas y dispares historias en las que Eros y Tánatos casi siempre están presentes. Así nos damos de bruces con un Rabelais que desvela el proceso que siguen las narices de los bebés para “enchatecerse” en mayor o menor medida, con un enternecedor mosquito valiente, o con las ninfas guerreras, expertas en posturas sexuales catalogadas y determinadas por el propio Confucio, asistimos a la cópula de los rinocerontes, incluso a trasplantes de sexo. Historias todas en las que abundan el sentido del humor y la reflexión profunda y erudita.

 

Así, el juego de las identidades se reparte a lo largo de esta historia repleta de ambientes teatrales de los que destacaré dos: el barco-prostíbulo flotante donde el emperador, camuflado entre sus cuatro sosias, da pábulo a sus acrobacias sexuales y el Jardín de Caza donde continúan las prácticas sexuales a las que se suma la fauna en un divertido concurso en el que los participantes se convierten en atletas del sexo.

 

Por último –y porque temo desvelar más de lo debido- solo añadiré que la riqueza de la obra en todos los aspectos: peripecias, personajes, atmósferas, recreación histórica, etc., sumada al particular sentido del humor de Sijie, hacen de La Acrobacia de Confucio una novela amena, interesante y divertida. No se me ocurre mejor publicidad… y a mi sofá tampoco.

 

 

Filmografía de Dai Sijie:

Chine, ma doleur (1989)

Le mangeur de lune (1994)

Tang le Onzieme (1998)

Balzac et la Petite Tailleuse chinoise (2002)

Les Filles du botaniste (2006)

 

Novelas de Dai Sijie:

Balzac et la Petite Tailleuse chinoise (2000)

Le complexe de Di (2003)

Par une Nuit où la lune ne s’est pas levée (2007)

L’Acrobatie aérienne de Confucius (2009)

Trois vies chinoises (2011)

 

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