El acto de crear, o el manual de esencia de Rick Rubin
Empecé el año recibiendo como regalo un libro de un hombre al que siempre le he tenido un tremendo cariño, por haber participado en algunos de los discos más importantes de mi vida.
Se trata de El acto de crear: Una manera de ser, de Rick Rubin, publicado por la editorial Diana.
Para quien no sepa quién es este simpático personaje barbiblanco, Rick Rubin es un productor musical neoyorquino conocido principalmente por ser cofundador de la emblemática discográfica Def Jam y por haber producido algunos de los mejores discos de hip hop, rock y metal de los años ochenta, noventa y más allá. Solo por dejar caer algunos nombres, fue el productor de Licensed to Ill de Beastie Boys, Reign in Blood de Slayer, Blood Sugar Sex Magik de Red Hot Chili Peppers, Unchained de Johnny Cash, las grandes obras de Danzig y el disco de debut de System of a Down. Si alguien tiene curiosidad, encontrará la lista completa aquí.
Pero que nadie espere una biografía, un manual de producción ni un libro de chismes de los entresijos de la industria discográfica. En lugar de ello, El acto de crear es un compendio de reflexiones sobre el acto creativo en general, universalmente aplicable a músicos, escritores o artistas de cualquier índole.
Me propuse a mí mismo escribir un libro acerca de cómo crear una gran obra de arte. En lugar de eso, se reveló como un libro acerca de cómo Ser.
-Rick Rubin
Rubin Rubin practica la meditación desde los 14 años, y en este libro desgrana algunos conceptos genéricos vinculados a esa práctica y a otras como el mindfulness. Sus páginas contienen máximas y enunciados en forma de versos que podrían caber en algún manual de introducción al taoismo o al budismo, aunque en realidad su libro está más en la línea de algo como El camino del artista de Julia Cameron.
Rubin regala fragmentos de aprendizaje acumulados a lo largo de su extensa carrera, y lo hace con un tono didáctico y solemne. A veces da la impresión de estar leyendo las palabras de un autor de libros de autoayuda al uso y no del tipo que produjo los mejores discos de Slayer.
A lo largo de 78 capítulos breves, con títulos como Nada es estático, Romper la monotonía, Tabula Rasa o La adicción al arte, Rubin desgrana sus conocimientos y ofrece posibilidades, puertas y caminos para el creador, tratando de que superen posibles bloqueos o conecten con la fuente irrefrenable de la creatividad.
Aunque son muy distintos, en mi cabeza no puedo evitar comparar este libro con Atrapa el pez dorado de David Lynch, del que os hablamos hace ya unos años, en el que el director hablaba de “meditación, conciencia y creatividad”. Pero si Lynch se dedicaba a explorar en profundidad su práctica creativa (especialmente en relación con la meditación) y compartía anécdotas y detalles sobre su obra, Rubin se posiciona más como maestro que comparte lecciones sobre el instinto, el trabajo y la observación.
En general, recomendaría El acto de crear a cualquier creador, tanto emergente como consolidado. ¿Puede llegar a sonar un poco tópico y pomposo? Absolutamente. ¿Es irresistiblemente tierno? También.
Pero sobre todo, en sus páginas hay suficientes lecciones, ideas, estrategias, sugerencias e invitaciones a la reflexión como para que cualquier creador conecte con quién es, se plantee lo que hace, introduzca cambios o se proponga desafíos y juegos que tal vez lo lleven en direcciones interesantes. Un libro para leerlo entero y luego tenerlo a mano, abrirlo al azar, leer un párrafo, sonreír y tal vez encontrar un enfoque nuevo para esa idea que tenías atascada.
En definitiva, una buena forma de empezar el año. Gracias, Rick.