Ryley Walker, el genio sencillo
El Vida Festival ha presentado ya su excelente cartel, pero no por eso deja de dar sus fiestas de presentación. Una de ellas, la tercera de esta edición, ha tenido como protagonistas primero y como telonero a Sam Berridge, el inglés sacará disco con el recién nacido sello del festival, Vida Records. El segundo, Ryley Walker hacía parada en su tour “An Evening with Ryley Walker” por Europa para tocar en la Antiga Fàbrica Damm. Solo y con su guitarra, no necesita más. Una suerte para nosotros que pase por aquí.
Sam Berridge formaba parte del grupo Flyte antes de emprender carrera en solitario. El inglés se ha mudado a Barcelona a vivir, por estos lares ha grabado su primer disco en solitario ayudado de, atención, la gran Núria Graham. A Sam también podremos verlo como nuevo miembro de la banda de Núria en la gira de presentación de su nuevo y excelente disco, Marjorie. Su directo es sencillo, guitarra y teclado. Muchas de las canciones que escuchamos esta noche seguramente no las habrás oído en directo, tuvimos la suerte de descubrirlas antes de que salga el disco. Así que, tomad nota y atención a la salida de su primer trabajo en solitario.
Ryley Walker es uno de esos músicos que te atrapan desde el segundo cero. Su sencillez, aparente porque a la hora de tocar es un genio, y su presencia escénica, como si nada de esto fuese con él. Y sobre todo, su música. Centrado absolutamente en la música, dejándose transportar y transportándonos con él al mismo tiempo, las interpretaciones de Ryley Walker son de una intensidad abrumadora. Maneja su guitarra con maestría, se mueve por el escenario inquieto, cierra los ojos, mira al infinito y crea obras maestras sonoras. Y las acaba de forma abrupta, dejándote con una sensación de inmensidad y de pérdida al mismo tiempo.
Jazz, folk, psicodelia, todo unido en una combinación perfecta. Hay creadores y creadores, y Ryley Walker es uno de esos creadores que no se cansan de experimentar y crecer, en directo también. La primera vez que lo vi fue en el festival Take Root en Groningen, Holanda. Quedé tan impresionada que me aventuré a verlo en el BAM, intento evitar en la medida de lo posible encontrarme en situaciones en las que estás rodeada de gente a la que le importa una mierda la música, para poder disfrutar bien de los conciertos. Mereció la pena ir, solo por él. Esta es la tercera vez que lo veo y espero volverlo a ver muchas veces más.
Fue apenas una hora, en la que tocó maravillas como “The Roundabout”, ya por eso, valía la pena el concierto. Y es que pocas veces la música te entra tan adentro que consigues abstraerte completamente de tu entorno. A veces, muy necesario. La única pega que se le puede pedir a esta noche es que la gente hablara tanto, es una plaga difícil de erradicar, pero una plaga maldita. Por suerte, conseguimos meternos dentro de la música. Aunque el propio Ryley dijera que no le importaba que la gente hablase, está claro que consigue meterse tanto en la música que el resto del mundo le da igual. Y consiguió que nosotros hiciéramos lo mismo.
Lo vimos al salir al final del concierto, despidiéndose con una sonrisa tímida tras expresarle el buen concierto que había dado, iba seguramente camino de su hotel, con su guitarra como su fiel compañera. ¡Que ganas de volver a verlo! Toca poner sus discos hasta rallarlos, para amenizar la espera.
Foto: Jordi Vidal