Telebasura 2013: hasta el infinito y más allá

9

 

Hoy toca remangarse, coger el mando a distancia con la mano izquierda y el desatascador con la derecha y hacer apología de la escatología y la bizarrez humana. Sí, guiados por Caronte nos adentraremos en el quinto círculo del infierno de Dante o, como diría Pasolini –mucho más directo, dónde va a parar-, directamente en el superpoblado “Círculo de la Mierda”. Abordaremos los realities, esos programas de televisión que nadie ve pero de los que todo el mundo habla (“por lo que me ha dicho un amigo, ¿eh?”, “…y entonces va y la deja preñada… no, eso se ve en el tercer capítulo de la segunda temporada… por lo que me cuenta mi novia, ¿sabes?”). Fariseos. Mentecatos. Almas de cántaro. Os va la marcha, que yo lo sé.

 

Corría el año 2000 de nuestra era cuando el formato Big Brother aterrizó en nuestro país. Aunque ahora muchos nieguen la mayor, lo cierto es que se acabó convirtiendo en un fenómeno televisivo esponsorizado por los millones de crédulos que asistíamos a aquél espectáculo grotesco entre alucinados, extasiados y abochornados. Estaba ocurriendo de verdad: personajes anónimos y mayormente prescindibles se convertían de la noche a la mañana en leyendas urbanas. Sus frases se repetían hasta la saciedad en la cola del pan, sus devaneos amorosos abrían telediarios y su “carisma” se sustentaba en hacer ripios a mansalva, convertir el analfabetismo en “autenticidad” y esconderse debajo de las sábanas para machihembrar amistades incipientes.

 

Pues bien, 13 años después Gran Hermano podría emitirse en horario infantil por lo inofensivo de su contenido. Los nuevos productos que copan las parrillas de los canales de referencia en materia de telebasura (MTV, Xplora y Divinity) apuestan por freaks, seres inauditos u oligofrénicos irredimibles como nuevos héroes cotidianos. Te podría pasar a ti… preparaos para un repaso sincopado y a ritmo de zapping por los quince chuzos catódicos más embriagadores.

 

Catfish: mentiras en la red

¿Tienes un amiguito en internet? ¿Crees que es buena gente? No te engañes, esconde algo. Descubre que él en realidad es ella. Que tu admirador en la sombra pesa 250 kilos y lleva dos años sin salir de casa. Que tiene mujer y dos hijos. Que de alma gemela nada: que te toma el pelo, coño. La sospecha convertida en paranoia global, todo ello presentado por un chico muy majo al que le jugaron una mala pasada (o cómo beneficiarse de los traumas personales). Sólo apto para masoquistas vocacionales.

 

Tu casa a juicio

Para ti, joven español hipotecado. ¿Recuerdas haber pagado 420.000 euros por 60 metros cuadrados ‘mu’ céntricos? (a hora y media de Plaza Catalunya, para ser exactos). Pues ya va siendo hora de que se te lleven los diablos, de que hables sólo y maldigas al tipo aquél que te soltó lo de “¡pero si se paga sola!”. En Tu casa a juicio podrás ver a familias de tres o cuatro miembros quejarse de las estrecheces de su humilde morada (casas unifamiliares que rara vez bajan de los 300 metros cuadrados) y dispuestos a mudarse (o no) en función de las habilidades de una diseñadora de interiores divina de la muerte y un agente de la propiedad prepotente y hostiable. Ah, me olvidaba: esto es Canadá. El primer mundo. El de verdad. Sigue pagando y llora.

 

Embarazada a los 16 / Teen Moom

Primero nos enteramos de que les han hecho un bombo. Y a continuación las seguimos en su día a día hasta convencernos de que su vida se ha convertido, efectivamente, en una auténtica porquería. Adolescentes, casi niñas, simulando ser adultas en microcomunidades que parecen sacadas del argumento de Las brujas de Salem.

 

El formato explota un mecanismo identificativos básico, ese que hace que uno siga las evoluciones de estas pobres criaturas con delectación: “joder, ¡y yo que creía que mi vida era un asco!”. Reality con moralina –a veces sólo falta una voz en off que subraye que “esto le pasó a Jenny por golfilla”– y que logra cotas insospechadas de verismo sucio: menos de dieciocho, un novio anormal, una madre aficionada al morapio, un padre en libertad condicional… sí, la realidad siempre se acaba pareciendo a un mal culebrón.

 

Pesadilla en la cocina

No admitan imitaciones patrias con Torrentes venidos a más. Chef Ramsay sólo hay uno. Tras coleccionar más de dos docenas de estrellas Michelin, un buen día a este hombre le dio por hacer de Torquemada de la restauración. Entra en tu cocina, descubre dónde están las cucarachas y te dice a la cara lo que nadie se ha atrevido a decirte: que no vales para esto, majo.

 

Gordon Ramsay sabe jugar con las pausas dramáticas, le gusta deglutir platos indigestos y disfruta torturando a propietarios estupefactos y ‘cocinillas’ con ínfulas. Por lo demás, la pauta es la habitual de los programas de “caída y auge”: tras la denigración llegará la salvación en forma de reapertura o revolución culinaria en el menú. Más adictivo que el glutamato monosódico.

Plain Jane: una chica del montón

Eres una pringada y lo sabes. Asúmelo: jamás lograrás hacerte a tu amiguito del alma, por muchas ganas que le tengas. Eres una autista sin futuro, una fracasada a la que no besarán hasta los 40 (y sólo en la boda de tu prima, cuando aquél divorciado de Alicante se emborrache a base de Chivas). ¿Qué hacer?

 

Jane está aquí para ayudarte. Con ese look sofisticado de directora de recursos humanos y dispuesta a hacerte subir la autoestima a base de deportes extremos y viajes exóticos. Ella te logrará una cita, te disfrazará de buscona, te subirá a unos tacones de 25 centímetros y te hará entender cuál es tu rol en la sociedad: satisfacer los deseos del macho. Denigrante.

 

¡Cambia de look! / Tu estilo a juicio

Crees que tienes clase. Y es un problema, porque a tu lado la reina de Inglaterra y Agatha Ruiz de la Prada son modelos de elegancia y discreción. Ya va siendo hora de que alguien te diga lo que hay. No, no vas a la moda. Eres una hortera que se pasea por la calle como si esa cortina de baño que lleva alrededor del cuerpo fuese un Versace.

 

Claro que hay formas y formas de decir las cosas. ¿Por qué hacerlo educadamente cuando se puede humillar a la susodicha? Un tribunal compuesto por fashion victims se encargará de insultarte, buscando símiles hirientes y descarnados. Violencia oral que tiene un único objetivo: que te transformes en eso que ellos quieren que seas.

 

Hermano mayor

Esto no son adolescentes problemáticos. Esto son delincuentes juveniles. La culpa es de los padres, que los educan como a putos. La mayoría de los casos son de libro: mocosos de mierda que van de pijos y un día descubren que sus padres no tienen dónde caerse muertos. Trauma, negación de la realidad y violencia patibularia.

 

Ahí entra en acción nuestro maestro de ceremonias: un tipo que ahora va de educador pero que tiene un pasado más turbio que el de Cormac McCarthy y Charlie Sheen juntos. Mediante toscos juegos mentales logrará que el energúmeno tenga una epifanía, llore y vuelva a querer a sus padres. Al menos delante de las cámaras, se entiende.

 

Los cazadores del pantano

O cómo los paletos del sur profundo se ganan la vida acechando reptiles de muchos metros, para cocinarlos acto seguido con creativas recetas de invención propia. Una barca, tipos que dicen conocerse muy bien, una presa y un objetivo común. Como Moby Dick, pero sin personajes tan carismáticos como el capitán Ahab.

 

Incluye siempre un momentazo “melodrama familiar” cuando el padre descubre que el hijo no quiere continuar la tradición y dedicarse a destripar bichos y otro “heridas de guerra”, cuando a un barbudo montaraz le da por enseñar a cámara todas sus cicatrices, incluido un glorioso intento por parte de un caimán de efectuarle una fimosis a lo bruto. Épica de sobaco.

 

Rutas mortales 

Camioneros con el ego subido circulan por las carreteras más peligrosas del mundo. El Himalaya, los Andes… son norteamericanos, así que basta con decirles que algo no se puede hacer para que se emperren en subirse a sus juguetitos de 18 ruedas y proyectar su masculinidad hilarante.

 

Ellos se creen que admiramos su pericia al volante. Lo que no saben es  que todo el que ve la serie lo hace con la inconfesable esperanza de que se caguen en los pantalones o se despeñen, haciendo un bonito cadáver al pie del glaciar. Cómo somos.

 

Ax Men. Leñadores

Una auténtica loa a la deforestación. Tipos con camisetas a cuadros tratan de esquilmar la alameda mientras viven experiencias extremas: tratan de recolocar la cadena de la tronzadora estando esta en marcha, cortan árboles de 30 metros de altura con el ángulo justo para que les caigan encima o descubren sentimientos inconfesables hacia sus compañeros de oficio.

 

Siempre hay una desgracia climática que articula el capítulo: se acerca una tormenta, alguien se ha roto una pierna, Mike se pelea con John y se pierde en un claro del bosque buscando un sitio donde hacer aguas mayores… un hermoso poema cargado de testosterona, lealtad y confusión sexual.

 

Steven Seagal, con su propia ley

Sin lugar a dudas, uno de mis preferidos. Resulta que Steven Seagal, ahí donde lo veis tan modosito, había sido ayudante del sheriff en el condado de Jefferson durante 20 años. Pero esto lo hacía en sus ratos libres, sin darse publicidad, porque nuestro action hero es, por encima de todo, una persona discreta (ejem. Mi teoría es que los presuntos malhechores le servían de sparrings a los que sacudir patadas voladoras).

 

Su ideario como brazo tonto de la ley queda brillantemente expuesto en asertos como “estas son viviendas sociales, por lo que casi siempre hay bastante actividad ilegal por aquí”. Y es que esto es Louisiana, amigos. Nuestro patrullero “progresista” irá soltando filosofadas ultras mientras hace morder el polvo a los malos. Te prefería dedicándote a las artes marciales, Steven.

Buscadores de fantasmas

Al apolíneo héroe de esta American horror story le da por encerrarse en lugares donde tuvieron lugar terribles sucesos (frenopáticos, hospitales abandonados, morgues, sedes de la Agencia Tributaria, sucursales cerradas donde antes se colocaban participaciones preferentes) y hacernos creer que se puede contactar con espíritus… “científicamente”. Tiene un montón de gadjets que hacen cosas que sólo él comprende y que convierten cualquier ruido nocturno en el culmen de la autosugestión.

 

Lo más memorable del programa son las caras de acojone que ponen los cámaras que le acompañan, emperrados en ver poltergeist donde sólo hay corrientes de aire. Ah, y las entrevistas a los Carlos Jesús locales, convencidos de escuchar cadenas que se arrastran o gritos desgarradores de niños.

 

Las Vegas prisión central

Has ido a la ciudad del juego a pasar un fin de semana de ensueño. Te han dicho que lo que pasa en Las Vegas se queda allí, pero nadie te había hablado de los patrulleros cowboys que vigilan el camino. El poder distorsionador de la cámara hace que cualquier trifulca de bar se convierta en asunto de Estado, que una riña de madrugada acabe teniendo uno aire a lo O. K. Corral. Recuerda: aquí no se andan con chiquitas. El que la hace la paga. Y el que no… pues lo mismo también, por mirar.

 

Fauna conflictiva, adolescentes borrachos, viejunas chungas soldadas a la máquina tragaperras. Y lo peor de todo es que la ley la dicta una policía alienada que se extralimita continuamente. Las peores pesadillas de George Orwell hechas realidad.

 

Mi extraña adicción

Posiblemente el programa más disfuncional de la televisión mundial. Estar “mal de lo tuyo” cobra un nuevo significado viendo algunos de los casos que nos presenta este serial extremo: personas a las que les gusta beber gasolina, comerse el pelo, tizas, cerámica, papel de water o… merendarse por entregas las cenizas de su marido. No, no es coña.

 

Como rareza para consumo exclusivo de doctores o especialistas no estaría mal. Emitiéndolo en canales generalistas sólo logran que uno se quede con la boca abierta y deje de pensar aquello de que “el ser humano es extraordinario”. ¡Y un cuerno!

Geordie shore / Jersey shore / Gandia shore

El rey de los formatos hardcore (‘caca-culo-pedo-pis’), el padre putativo de una nueva era de telerrealidad centrada en el aparato urogenital de los protagonistas. La premisa es sencilla: encierro a una pandilla de desfasados en una casa chic y les obligo a trabajar tres o cuatro horitas al día para que se les caiga el mundo encima. Termino sacándolos cada noche de fiesta, sugiriéndoles que priven hasta rozar el coma etílico. Y a esperar que pasen cosas. ¡Y vaya si pasan!

 

Y es que los chicos y chicas de esta versión roman porno de Gran Hermano no es que sean desinhibidos… es que cultivan un desproporcionado narcisismo iletrado. La idiotez es la mar de atrevida y en su versión costa mediterránea (bastante más light que la original) nos ha dejado algunas de las mejores perlas sobre la guerra de sexos escuchadas en los últimos tiempos: “no solo voy a conocer chicas para zumbar. También puedo tener amigas. Bueno, aunque no tenga ninguna, pero también puedo tener alguna en esta vida”. Delicioso.

 

 

You may also like