Sacha Baron Cohen, el espía que me falló

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Agente contrainteligente
de Louis Leterrier (2016)
Con Mark Strong, Sacha Baron Cohen, Isla Fisher, Penélope Cruz

Las expectativas son malas. Muy malas. Basta con que un artista te regale una perla y luego otra como para que te creas que de ahora en adelante no va a producir otra cosa que obras maestras. Hasta que no lo hace y te deja con cara de tonto, decepcionado y algo rabioso. ¿Qué le voy a hacer? Tengo tendencia a esperar que la carrera de un artista esté sembrada de rosas, no de cardos. Y así me va.

Sacha Baron Cohen. Ese hombre. El tipo que se dio a conocer con su personaje de Ali G, un entrañable rapero suburbano, machito y lerdo, sumergido por completo en su universo de mujeres, jerga callejera y hip hop. Era un personaje delirante como pocos, un clásico absoluto. Pero es que de Da Ali G Show salieron dos personajes más, igual de hilarantes que Ali G o más, si cabe.

En el 2006 nos dejó boquiabiertos con la película Borat (lecciones culturales de América para beneficio de la gloriosa nación de Kazajistán), un falso documental inclasificable sobre Borat Sagdiyev, un periodista kazajo que viaja por EEUU interaccionando con la población. Un conjunto de situaciones incómodas, delirantes y surrealistas que no tiene desperdicio alguno.

En el 2009 nos maravilló con Brüno, otro falso documental bastante en la línea de Borat. En este caso, el protagonista era un periodista de moda gay austríaco, patoso y provocador. Brüno nos cautiva con su acento, sus excentricidades y las situaciones incomodísimas en las que se mete, sobre todo teniendo en cuenta que varias secuencias de la película se grabaron con gente de verdad, que no sabía que se trataba de un personaje. Diversión asegurada.

Después de estas dos joyas, llegó El Dictador. Esta vez dejó el formato de falso documental y se centró en la ficción. El protagonista era el Almirante General Aladeen, dictador de una república islámica ficticia, de visita a EEUU. A pesar de que tenía momentos divertidos, le faltaba la fuerza y el desparpajo de sus dos películas anteriores.

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Cuando se anunció que preparaba nueva película, tuve un arrebato de esperanza. Leí que Sacha Baron Cohen estaba investigando para su nuevo personaje en Grimsby, una población portuaria del este de Gran Bretaña. Vida de barrio, hooligans, borrachos y mujeres muy gordas. La cosa pintaba bien.

Hasta que vi Agente contrainteligente. Que parece más una parodia mala de James Bond con gags bastante previsibles. Sinceramente, creo que solo puedes disfrutar de ella si rebajas al máximo tus expectativas y olvidas todo lo que ha hecho antes este hombre. Cosa que yo hice pasados los primeros cinco minutos. Entonces disfruté de tres o cuatro situaciones absurdas, de las de risa fácil, y de una trama de película de acción prototípica y sin demasiado interés. Entretenimiento sin más.

Hay momentos en los que ves que Sacha quiere generar perplejidad, como por ejemplo la escena de los anos del elefante o el momento de la taza del w.c. Pero acaba siento escatología barata. Mark Strong está estupendo en su papel de asesino letal, hermano del hooligan de barrio. Podría haber brillado mucho más, pero es que el desparpajo general de la película pesa demasiado.

Después de dos películas en las que metía el dedo en la llaga en los prejuicios y vicisitudes de la población de EEUU, es una pena que no haya hecho lo mismo con Gran Bretaña, y que se haya quedado en un nivel de gag fácil sobre los estereotipos de población. Otra vez será. O no.

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