Vida Festival 2016.
En el bosque encantado en el que se mece el escenario barco comenzó el Vida Festival con la voz de María Arnal y Marcel Bagés. La primera sorpresa del festival que nos ha dado en este escenario los conciertos más íntimos y delicados (aún recordamos el emocionante show de Neil Halstead). María y Marcel hicieron lo propio, emocionar con sus canciones en las que mezclan tradición y modernidad, musicando poemas, cantando jotas y canciones tradicionales, dándoles una nueva sonoridad. Impresionante tanto la voz emotiva de María como las progresiones a la guitarra de Marcel. Un dúo perfecto que sabe como transformar la música y hacerla suya. Apuntad sus nombres.
Kiko Veneno actuó justo después. Lo esperábamos sentados mientras hacía la prueba de sonido junto a Raúl Fernández. El músico más ubicuo y versátil de nuestro país, hace poco tocaba con Lee Ranaldo en el Primavera Sound. Un concierto redondo en el que Veneno se mostró divertido, sentido y cercano, como es él. Y en el que pudimos disfrutar de algunos de sus clásicos como “Coge la guitarra” , “Estaba lloviendo”, “Llorar y reír” o un apoteósico “Joselito” al finalizar la actuación. A destacar la versión de “La Leyenda del Tiempo”, esos versos inmortales de Lorca que resonaron entre los árboles del bosque. Como decía Kiko en un momento del concierto: “Farem goig” y vaya si lo hicimos. Uno de los mejores conciertos del festival.
De la tierra de Vilanova viene la buena sabia del rock más potente, la de Biscuit. Directo demoledor y sin concesiones. Llevan años picando piedras, algo que les ha convertido en expertos en rock and roll y power pop poderoso y energético. Sus conciertos son explosivos y sus temas clásicos guitarreros. Pocas bandas pueden presumir de un directo tan potente como el suyo. No son Manel, ni falta que les hace. Jugaban en casa pero poco importaba, habrían ganado en cualquier terreno. Cuando se ve a cinco músicos sobre el escenario disfrutando al 100% y dejándose la piel, sabes que estás bien un concierto de 10. Benditos sean, su último disco es un imprescindible.
Acto seguido otra de las descargas sónicas del festival. Lo de Za! no tiene nombre. Bueno si, es Za! puro y duro. Explosivos, demenciales, estratosféricos. Sus shows son pura dinamita sonora. Son dos pero parecen 400. Uno de los shows más eclécticos y potentes de una de nuestras bandas más experimentales. Cuando la música es exploración sonora. Sus directos siempre son fiesta segura y esta vez no fueron menos. Por suerte existen bandas como ellos. Escuchar a Marianico decir en loop aquello de “El alcalce y el vecino” con Rage Against the Machine fue espectacular.
Y después Wilco. Otra vez lo hicieron. Otro gran concierto. Con los años mejoran, sus directos se hacen más redondos y perfectos. Los hemos visto muchas veces, pero no recuerdo ni una sola vez que me defraudaran. Jeff Tweedy estaba pletórico, sonriendo sin parar, cosa rara en él. Lucía camiseta con el maestro de la ironía Mark Twain y en su ampli se leía la leyenda This Space for Hire. Puro Tweedy, pura ironía. La banda está en estado de gracia, todos y cada uno de ellos. Especial mención para Glenn Kotche que se dejó la piel a la batería. Repasaron su último trabajo “Star Wars”, canciones que en directo mejoran la escucha, crecen y progresan. Por supuesto escuchamos algunos clásicos como “Via Chicago”, “Impossible Germany”, “Jesus Don’t Cry” o “I’m trying to Break Your Heart”. Acabó el concierto con “I’m a Wheel”, con la sensación mágica de haber vivido un concierto que se había pasado en una exhalación. La única pega, que nos nos dieran esa ración acústica que están dando en sus shows en sala, eso si que hubiera sido espectacular.
El segundo día del Vida Festival tuvo un nombre y es el Niño de Elche. Su show es único. Diferente, directo, divertido, irónico y punzante. Pocos músicos interactúan con la música y el público como él. Se puede decir sin miedo a equivocarse que el Niño de Elche es uno de los músicos más interesantes que ha dado la escena nacional en los últimos años. Nacido en Elche y afincado en Sevilla, Francisco Contreras ha sabido dar nuevas sonoridades al flamenco. Experimentador incansable, su música se expande y evoluciona sin miedo. Susurros, gritos, cante. Emoción. Su directo es simplemente espectacular desde esa maravillosa e imprevisible “Canción del levantado – Notificaciones” basado en un poema de Enrique Falcón hasta la última nota de su concierto. Poesía, música. Música, poesía. Sin duda, uno de los grandes momentos del festival. Él consiguió que la gente se callara, algo que parecía imposible.
Basia Bulat nos meció con su dulce voz en el escenario Vaixell, acogiéndonos en aquel bosque escondido. Presentaba su nuevo disco Good Advise, la crónica de una separación. La canadiense dio una lección de folk elegante a pesar del sonido. Canciones de ruptura que se cantan con una sonrisa. La misma elegancia presentó Neil Hannon y sus The Divine Comedy. Exquisito y divino. El directo de la banda es prístino, pero se merece un escenario diferente. Un teatro, un auditorio, un sitio donde la gente respete la música y se quede en silencio, un sitio donde poder disfrutar de su música como tiene que ser, sin tener que enfadarte porque todo el mundo está hablando y pasando por completo de la música. Si no pudiste pillar primera fila, tuviste que sufrirlo en tus propias carnes. Una lástima.
Nada Surf asaltaron el escenario en formato trío, su nuevo guitarrista perdido en un vuelo. A pesar de ello, la banda mantiene un directo potente y musculado. Más de veinte años en la carretera se notan. Ajenos a las modas, su nuevo y excelente disco “You know who you are”, descarga de power-pop acertado que supieron trasladar al escenario Masia con maestría. Disfrutando de cada nota que dan sobre el escenario.
Por su parte unos revigorizados Kula Shaker ofrecieron un directo psicodélico con esos toques de sitar tan característicos de su sonido. Recuperados para la música, sus canciones han sabido sobrevivir al paso del tiempo y mantenerse sorprendentemente actuales. Crispian Mills y los suyos han vuelto a reunirse tras dos décadas desde su debut K, para publicar K 2.0. Su directo mantiene esa energía que los distinguió en los 90 del resto de bandas inglesas de la época. Por supuesto, no falto el famoso “Hush”. Un actuación desatada perfecta para un festival.