Tony Pagoda, el héroe literario de Paolo Sorrentino
Tony Pagoda e i suoi amici Paolo Sorrentino Ed. Feltrinelli, 2012 Es oficial. En Culturaca adoramos a Paolo Sorrentino. La Grande Bellezza nos pareció un ejercicio cinematográfico excepcional que nos acarició el alma durante meses. Ya hablamos de ella en su momento,
así que no vamos a dedicarle más elogios. Paolo Sorrentino complementa su actividad fílmica con una interesante carrera como escritor. Que es otra forma de decir que explora el mismo universo con dos lenguajes distintos que, dicho sea de paso, se complementan de maravilla. Su primera novela fue Todos tienen razón, publicado por la Editorial Anagrama. Aquí se estrenaba como protagonista Tony Pagoda, un cantante melódico amante de la vida en su aspecto más espléndido y exagerado. Si habéis visto el debut cinematográfico de Sorrentino, L’uomo in più, automáticamente podréis asignarle a Tony Pagoda la cara del gran Toni Servillo, que interpreta al cantante Antonio “Tony” Pisapia, que de alguna manera prefigura lo que será el personaje de Pagoda. El mismo personaje protagoniza el segundo libro de Sorrentino, titulado Tony Pagoda e i suoi amici (Tony Pagoda y sus amigos). El título ya nos da una indicación de por dónde van los tiros. En este caso se trata de una colección de relatos, donde el lector se introduce todavía más en el universo de Tony, conociendo a los personajes tan particulares que le rodean. Lo curioso es que todos los personajes que rodean a Tony son gente de carne y hueso. Aquí encontraremos a rubicundos personajes televisivos (Carmen Russo y Enzo Paolo Turchi), futbolistas (El Pocho Lavezzi), periodistas (Maurizio Costanzo), magos (Silvan) y, por último a “mi mamá”, la madre de Tony/Sorrentino. El tema de cada capítulo cambia, pero el libro tiene un eje principal, vinculado enormemente a su última película: la belleza. Y es que la mirada poética de este hombre es innegable. Desde un puesto de comida callejera de Viena a un hotel de lujo de Corea del norte, pasando por un campo de fútbol napolitano, Sorrentino nos lleva de paseo por situaciones curiosas, divertidas, sórdidas o absurdas, para dejarnos siempre donde él quiere: en ese punto concreto en el que cerramos los ojos y lo único que podemos concebir es la belleza de la existencia. Atención, engancha.