Siempre Alice. Aún estoy aquí.

2

Julianne Moore es razón suficiente para acercarse al cine a ver una de sus películas. La actriz es un portento, con una mirada clara, con un gesto de su cara es capaz de transmitir eones. Siempre Alice es su última película, esa por la que le han dado el globo de oro a mejor actriz dramática y por la que está nominada a los Oscars como mejor actriz. Con razón. Es un papel de Oscar, de premio, un papel hecho a la medida de una gran actriz.

 

Siempre Alice

 

Moore interpreta a la Alice del título, una profesora de lingüística en la universidad de Columbia que es diagnosticada de Alzheimer precoz con apenas 50 años. Su vida empieza a tambalearse mientras los síntomas de su enfermedad la invaden poco a poco y su familia intenta lidiar con la idea de perder su mente, aunque su cuerpo aún esté aquí. Alice, presencia fuerte, mujer de recursos, independiente, autónoma ve como va desapareciéndose, como va diluyéndose en los hilos del olvido que le provoca la enfermedad. Luchando por estar ahí, por ser, por existir. Su vida son las palabras, palabras que ya no puede recordar, que se escapan por momentos y que la hacen temer el día en que dejará de ser ella. Más adecuado es el título original Still Alice, aún Alice.

 

Moore nos proporciona una interpretación comedida pero impresionante que hace olvidar lo que le falta al guión (profesora de lingüística que olvida palabras, demasiado evidente) o la dirección más que correcta de la película. Es una de esas películas de personaje, de actor, en la que se premiará la actuación y no al conjunto de la misma. El papel es un regalo para una actriz del talento de Julianne Moore que además encuentra en la tantas veces apática Kristen Stewart un contrapunto ideal, una hija díscola que quiere seguir su propio camino.

 

siempre-alice-pelicula-foto-01-750x400

 

Pero al escarbar en la historia triste y necesaria de cómo cambia la vida de una persona afectada de Alzheimer, no podemos evitar pensar que todo es demasiado high class. Es terrible que una profesora universitaria, una mente privilegiada que además se dedica a la lingüística, pierda las palabras y los recuerdos, ¿pero acaso una persona que no sea tan joven o que no tenga una profesión tan maravillosa, una casa en un barrio bien, un marido investigador y unos hijos estupendos sufrir la perdida de lo que es, de su ser interior, de sus recuerdos, de lo que fue y lo que ha sido, de su persona al fin y al cabo? Es por eso que Siempre Alice cojea. En el fondo. Aún así películas como estás son necesarias, no sólo por contar lo que sufre un paciente sino también el entorno de la gente que les rodea. Merece la pena verla por su actriz principal. Una actuación soberbia.

 

 

You may also like